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Con el triunfo de López Obrador en México, se da otro paso en el populismo global, pero esta vez desde la izquierda

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La victoria de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales del 1 de julio en México, es otro avance más para la marcha global del populismo, una ideología que se nutre del miedo y la esperanza.

En México, sin embargo, el populismo viene con un giro: López Obrador emerge de una tradición izquierdista en un mar de tendencias derechistas.

Desde la elección de Donald Trump en 2016 en Estados Unidos, hasta el ascenso de líderes de esa tendencia en Hungría, Italia y otros aliados de EE.UU., el populismo está planteando nuevos desafíos a la democracia moderna.

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A menudo anti intelectual y/ o xenófobo, el populismo saca provecho de las preocupaciones existenciales de la población de clase media y trabajadora que ven que sus trabajos se pierden con la tecnología o con los trabajadores peor pagados.

El populismo puede ofrecer expectativas poco realistas y a menudo atiza los temores de las personas contra los inmigrantes y extraños, a quienes califica de criminales y terroristas, mientras que critica a una elite tradicional mal definida, retratada como distante de las preocupaciones de los ciudadanos comunes.

Esos aspectos claramente son parte de un manual político de Trump, y de López Obrador, quien también atrae al hombre común, pero su estilo de populismo no emplea el mismo nivel de negatividad ni tiene influencias racistas o nativistas. Queda por ver cómo evolucionará.

Al igual que Donald Trump, López Obrador se benefició de una fuerte corriente de indignación en la que muchos votantes se sintieron privados de sus derechos, excluidos o pasados por alto.

La retórica de su campaña no varió mucho en comparación con sus anteriores candidaturas a la presidencia en el 2006 y en el 2012. Criticó agudamente a la élite de México y a las políticas económicas neoliberales adoptadas por los gobernantes del país.

Lo que fue diferente esta vez fue el estado de ánimo del electorado.

“Los mexicanos estamos muy enojados”, dijo Genaro Lozano, profesor de ciencias políticas y relaciones internacionales en la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México.

No es difícil entender por qué. La violencia se encuentra en su nivel más alto y la corrupción ha infectado aparentemente a todos los niveles del gobierno. Alrededor de la mitad de la población de México vive en la pobreza, y el país ocupa los últimos puestos entre las naciones desarrolladas en movilidad social y la oportunidades de salir adelante.

Si bien el mensaje de López Obrador no ha cambiado, su momento es finalmente el correcto.

Lozano dijo que la votación del domingo fue un referéndum contra los dos partidos políticos que han ocupado la presidencia durante los últimos 18 años, el Partido de Acción Nacional y el Partido Revolucionario Institucional, que antes del año 2000 gobernó sin interrupción durante más de 70 años.

“Durante décadas hemos tenido gobiernos que han adoptado políticas pro-Washington, neoliberales”, dijo Lozano. “Creo que mucha gente está enojada porque el modelo económico no ha traído lo que se prometió”.

El populismo ha estado reapareciendo, especialmente en Europa, durante más de un cuarto de siglo, y principalmente en la derecha, dijo Matthew Goodwin, un científico político del Think tank Chatham House, con sede en Londres.

Estuvo presente en las elecciones a finales de la década de 1990 y nuevamente en todas las competencias electorales desde 2010 del primer ministro húngaro Viktor Orban, en una plataforma virulentamente antiinmigrante y lo que él llama “democracia antiliberal” que incluye tomar medidas enérgicas contra la prensa libre. Impulsó el llamado referéndum Brexit en 2016, cuando los votantes británicos aprobaron la retirada de su país de la Unión Europea.

Y ha reforzado la extrema derecha en Francia, Polonia e Italia, donde está tomando el poder el primer gobierno totalmente populista de Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Incluso en un país con una democracia tan sólida y establecida como Estados Unidos, el populismo impulsado por la ansiedad económica fue, en parte, la ola que llevó al triunfó a Donald Trump.

“Es difícil concluir que desaparecerá pronto”, dijo Goodwin, autor del libro: ‘Populismo nacional: la rebelión contra la democracia liberal’. “Estamos en un nuevo período de volatilidad política”, dijo Goodwin.

López Obrador, al igual que Trump, es ambivalente, incluso desconfía de las instituciones, tiende a simplificar demasiado los problemas y tiene un ego enorme. Ambos tienden a exagerar su lugar en la historia y son ágiles atacando a quienes perciben como una amenaza, incluyendo los medios de comunicación, los intelectuales, los líderes empresariales, las celebridades.

Más allá de la división izquierda-derecha, existen diferencias importantes entre los dos hombres: López Obrador no es nativista ni xenófobo, y no ha propuesto aranceles sobre los bienes que llegan a México desde otros países.

Como muchos populistas, López Obrador se describe a sí mismo como el representante del pueblo y tiene dificultades para admitir la legitimidad de sus oponentes, dijo Carlos Bravo Regidor, profesor del Centro de Investigación y Docencia Económicas en la Ciudad de México.

“López Obrador ha estado presente desde mucho antes de que comenzara la ola populista”, dijo Bravo. “Pero él está llegando al poder como parte de ese proceso”.

López Obrador, ampliamente conocido por sus iniciales, AMLO, ha estado machacando los mismos temas durante al menos una década: la corrupción, las raíces sociales de la violencia, el bajo rendimiento de la economía. Pero ganó en parte porque los mexicanos han abrazado los sentimientos antiglobalización y antiestablishment que se están propagando en todo el mundo.

Al igual que Trump y otros populistas, López Obrador está haciendo promesas mucho más allá de lo que puede cumplir.

López Obrador asegura que él va a ser el inicio de una “cuarta transformación” de México, a la par con la independencia en 1821 y la revolución. Él ha prometido mejorar el medio ambiente, aumentar los salarios, terminar con la violencia.

A pesar de los cambios populistas en Europa y en los Estados Unidos, se ha producido un fenómeno inverso en las elecciones presidenciales en toda América Latina.

En Argentina, la populista Cristina Fernández de Kirchner fue reemplazada por un conservador, Mauricio Macri, en 2015. Los conservadores también han ganado en las últimas elecciones en Colombia y Chile.

Las comparaciones con Trump, Bernie Sanders o Hugo Chávez deben hacerse con cuidado, dijo Bravo, y afirma que el líder reciente que mejor se compara con López Obrador es el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. La época de López Obrador como alcalde de Ciudad de México, donde se asoció con el multimillonario Carlos Slim para construir el centro histórico de la ciudad, muestra que, al igual que Lula, “es un populista pragmático”.

“Si tenemos que pasar por esta fase, y tenemos que tener un hombre fuerte populista en el poder, AMLO no es una mala opción”, dijo Bravo. “Él podría ser una versión más benigna, más ligera”.

Hablando en términos generales, el populismo en América Latina proviene rutinariamente de la izquierda desde la década de 1930, pero generalmente es socialmente inclusivo a diferencia del fenómeno en EE.UU. y Europa, dijo Steven Levitsky, profesor de la Universidad de Harvard y coautor de “Cómo mueren las democracias”.

“Las elecciones en un contexto de Estados débiles y con grandes desigualdades, dan lugar a populismos periódicos en América Latina”, dijo Levitsky. Pero, advirtió, López Obrador “no es Trump”. Su base y su proyecto son totalmente diferentes”.

Aun así, las elecciones presidenciales de México fueron impulsadas por las mismas ansiedades económicas y sentimientos antiestablishment que dominaron la presidencia de EE.UU. en 2016

La votante Elena Pérez Hernández dijo que estaba harta de los partidos políticos y del gobierno.

“La corrupción es horrible”, dijo Pérez, de 32 años, residente de la empobrecida comunidad de Ecatepec, en las afueras de la Ciudad de México. “La violencia está empeorando. Y parece que el gobierno protege a los grupos delictivos más de lo que nos protege a los ciudadanos”.

¿Su voto? Por López Obrador.

“Finalmente tenemos esperanza”, comentó. “Él representa a la gente”.

Para leer esta nota en inglés, haga clic aquí.

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