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Opinión ¿Los estudiantes de Georgetown son intolerantes por estar de acuerdo con el papa?

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¿Puede una organización estudiantil en una universidad católica tener problemas por adherirse a la enseñanza de la iglesia de que el sexo fuera del matrimonio es un pecado?

La respuesta podría parecer tan obvia como la pregunta “¿Es católico el papa?”. De hecho, un grupo de la Universidad de Georgetown que considera el matrimonio como “una unión monógama y permanente entre un hombre y una mujer” se enfrenta a la pérdida de su estatus oficial por violar las reglas de la universidad.

The Washington Post informó esta semana que un grupo conocido como Love Saxa fue denunciado por violar las reglas y negar beneficios a las agrupaciones que “fomentan el odio o la intolerancia de los demás debido a su raza, nacionalidad, género, religión o preferencia sexual”.

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Love Saxa se enfrenta a una audiencia este lunes ante la Comisión de Actividades Estudiantiles en la que podría perder un subsidio de $250 y otros beneficios.

Para algunos estudiantes de Georgetown, ése sería un resultado justo. Un editorial en el periódico estudiantil, Hoya, argumentó: “Saxa niega los derechos de las personas sobre la base de sus orientaciones sexuales, y eso es intrínsecamente intolerante”.

El editorial reconoció que otros grupos en el campus estaban de acuerdo con las enseñanzas católicas tradicionales sobre el matrimonio, pero “promover activa y vigorosamente esta definición, que es directamente intolerante a la comunidad LGBTQ, no es el enfoque principal de sus misiones, tal como parece ser el de Love Saxa”.

La distinción suena bastante arriesgada: ¿La comprensión católica del matrimonio -con la cual hasta el papa Francisco, quien dijo “¿Quién soy yo para juzgar?”, adhiere- es tolerable, pero sólo mientras no se predique?

La polémica en torno a Love Saxa ha revuelto las divisiones normales en la guerra de la cultura católica sobre la sexualidad. No es de extrañar que el grupo sea defendido por Robert George, profesor de derecho constitucional de Princeton y pilar del catolicismo conservador. Pero también recibió el apoyo del reverendo James Martin, sacerdote jesuita que fue atacado salvajemente por los católicos conservadores por abogar por un enfoque más acogedor para los homosexuales católicos.

“¿Por qué un grupo estudiantil que defiende la enseñanza católica respetuosamente debe quedarse sin el apoyo de una universidad católica?”, preguntó Martin a la Agencia Católica de Noticias. “Mientras Love Saxa trate a las personas LGBT (tanto en el campus como fuera de éste) con ‘respeto, compasión y sensibilidad’, como exige el Catecismo, entonces deberían poder expresar su opinión en el campus”.

La controversia en Georgetown es fascinante como ejemplo de las tensiones internas católicas sobre los derechos de los homosexuales, pero también refleja un debate en la educación superior acerca de si las organizaciones estudiantiles que se adhieren a los puntos de vista religiosos tradicionales sobre el sexo y el matrimonio deben ser despreciadas por intolerantes y odiosas. Cuando esas instituciones son públicas, la Constitución está implicada y los tribunales pueden participar.

Eso sucedió en 2010 cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos confirmó la decisión de UC Hastings College of the Law de negar el reconocimiento oficial y el acceso a las instalaciones escolares a una sede de la Sociedad Legal Cristiana.

La organización requería que los miembros renunciaran a la “participación o promoción impenitente en un estilo de vida sexual inmoral”, que definía como el sexo fuera del matrimonio heterosexual. La escuela de derecho consideró que esta política equivalía a excluir a los estudiantes con base a su religión y orientación sexual.

La decisión por 5-4 se enfocó en un tema específico: si era constitucional que una universidad exigiera que las organizaciones estudiantiles admitan a “todos los que llegan”. En su opinión disidente, el juez Samuel A. Alito Jr. señaló que la corte debería haber enfrentado una cuestión más amplia: si la Sociedad Legal Cristiana estaba siendo discriminada en base a sus creencias religiosas.

Si Love Saxa pierde su estatus como organización estudiantil en Georgetown, podría presentar la misma queja. El giro será que las creencias que habrán sido su perdición son las mismas de la iglesia que formó la identidad de su escuela.

Traducción: Diana Cervantes

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