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A una semana del triunfo de Trump, hay alivio, incertidumbre y esperanza entre los nuevos ciudadanos

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Llevan corbatas y vestidos bonitos. Agitan banderas estadounidenses. Posan en las fotos con sus hijos, sosteniendo con orgullo sus certificados de naturalización.

Seiscientas dos personas de 85 países se convirtieron en ciudadanos de los EEUU. en una ceremonia en Pasadena, el pasado martes por la mañana.

Han pasado siete días desde que Donald Trump fue elegido presidente y en el país se vivió una semana tensa. Los nuevos ciudadanos en el Centro de Convenciones de Pasadena sabían que la retórica de la campaña se había centrado a menudo en inmigrantes como ellos. Algunos tenían preocupaciones y admitieron que querían ser naturalizados ahora para estar absolutamente seguros de que no serían deportados. Muchos estaban tristes de haber perdido la oportunidad de votar por una semana. Sin embargo, la esperanza persiste.

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“Los Estados Unidos son el mejor país del mundo”, aseguró Marco Somo, de 39 años, residente de North Hills, quien emigró de Filipinas hace diez años. “Sé que la gente se adaptará con los tiempos cambiantes que tenemos. Hay tantas cosas negativas en nuestra sociedad, pero sigo siendo optimista para el futuro de nuestro país”.

Los Estados Unidos son el mejor país del mundo”.

— Marco Somo, de 39 años, residente de North Hills, quien emigró de Filipinas.

Somo, un programador web, afirmó que deseaba haber votado por Hillary Clinton. La retórica de la campaña acerca de la inmigración, y la incertidumbre acerca de quienes no son ciudadanos estaban en su mente cuando solicitó la ciudadanía. Somo tiene un hijo de cuatro años en casa, y su esposa está embarazada; el bebé nacerá el mes próximo. Por su bien, se sintió alivio al convertirse en ciudadano.

Durante la campaña presidencial, Trump pidió la construcción de un muro entre los EE.UU. y México, el aumento de las deportaciones de personas ilegales en el país y una prohibición de entrada para los musulmanes. Desde la noche de la elección se han registrado cientos de incidentes vinculados con temas raciales, y los manifestantes han inundado las calles del país, con temor por las palabras del presidente electo.

Zakia Naseri, una estudiante de enfermería de 23 años que reside en Simi Valley, nació de padres afganos y creció en Siria. Llegó a los EE.UU. con su familia, en 2006. Con su hija blanco y negro, ella también se convirtió en ciudadana este martes.

Es muy preocupante para los inmigrantes musulmanes estar en el foco de Trump, señaló. Sus padres se preocupan por su seguridad y la de sus hermanos, y Naseri a menudo se pregunta qué pensará la gente de ella. “Para ser honesta, no sé qué va a pasar”, señaló. “Pero en este país tenemos libertad; tenemos opciones. Espero que todo vaya bien”.

Con tres golpes de martillo, el centro de convenciones se convirtió en una corte federal. De pie, frente a seis banderas estadounidenses, el juez de distrito Fernando M. Olguín lideró a la multitud, con las manos derechas levantadas, en el Juramento de Lealtad de los Naturalizados. “A partir de este día, le deben lealtad a los EE.UU., pero este país no les pide que olviden su patrimonio cultural y la tierra y la gente de donde provienen”, expresó el juez Olguín. “Tienen derecho de pasar orgullosamente esa herencia y cultura a sus hijos”.

Olguín dijo que fue criado por sus abuelos inmigrantes, en un barrio de mayoría latina en el Valle de San Gabriel. Su familia no tenía educación y no sabía hablar inglés. Su abuelo, comentó, era jardinero, su abuela trabajaba en una fábrica de plásticos. Pero le dieron una oportunidad, afirmó, de hacer algo de sí mismo.

Eva Ceja, de 64 años, llegó a los EE.UU. desde Michoacán, México, en 1978, con su esposo. Ella trabajó en el campo y en cocinas, también como mucama. Pudo pagar la universidad para sus seis hijos, y ahora cuidar de su esposo, que requiere de diálisis.

La hija de Ceja, Nadia Abrica, fue organizadora comunitaria para la campaña de Hillary Clinton y animó a los latinos a votar. Ceja expresa que habría votado por Clinton de haber podido, puesto que se siente asustada por el lenguaje de Trump acerca de los mexicanos. No obstante, señala, ha contribuido mucho a este país y piensa quedarse.

Acerca de convertirse en ciudadana este martes, la mujer sonrió y afirmó: “Es divino”.

Jair Fray y su esposa, Merville, de Westmont, han pasado la mayor parte de sus vidas aquí. Jair tenía dos años cuando vino a los EE.UU., desde Jamaica, con su familia. Él obtuvo su residencia desde 1982, una tarjeta verde con las palabras “extranjero residente” y una fotografía de su juventud. Merville era una niña pequeña cuando llegó aquí desde Surinam.

Jair, de 39 años, se convirtió en ciudadano en la ceremonia del martes, y Merville, de 34, fue naturalizada en otra ceremonia vespertina, mientras ambos jugaban con sus niños pequeños. Jair aseguró que la elección lo motivó a pagar finalmente los $680 por persona de cuota de naturalización, “sólo por si acaso”. Señaló que confía en que el sistema de controles de los EE.UU. tengan a Trump a raya.

Su familia gritó cuando lo vio salir del centro de convenciones, con una bandera estadounidense en su bolsillo y el certificado de naturalización en la mano. “¡Ya no seré deportado!”, bromeó con su esposa.

“Probablemente eras el voto que hubiera llevado a Hillary a la victoria”, le dijo su madre, Shirley Shamdas, otra ciudadana.

Merville afirmó que, aunque está en el país legalmente, nunca se había sentido completamente segura de no ser deportada. El martes, señaló, fue el día perfecto para ella, excepto por una pequeña cuota de tristeza. “Se supone que sea un momento tan feliz”, dijo. “Finalmente me estoy convirtiendo en estadounidense, para unirme a un país donde ahora hay tanto malestar e infelicidad. Pero, entonces me di cuenta de que éste es ahora mi país. ¿Qué puedo hacer como ciudadana para salvar la brecha y solidarizarme con los que se sienten marginados?”, se preguntó.

Los Fray le dijeron a su hija, de un año, y a su pequeño, de cuatro, que era un día especial. “Le dijimos a nuestros hijos… vamos a ver la bandera”, dijo Merville. “Papá y mamá van a ser ciudadanos; y siempre vamos a estar juntos”.

Si desea leer la nota en inglés, haga clic aquí.

Traducción: Valeria Agis

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