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Cómo llegó el fin de Xerox, la compañía que inventó las fotocopiadoras y las primeras computadoras personales

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Su impacto fue tan grande que su nombre se convirtió en un verbo.

Así como en la actualidad se dice “googlear” para referirse a la búsqueda de información en internet, hace más de medio siglo la palabra Xerox se convirtió en inglés en sinónimo de hacer una fotocopia.

Cuando en 1959 Xerox introdujo en el mercado la primera fotocopiadora comercial, que abocó a la obsolescencia el uso del papel carbón, su invención fue considerada tan revolucionaria como el primer iPhone presentado por Steve Jobs en 2007.

En muy poco tiempo, las fotocopiadoras se convirtieron en un instrumento indispensable para cualquier empresa. Muchas dedicaban parte de su espacio de oficina al “cuarto Xerox”, el lugar donde se hacían todas las impresiones.

Cabalgando sobre el dominio de esta tecnología, Xerox se convirtió durante las décadas de 1960 y 1970 en una de las empresas más valiosas del mundo.

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Su estrella, sin embargo, comenzó a apagarse en la década de 1980, cuando empezó a perder mercado ante sus competidores que le arrebataron sucesivamente su liderazgo en el segmento de fotocopiadoras medianas y, luego, en el de las de alta calidad con impresión a color.

Esta semana, la historia de Xerox como una compañía independiente llegó a su fin tras anunciarse su fusión con la japonesa Fujifilm para crear una nueva corporación -FujiXerox- en la que la empresa estadounidense será el socio minoritario.

Fujifilm, que tendrá poco más del 50% del negocio de Xerox, anunció planes para reducir costos por valor de US$1.700 millones durante los próximos años así como un recorte de plantilla de 10.000 trabajadores.

Así, Xerox se une a otras grandes empresas que llegaron a ser líderes en sus mercados pero luego se diluyeron en fusiones necesarias para sobrevivir tras haberse quedado atrás en la carrera.

Pero ¿cómo ocurrió esto?

El peso de la fotocopiadora

Puede parecer paradójico que la fotocopiadora, el producto estrella que marcó la historia de Xerox, no fuera inventada por esa compañía.

Esa tecnología fue creada por Chester Carlson, un inventor que trabajó como abogado de patentes en Nueva York, que a finales de la década de 1940 vendió los derechos de exploración y explotación comercial a Haloid, una empresa que fabricaba papel fotográfico y que estaba buscando desarrollar métodos para reproducir documentos.

La compañía acuñó el término “xerografía” para referirse al proceso de fotocopiado y para 1959, año en el que fabricó la que se considera como la primera fotocopiadora moderna, la empresa ya había cambiado su nombre a Haloid Xerox.

Gracias a sus patentes, la compañía prosperó de forma indisputada hasta mediados de la década de 1970, cuando otras compañías finalmente pudieron empezar a competir con ella.

Luego, cuando en la década de 1980 expiraron sus patentes sobre la tecnología del fotocopiado, comenzó el lento declive de Xerox.

Desde entonces, la empresa intentó diversificar su negocio ingresando sin mucho éxito en distintos sectores como el de los seguros y el manejo de inversiones.

En tiempos más recientes desarrolló una línea de servicios a empresas relacionados con la gestión de documentos de oficina, en lo que ha sido relativamente más exitosa aunque no lo suficiente como para garantizar su supervivencia como empresa independiente.

A pesar de la importancia del papel en el negocio de Xerox, la desaparición de esta compañía en la era digital no parecía algo inevitable. Al contrario, gracias a sus grandes innovaciones tuvo muchas oportunidades de haber mantenido su vigencia.

Innovación coartada

Mucho tiempo antes de Microsoft, Apple o Google es establecieran como grandes marcas de innovación tecnológica, Xerox estableció un centro de investigación a inicios de la década de 1970 en Palo Alto, California. ¿Su misión? Desarrollar la tecnología de la oficina del futuro.

En ese centro se consiguieron muchas innovaciones que la compañía no terminó de desarrollar comercialmente.

Así, en 1973, Xerox creó Alto, el primer prototipo de computadora personal, que contaba con el primer procesador de textos WYSIWYG (What You See Is What You Get, lo que en español quiere decir “lo que ves es lo que obtienes”), el primer mouse de uso comercial y la primera interfaz gráfica de usuario (GUI, por sus siglas en inglés).

La empresa de fotocopiadoras no había inventado el mouse ni la GUI, pero los había mejorado al punto de poder incorporarlos en una computadora personal.

Pese a estos avances, la empresa no intentó comercializar esa primera computadora sino mucho tiempo más tarde, en 1981, con el nombre de Xerox Star, pero con un precio excesivo como para ser considerada una computadora personal: US$16.000, 10 veces más cara que la primera PC para negocios ofrecida por IBM ese mismo año.

Esta no fue la única innovación en la que la empresa no supo capitalizar plenamente sus esfuerzos.

En 1973, los investigadores de Xerox crearon SuperPaint, el primer programa informático para dibujar que abrió las puertas a la animación computarizada y que, de hecho, más adelante llevó a sus creadores a ser reconocidos con los premios Emmy y Oscar.

De igual forma, según afirma Xerox, su procesador de palabras “WYSIWYG” marcó el camino para otros programas exitosos como el Word de Microsoft.

En 1975, la compañía también creó el primer GUI que empleaba íconos, menús emergentes y ventanas sobrepuestas que operaban simplemente con colocando el puntero y haciendo click.

Se cuenta que en 1979 Steve Jobs realizó una visita a los laboratorios de Xerox y que algunas de las ideas que encontró allí terminaron plasmadas en la computadora Macintosh de Apple.

Pero Xerox llegó aún más allá.

En 1995, la empresa de fotocopiadoras desarrolló una tecnología de pantalla táctil que permitía introducir información en pequeñas computadoras del tamaño de la palma de la mano.

Según Richard Koch, autor del libro “El principio estrella: puede hacerle rico”, todos estos productos tenían el potencial de haber convertido a Xerox en la empresa más valiosa de la historia, pero nunca fueron comercializados por esa compañía, pues en muchos casos sus directivos no consideraban que serían rentables.

Ya sabemos cómo acabó su historia.

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