Anuncio

Cuando se trata de armas, la seguridad de los estudiantes debe ser la prioridad

Share

Me imagino un momento en que por, el interlocutor, se anuncie: “Este es un cierre total de la escuela, no un simulacro”.

Inmediatamente cierro la puerta del aula, apago las luces, me meto bajo las mesas con mis estudiantes y sofoco sus gritos.

¿Debería este escenario formar parte de los cursos de formación docente?

Al parecer sí, porque ya los maestros en los Estados Unidos pasan por estos encierros o simulaciones de tiroteos activos cada año.

Anuncio

He experimentado dos cierres totales en Hoover High School, aunque ninguna de las amenazas se materializó.

Como si las demandas del trabajo no estuvieran ya extendidas a longitudes increíbles, ahora los docentes deben absorber la remota pero real posibilidad de que, un día, una pesadilla ocurra en su aula. Esos educadores necesitan pensar en cómo ellos realmente manejarán una situación que nunca quisieran enfrentar.

Si el agresor dispara hacia el aula ¿hago barricadas en la puerta? De ser así, ¿mis estudiantes podrían ayudarme a mover objetos pesados? ¿Suplicamos bajo los escritorios para que el tirador no nos vea? ¿Intento derribarlo, sabiendo que mi vida y las de mis estudiantes están en riesgo, o ignoro activamente los procedimientos de bloqueo y me atrevo a detenerlo?

El miércoles por la noche, CNN realizó una reunión pública en el BB&T Center, en Sunrise, Florida, a 20 minutos en coche de Marjory Stoneman Douglas High School, en Parkland, donde ocurrió la masacre del Día de San Valentín, donde fallecieron 17 estudiantes y profesores.

El espacio tiene capacidad para más de 20,000 personas; la escuela preparatoria cuenta con más de 3,000 estudiantes. Nadie resultó herido en el estadio debido a las medidas de seguridad que rigen allí, y que deberían replicarse en cada escuela de los Estados Unidos.

Debería ser más fácil asegurar las escuelas que aprobar leyes de armas más fuertes.

El presidente Trump debería llamar a una reunión de emergencia con sus asesores y desarrollar un plan para implementar de inmediato.

Desafortunadamente, tenemos un presidente que necesita tener una guía -”Los escucho”- sobre cómo mostrar empatía para los padres en duelo, y que cree que armar a los maestros es el camino a seguir.

Todos estamos cansados de las imágenes de estudiantes agachados bajo los escritorios, con terror; la angustia en las caras de los padres a la espera de recibir noticias de sus hijos, las vigilias a la luz de las velas, los funerales, los letreros, las súplicas, los pedidos de hacer algo; hagan algo, por favor, por favor, hagan algo.

Los alumnos, que estudian los peligros de conducir bajo la influencia, son conscientes de que cada 15 minutos en los Estados Unidos una persona muere a causa de un accidente automovilístico. Sin embargo, durante ese mismo tiempo, un ser humano muere en un incidente relacionado con armas de fuego.

Mientras que los automóviles están regulados en cuestiones de seguridad -se atribuye a los cinturones y las bolsas de aire la reducción de la tasa de mortandad- las armas no lo están.

El número de muertes (26) y la corta edad de los niños, de 6 a 7 años, en Sandy Hook Elementary School, en Newtown, Connecticut, junto con la declaración lacrimosa del presidente Obama, llevaron a muchos a creer que ese sería el momento decisivo, el punto de inflexión cuando los políticos finalmente actuarían para detener la desenfrenada enfermedad de las armas de fuego. Doscientos disparos y 400 muertes más tarde, nada ha cambiado.

¿Qué número de muertes se necesitarán para llamar la atención de todos: 50, 100, 500? ¿Tal vez la muerte del hijo o nieto de un prominente político?

Sin embargo, el Congreso no tiene problemas en aprobar legislación para ampliar los derechos de los propietarios de armas. En diciembre pasado, la Cámara de Representantes aprobó el HR 38, Reciprocidad de portación oculta, que permite que las personas con armas de fuego viajen de un estado a otro y porten legalmente sus armas.

Suplico para no volver a escuchar “esto es un bloqueo”, y para que todos mis seres queridos no lo escuchen tampoco. Los niños no deberían asistir a la escuela ante la más mínima posibilidad de no volver a casa.

Sin embargo, en el clima actual, el primer sonido de un administrador que habla por el interlocutor pone a todos nerviosos.

No se trata de estados azules versus rojos, de demócratas versus republicanos, a favor o en contra de las armas. Se trata de tener un país donde la seguridad de los hijos es primordial, una prioridad que reemplaza el derecho de cualquier ciudadano a poseer un arma.

BRIAN CROSBY es profesor en el Distrito Escolar Unificado de Glendale y autor de “SmartKids, Bad Schools”, y de “The $100,000 Teacher.” Se lo puede contactar en www.brian-crosby.com.


Traducción: Diana Cervantes

Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí:

Anuncio