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Dialoga Padura con alumnos en la UNAM

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Leonardo Padura (Cuba, 1955) puso punto final a una ausencia de 19 años en la Ciudad de México, a la que rehuía por su altura, que tanto le golpea.
Ahora vuelve para recibir este jueves el Doctorado Honoris Causa en el Palacio de Minería, una distinción que recibió en 1921 el cubano Manuel Márquez Sterling. Y desde entonces, ningún otro cubano.
“Lo cual significa un compromiso enorme para mí, el cual agradezco profundamente”, diría Padura, al inicio de la velada en la Sala Miguel Covarrubias, y refrendó lo dicho cuando recibió el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015: “Lo recibo no solo personalmente, sino como un escritor cubano que vive en Cuba y que pertenece a la cultura cubana”.
De su pluma ha salido la saga del melancólico detective Mario Conde, novelas que interesan tanto por su trama policiaca lo que tienen que decir sobre la corrupción, el oportunismo y la represión cultural, como resumía la escritora Rosa Beltrán al inicio del encuentro de Padura con estudiantes de la UNAM.
En su conferencia “La Habana, la ciudad de las letras”, Padura ofreció una síntesis de un ensayo, en proceso, que se propone completar, cuando las novelas se lo permitan porque él es, ante todo, un novelista.
Padura se remontó a los empeños, en el siglo 19, de Domingo del Monte (1804-1853), “mal poeta y políticamente veleidoso”, quien a través de palabras e historias, asumió la responsabilidad de procurar la identidad, estructura y forma que sería distintiva de la nueva nación y de la ciudad de La Habana.
Pero sería el joven Cirilo Villaverde quien consumaría el propósito ideológico y literario con la publicación de Cecilia Valdés o la Loma del Ángel (1839), en que La Habana se convierte ya en el escenario más representativo de la nación, en la literatura y el imaginario cubano.
“La Habana por fin tenía su imagen, construida con palabras”, diría Padura.
El escritor se propone continuar el ensayo con el estudio de obras narrativas del siglo 20 que han contribuido a la creación del imaginario nacional cubano.
“Somos herederos de esa tradición cultural que nos legaron desde el siglo 19 todos estos fundadores alrededor de las tertulias de Domingo del Monte, los escritores del costumbrismo, del romanticismo, del realismo y luego, la vanguardia, y sobre todo esos tres nombres que considero las grandes cumbres, ya en el siglo 20, después de creada la primera imagen de La Habana: Alejo Carpentier, José Lezama Lima y Guillermo Cabrera Infante”, dijo.
Padura firmó ejemplares de sus novelas para sellar su reencuentro con la Ciudad de México.

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