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Prefieren lavanderías y tiendas en lugar de galerías de arte en Boyle Heights

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Como joven artista en Rumania, Mihai Nicodim debía obtener la aprobación de una comisión del Partido Comunista para mostrar su trabajo. Los sonrientes retratos de obreros y campesinos fácilmente ocuparían un sitio en una muestra de arte. Las pinturas abstractas tenían menos chance.

Por una posibilidad de libertad, Nicodim nadó a través del Danubio en 1983, a riesgo de ser capturado por los soldados rumanos. Un amigo se encontró con él al otro lado del río y lo llevó a Italia.

Ya en los Estados Unidos, Nicodim no tuvo vivienda por un buen tiempo y durmió en el sofá de un amigo. Él y su esposa, Ono, ahorraron dinero durante años antes de lograr su versión del sueño americano: tener una galería de arte.

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Nicodim Gallery funcionó en Chinatown y luego en Culver City, antes de mudarse a Boyle Heights, a comienzos de 2015. Pero, para los activistas que se oponen a la gentrificación, los Nicodim son la cara del cambio no deseado. El mes pasado, alguien escribió una referencia obscena al “arte blanco” en la puerta metálica de la galería.

El pasado sábado por la mañana, miembros de la organización contra la gentrificación Boyle Heights Alliance Against Artwashing and Displacement realizó una conferencia de prensa en las escalinatas de Nicodim Gallery, indignados por la decisión del Departamento de Policía de L.A. de investigar el grafiti como un delito de odio.

“Es otra forma del LAPD de criminalizar a los jóvenes y crear divisiones raciales en esta comunidad, alegar un delito de odio contra los blancos, precisamente cuando ellos están matando a nuestra gente de color”, señaló Elizabeth Blaney, una residente de Boyle Heights y codirectora del grupo Unión de Vecinos.

Josh Rubenstein, vocero del LAPD, sostuvo que los detectives iniciaron la investigación por delitos de odio apoyados en la evidencia disponible. Los paralelismos señalados por los activistas entre la investigación y el tiroteo letal -el 9 de agosto pasado- de Jesse Romero a manos de un policía del LAPD son infundados, agregó Rubenstein. Según la versión policial, Romero, de 14 años de edad, estaba etiquetando grafiti de estilo pandillero cuando huyó de los oficiales, a quienes luego apuntó con un arma.

Nicodim Gallery y otras varias galerías de arte atacadas por los activistas están ubicadas en una zona industrial entre el río Los Ángeles y la Autopista 101. Los activistas quieren que allí haya lavanderías, supermercados y centros de cuidados infantiles, en las propiedades que anteriormente albergaban negocios como almacenes, talleres de impresión y embaladoras de pescado.

En medio de las preocupaciones sobre el aumento de los alquileres, los críticos ven las galerías como un presagio de cambio que -temen- terminará con los barrios de clase trabajadora y mayormente latinos convertidos en un segundo Distrito de las Artes. “Ustedes no son la vanguardia de la cultura”, afirmó Walt Senterfitt, un activista por los derechos de los inquilinos, acerca de los galeristas. “Ustedes son la vanguardia de la ‘gentrificación’, el colonialismo y la destrucción”.

Durante la protesta, el sargento James Baker, del LAPD, arribó con un mensaje. Un capitán de la estación Hollenbeck deseaba concertar una reunión con ellos. Más tarde, los Nicodim llegaron al sitio, mientras algunos manifestantes estaban aún en las puertas de su galería.

En el interior, Nicodim señaló las paredes blancas del espacio, donde se exhiben obras del artista alemán Philipp Kremer, con precios en el rango de los $10,000. El hombre narró que él y su esposa pintaron las paredes por sí mismos, y que rentan el lugar a un hombre llamado el Sr. Chang, quien tenía el sitio vacío mientras usaba la otra mitad del edificio como almacén para chucherías.

Nicodim, de 60 años y residente de Echo Park, remarcó que muchos de los artistas que él expone no son blancos. Oscar Murillo, a quien Nicodim representó al comienzo de su carrera, es un artista negro de Colombia. Cuando ocurrió el incidente del grafiti, la galería exhibía la muestra “Why Don’t You Eat Stinky Tofu?”, un trabajo del artista chino Tong Kunniao. “¿Oscar estaría de acuerdo con esto? Es algo muy triste”, afirmó Nicodim respecto del grafiti.

Hasta el momento, el galerista está decidido a quedarse allí. Arriesgó su vida para venir aquí, para vivir donde quisiera y abrir su negocio donde lo deseara. “Los EE.UU. son un gran país”, manifestó. “Ellos tienen derecho de protestar. Yo tengo derecho de estar aquí”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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