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¿Dónde están los hombres?; a evento para solteros llegan puras mujeres

¡Rápido, dibuja el rostro de tu cita! Solteros en un evento de citas rápidas debían utilizar ejercicios de dibujo para romper el hielo en el Museo de Arte de El Segundo. ¿El único problema? Ningún hombre participó de la jornada (Allen J. Schaben / Los Angeles Times).

¡Rápido, dibuja el rostro de tu cita! Solteros en un evento de citas rápidas debían utilizar ejercicios de dibujo para romper el hielo en el Museo de Arte de El Segundo. ¿El único problema? Ningún hombre participó de la jornada (Allen J. Schaben / Los Angeles Times).

(Allen J. Schaben / Los Angeles Times)
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La noticia es alarmante. Cinco minutos antes del comienzo del programa de citas rápidas llamado “Drawn to You”, en el Museo de Arte de El Segundo, la organizadora, Chelsea Hogan, confiesa que ningún hombre se ha presentado al encuentro. Es una noche de enero, viernes 13; una verdadera pesadilla para las citas.

Ocho mujeres recorren el vestíbulo del museo, cuidadosamente vestidas y comiendo nerviosamente del plato de queso y vegetales colocado junto a las botellas de champán y vino. Los oradores en la galería se balancean al ritmo de una lista de reproducción de canciones románticas que incluye “True”, editada por la banda new-wave Spandau Ballet editó en la década de 1980; el aroma a perfume flota en el aire.

El reloj marca 10 minutos pasadas las 6:30 p.m. y una verdad incómoda comienza a hacerse realidad para las mujeres. Unos pocos hombres pasan por la ventanilla de la calle principal, pero ninguno regresa y entra al lugar. Hogan, ahora segura de que no habrá asistentes sorpresa, finalmente rompe el hielo, reúne a las mujeres y pone en palabras lo obvio.

“Lo siento. Estaría muy decepcionada si fuera alguna de ustedes”, dice, y agrega que sería genial si todas quisieran continuar con el evento de todas formas. La razón de la noche, finalmente, es conocer gente y hacer arte.

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Para sorpresa de todos, nadie se va. Después de una risa un tanto avergonzada, el ánimo general se ilumina. El plan era hacer que los invitados se sentaran a una larga mesa y dibujaran los retratos del otro. Cada dibujo tardaría unos ocho minutos antes de que los participantes debieran cambiar de pareja. Era una gran idea, en teoría. Pero ¿por qué no se presentó ningún hombre?

Todos los varones -bromean las mujeres- están al otro lado de la calle, en Rock & Brews. Con filas de enormes pantallas de TV, más de 100 tipos de cerveza artesanal y un jardín tematizado al estilo rock and roll, el restaurante es un fuerte imán para los hombres. Ellas, en cambio, están en el museo en espera de evitar otra noche en un bar (“¡Y en la universidad!”, se lamenta una). También están cansadas de las aplicaciones como Tinder y OkCupid.

“Descubro si alguien es quien dice ser”, asegura Leah Solomon, de 58 años de edad, acerca de sus intercambios en Tinder. “Un tipo me dijo que era de Brasil. Empecé a hablar en portugués y me dijo: ‘Oh, no, yo no hablo brasileño’”.

Solomon es alta, exuberante y tiene voz y actitud juveniles. Es madre de dos hijos, uno de 18 y otro de 20. Estuvo casada durante 21 años, pero el matrimonio finalizó hace casi una década, y desde entonces ha estado mayormente soltera.

Solomon dejó a su esposo porque se enamoró de otro hombre, quien resultó ser una especie de Peter Pan. Cuando reflexiona acerca de ello, a veces piensa: “Guau; debo haber estado loca. No me di cuenta de que los hombres que hay por allí no son muy buenos; los buenos son los que siguen casados”.

Solomon es artista de performance, pero dice que no conoce a muchos solteros en los círculos artísticos. “Creo que están allí para comprar arte”, expresa.

Apenas termina su pensamiento, un hombre de aspecto distinguido ingresa al museo. Es probable que tenga cerca de 55 años, pero lo más importante es que está bien peinado, como si quizás estuviera aquí para el evento de encuentros. Parece desprevenido por la abundancia de mujeres en la mesa, dibujándose entre sí, y vuelve a mirar el arte en la pared, como si eso buscara en una noche de viernes pasadas las 8 p.m.

“¡Allí hay un hombre!”, dice Solomon, animándose y hablando un poco más fuerte de lo normal. Con un exagerado movimiento del brazo señala a Hogan, y luego se dirige al hombre, sin moverse de la mesa. “¿Estás aquí para dibujar?”, le pregunta.

Él se vuelve y parpadea como si estuviera iluminado por luces altas. Ella vuelve a intentarlo, hablando más bajo esta vez: “¿Te gustaría dibujar?”. El hombre hace una pausa, intentando mantener su compostura. Luce cortés y despreocupado mientras se dirige a la salida. “Oh, no, no”, dice, inclinándose ligeramente. “Pero muchas gracias de todos modos”. Solomon se vuelve hacia las mujeres y se encoge de hombros. “Lo intenté”, reflexiona. “Al menos fue muy educado”.

En tanto, en otra mesa larga, a las mujeres se les pide que recorten frases de publicaciones provistas para tal fin. Se les indica que peguen esas frases a los dibujos que han hecho una de otra. La idea es crear un perfil de citas “análogo” que uno podría, en teoría, subir a una aplicación digital de citas (esta idea surgió de otra coordinadora de eventos del museo, Joan Mace, en un intento de cambiar rápidamente la misión de la noche).

Kerry Wieder, una esbelta actriz con rasgos llamativos y cabello corto, recortó “errores de sintaxis” y lo colocó por encima de su cabeza, en el dibujo. Las citas recortadas provienen de ganadores del Nobel, que son el centro de la exposición actual del museo.

Titulada “Brain” (que podría traducirse como Inteligencia), la exhibición cuenta con 396 fotos en blanco y negro de ganadores del Premio Nobel, tomadas por Peter Badge durante 16 años, en diferentes lugares del mundo. Irónicamente, señala Wieder, la mayoría de las fotos son de hombres y rodean a las mujeres presentes por los cuatro costados. Todos ellos lucen muy importantes y ‘no disponibles’. “Es como mirar un póster de una película de Scorsese”, manifiesta la coordinadora. “Cinco mil hombres y una mujer maltratada. Veo películas y cuento el número de mujeres, porque nuestras historias no importan”.

Los hombres que consideraron participar del evento pero decidieron lo contrario se están perdiendo de algo (si es que existen, en realidad). Este es un grupo de mujeres listas y divertidas; el tipo de mujeres que uno puede encontrar en una galería de arte.

Katie Neal, una rubia delgada, se enteró del evento a través de un popular sitio web de South Bay. Cuenta que hace muchos trabajos comunitarios y de caridad, y tiene los dedos cruzados para encontrarse con alguien valioso de esa manera. También especula que ningún hombre se presentó porque las mujeres están más dispuestas a salir a esos lugares que ellos. “Las mujeres son más propensas a participar de cuestiones más reflexivas”, afirma.

Jaray Watkins, cuya sonrisa y carcajadas iluminan la sala, se enteró a través del mismo sitio web. “Honestamente, esto está muy por afuera de mi zona de confort”, confiesa, y asegura que se sintió decepcionada al comienzo al ver que ningún hombre llegaba al museo, pero que su sensación desagradable dio pronto paso al alivio. “¿Les gustaré o no?, ¿Alguno me pedirá mi número de teléfono?”, dice. “Todas esas cosas pasan por tu cabeza cuando eres soltera”.

Ya sin presión, las mujeres simplemente se concentran en disfrutar de la velada. Hay champán y risas, y muchas realizan dibujos realmente creativos.

Más tarde esa misma noche, luego de que esta reportera hubiera dejado el lugar, Solomon envía una actualización por mensaje de texto. Es una foto de un joven con una brillante barba color café y unas gruesas gafas con marco negro. “Mira quién apareció”, escribe. “Brandon A., de 28 años de edad.

Él invitó a otro amigo y nos fuimos a tomar unos tragos a Sausal”, dice el mensaje, refiriéndose a un restaurante cercano que había dejado cupones con descuento en el museo esa noche. “¿Soltero y listo para conocer a alguien?”, preguntaban los cupones, en tipografía color verde. “Ven a tomar un trago… Válido para una margarita, el viernes 13 de enero exclusivamente”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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