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Lo declaran culpable de asesinato casi 4 décadas después, ahora podría enfrentar la pena de muerte

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En los 12 años posteriores a la brutal violación y asesinato de su hermana, cometidos en Glendale, en 1979, Linda Benjamin llenó 14 diarios con notas para ella.

Algunas veces, los pensamientos aparecían en mitad de la noche, después de un mal sueño. Otras, escribía para recordar una ocasión especial, como el cumpleaños de su hermana, o Navidad. En una carta, Benjamin deseó tener sólo cinco minutos más para abrazar a Barbara, quien comía el postre antes de la cena cuando estaba muy hambrienta y amaba sus botas Frye. Gustosamente, escribió, intercambiaría lugares con su hermana.

“No sé cómo hacer esto, Barb. Te extraño tanto”.

— Del diario de Linda Benjamin.

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“Me desperté en mitad de la noche y pensé que todos estaban muertos menos yo”, garabateó Benjamin en el que hubiera sido el cumpleaños número 24 de Barbara Ballman, cerca de un mes después de su muerte. “No sé cómo hacer esto, Barb. Te extraño tanto”.

Este lunes, Benjamin leyó extractos de algunas de sus inscripciones más antiguas a los jurados, que la semana pasada condenaron al asesino de su hermana e ingresaron en la fase de la determinación de la pena. Esos mismos jurados decidirán si Farrell Gurule, actualmente de 56 años de edad, debe ser condenado a muerte.

“Él le robó la vida, el futuro, su posibilidad de caminar por este planeta, su dignidad… Y la dejó allí, para que muriera sola”, afirmó Benjamin, en el exterior del tribunal de Los Ángeles. Este lunes, los fiscales mostraron al jurado una foto tomada durante la que fue la última Navidad de Ballman, con su padre -ahora de 93 años-, así como otra imagen con las niñas de Penny Lane, de quienes era mentora. “Ella debería haber estado aquí, y no está. Eso nunca podrá llenarlo nadie más”.

En tanto, los antecedentes penales de Gurule se remontan a 1973, cuando, según la policía de Glendale, fue arrestado por hurto y asalto. En 1977, a sus 17 años de edad, Gurule forzó a una mujer a tener sexo oral con él luego de acercarse, armado con una escopeta, mientras ella salía de su trabajo. Cuando ella lo distrajo y huyó, Gurule se marchó en el auto de la víctima, señaló el fiscal de distrito Jonathan Chung. La policía de L.A. lo atrapó poco después, conduciendo el vehículo y con las pertenencias de la mujer en los bolsillos.

Gurule pasó menos de dos años en un centro para menores antes de ser liberado. Esa agencia se conoce ahora como la División de Justicia Juvenil. Cinco meses después, el 21 de septiembre de 1979, un grupo de escolares hallaron el cuerpo desnudo de Ballman, sobre el asiento delantero de su Volkswagen Beetle, al otro lado de la calle de Thomas Edison Elementary School, en Glendale. La mujer había sido violada y asesinada; tenía una sola herida de disparo en su abdomen.

Ballman había dejado la casa de Benjamin cerca de las 11 p.m. la noche anterior, con la intención de dirigirse rápidamente hacia su casa para recoger su ropa limpia de la casa de un vecino. Ballman, nativa de Indiana, había seguido a Benjamin a California hacía algunos años.

El caso de Ballman estuvo congelado durante décadas, hasta que los avances en el análisis del ADN condujeron a los detectives de Glendale hacia Gurule, en 2004, sostuvo Chang. En ese momento, el asesino estaba cumpliendo una condena de cadena perpetua por secuestro y asesinato de un hombre en 1987.

Al pedir al jurado que “opten por la vida”, el abogado de Gurule remarcó la complicada juventud del hombre y su violenta crianza, así como su expediente penitenciario limpio. “La infancia es importante”, afirmó Philip Peng, el defensor público que lo representa. El Cuatro de Julio de 1973, dijo, la policía de Glendale halló a los siete hermanos de Gurule solos en su casa, rodeados de alimentos en mal estado, heces e inodoros desbordados. En ese momento, Gurule estaba en la cárcel para menores. Su madre, en tanto, estaba en una cita.

Entre los 14 testigos que Peng pudo llamar durante el juicio se encontró un exalcaide de prisión, quien pudo testificar acerca de la época que Gurule pasó en la cárcel. “En los 10,582 días que nuestro cliente pasó encerrado, nunca halló a nadie”, señaló Peng.

Para Benjamin, la condena ha traído cierto alivio. “Vale la pena ir nuevamente a ese sitio doloroso, para seguir adelante y tener este resultado”, aseguró.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí

Traducción: Valeria Agis

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