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Mientras el debate por la seguridad continúa, los maestros en esta escuela de Texas ya están armados

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En los días que transcurrieron desde que un tirador de 19 años irrumpió en su antiguo campus de preparatoria en Parkland, Florida, y mató a 17 personas con un rifle de asalto AR-15, la nación se vio envuelta en un debate sobre qué hacer con la violencia escolar:

¿Cómo detenerla?

Aquí, en Argyle High School, ya tienen una respuesta: los maestros portan armas.

Un letrero fuera del campus advierte: “Tenga en cuenta que el personal de Argyle [Independent School District] está armado y puede usar cualquier fuerza que sea necesaria para proteger a nuestros estudiantes”.

Entre los que llegaron el jueves se encontraba la maestra asistente Theresa Locastro, quien afirmó que la decisión de la junta escolar de permitir que el personal estuviera armado después de la masacre en Sandy Hook Elementary School, ocurrida en 2012, “fue un ejemplo para varias escuelas”.

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“Sé que hay mucha controversia y gente que no quiere armarlos”, afirmó Locastro, de 44 años, quien cree que la medida puede evitar ataques como el del tirador de Parkland. “Con suerte, les hará pensar dos veces”, consideró.

En unas dos docenas de estados, incluido California, las escuelas pueden permitir que el personal lleve pistolas en el campus, aunque algunas requieren licencias de portación encubierta, según la Conferencia Nacional de Legislaturas Estatales.

Para los expertos, no está claro si tales políticas reducen la probabilidad de tiroteos en las escuelas o el número de muertos. Pero el presidente Trump y otros legisladores han expresado su apoyo para armar a los maestros: el jueves pasado, el presidente sugirió otorgar bonos al personal escolar que porte armas. Los funcionarios de Argyle y otros distritos sostienen que las políticas disuaden a los tiradores y dan tranquilidad, y que otras escuelas deben seguir su ejemplo. Decenas de distritos de Texas permiten que los maestros porten armas.

“Es esencial para mantenernos a salvo”, aseveró Lizzie Dagg, de 18 años, presidenta del último curso de Argyle, quien pasó parte del almuerzo del jueves firmando una pancarta para expresar simpatía a los alumnos de Parkland.

“Vamos a proteger a nuestros niños a toda costa”, advirtió la maestra de historia de los Estados Unidos Sharon Romero, una propietaria de armas que no se ofreció como voluntaria para llevarlas en la escuela, pero está feliz de que sus compañeros de trabajo sí lo hicieran. La docente está decepcionada de que los legisladores no hayan hecho más para promulgar regulaciones con “sentido común”, como las verificaciones de antecedentes ampliadas. “Al menos estamos tomando medidas”, expresó. “Me siento más segura en mi trabajo que muchos otros maestros en este país”.

Para Ari Freilich, un abogado de San Francisco que trabaja en el Giffords Law Center to Prevent Gun Violence, los informes han demostrado que leyes más permisivas de portar armas ocultas contribuyen a la violencia armada, aunque no estaba al tanto de los estudios en las escuelas. Según él, muchos maestros ya están abrumados; “pedirles que sean los primeros en responder tampoco es bueno para los estudiantes”, estimó.

Amy Klinger, cofundadora de Educator’s School Safety Network, con sede en Ohio, dijo que, en lugar de armar a su personal, las escuelas deberían formar equipos de educadores que evalúen las amenazas. Los pedidos de Trump y otros para que haya armas de fuego en las escuelas “realmente han desviado el enfoque de las cuestiones que son más efectivas”, consideró. “Necesitamos hacer cosas que funcionen, no que se sientan bien”.

Klinger estimó que más armas en los campus pueden derivar en más disparos accidentales, como dos a principios de este mes registrados en Minnesota y Florida, y no es razonable esperar que incluso el personal armado en grandes campus pueda detener a un tirador de masas. “Necesitamos capacitar a nuestros maestros sobre cómo identificar a estas personas. Pero la gente no quiere escuchar eso, quieren una solución rápida”, aseveró.

En Texas, las juntas escolares deben aprobar el armado de los maestros. Al menos 170 distritos permiten a los empleados -y en algunos casos a los miembros de la junta- portar armas de fuego, según la Asociación de Texas de Juntas Escolares. Alrededor de 150 distritos tienen sus propios departamentos de policía, y más de 250 distritos sin policía cuentan con oficiales de recursos escolares.

Eso significa que alrededor del 22% de los distritos escolares públicos del estado han permitido que el personal lleve pistolas, según Joe McKenna, director de investigación y educación en el Centro de Seguridad Escolar de Texas, de la Universidad Estatal de Texas en San Marcos.

El centro trabaja con el Distrito Escolar Independiente de Argyle y otros sistemas escolares para mejorar la seguridad y la preparación. McKenna afirmó que el centro no estudió la efectividad de armar a los maestros. “Hay que sopesar lo que es mejor para cada distrito, teniendo en cuenta el tamaño de éste, la mitigación y las amenazas”, explicó.

Abrumadoramente republicano, Texas es famoso por apoyar los derechos de armas. La Asociación del Rifle (NRA) celebrará su convención anual en Dallas en mayo, solo unos años después de su reunión en Houston. Texas contó con más armas registradas el año pasado que cualquier otro estado (588,696), seguidas por California (344,622) y Florida (343,288).

Los votantes de Texas han aprobado varias leyes en los últimos años que amplían el derecho a portar armas abiertamente y en los campus universitarios. Las oficinas gubernamentales y las empresas que no permiten la portación deben colocar letreros en sus entradas.

Pero Texas también ha visto crecer el apoyo para el control de armas. Los manifestantes se unieron para oponerse a los derechos de portación en los campus hace dos años, sobre todo en la Universidad de Texas en Austin, donde los opositores formaron la alianza “Gun Free UT”.

Algunos profesores incluso renunciaron antes de enseñar con pistolas en sus clases. A estos docentes les preocupaban no solo los posibles ataques de tiradores perturbados, sino también los disparos accidentales de armas, o el extravío de estas. La semana pasada, algunos de esos temores se confirmaron cuando se encontraron dos armas de fuego en los baños de mujeres en dos campus diferentes de UT Austin.

Los funcionarios de Argyle consultaron a otras escuelas que ya habían armado maestros antes de aprobar la política. La superintendente Telena Wright llamó a su contraparte en el cercano Distrito Escolar Independiente Harrold, entre los primeros en el país en armar maestros. Se trata de un distrito pequeño -de solo 115 estudiantes- en un condado del tamaño de Rhode Island vigilado por media docena de agentes del sheriff; el tiempo de respuesta de las autoridades es una preocupación allí.

El superintendente de Harrold, David Thweatt, había propuesto armar a los maestros después del tiroteo en West Nickel Mines School, en la zona amish de Pensilvania, en 2006. Los miembros de la junta directiva inicialmente se opusieron, luego cambiaron de opinión después del tiroteo masivo que acabó con 32 vidas, esa primavera en Virginia Tech.

Desde entonces, Thweatt trabajó con los legisladores texanos para aprobar una norma que brinda capacitación al personal escolar para actuar como “guardianes” armados. A quienes le solicitan consejos les indica que mantengan al personal armado en el anonimato, como los comisarios aéreos, y que lleven sus armas en todo momento. “Hay que estar listo”, aseveró.

Thweatt gasta menos de $1,000 en entrenar y armar a los docentes; los distritos más grandes podrían pagar más por los servicios, pero tienen presupuestos comparativamente más grandes. “Es muy rentable”, consideró.

Argyle es un distrito mucho más grande y de rápido crecimiento, con 2,400 estudiantes, 850 de ellos en preparatoria. Antes de que la junta escolar aprobara la política, los funcionarios realizaron una reunión a la que asistieron cientos de residentes. Muchos hablaron en la asamblea, todos a favor de portar armas, informó la superintendente. “Después de esa noche, sabía que la comunidad iba a apoyarlo”, dijo Wright, y los comentarios de los padres y el personal siguen siendo positivos. Los funcionarios escolares han recibido llamadas de distritos en Michigan, Oregon y Virginia.

El director de Argyle High, James Hill, quien tiene tres hijos en el sistema escolar, se mostró escéptico sobre la política cuando fue contratado en 2015, pero destacó: “Ahora soy un defensor. Ya no nos quedamos sentados esperando que suceda”, dijo, acerca de los tiroteos escolares. “Quiero darle a nuestros niños una oportunidad de defenderse”.

El personal que se ofrece como voluntario para portar armas debe tener licencia de portación y aprobar el examen psicológico, según el jefe de policía de las escuelas de Argyle, Paul Cairney.

Aquellos que son aprobados llevan armas propias o provistas por el distrito, que Cairney también revisa para asegurarse de que funcionen correctamente. Los voluntarios asisten inicialmente a entre tres y cinco días de entrenamiento, y un nuevo curso anual, que incluye simulaciones de tiroteos activos. “Nuestros maestros llevan la pistola encima todo el tiempo. Si algo sucede, cada segundo es precioso y queremos que puedan actuar rápidamente”, consideró.

Los funcionarios del distrito se negaron a precisar cuánto cuesta el programa, cuántas personas se ofrecieron como voluntarias y cuáles están armados, pero Cairney destacó que están en todas las escuelas.

También indicó que el personal no ha tenido ningún accidente, u que no hubo armas desaparecidas desde que comenzó el programa. Hizo hincapié en que armar al personal no es la única estrategia de seguridad del distrito. También monitorean las computadoras portátiles para estudiantes que se entregan en la escuela, poseen un nuevo sistema para verificar las redes sociales, bloquean las entradas y verifican electrónicamente la identificación de todos los que ingresan a las escuelas, incluso los padres y exalumnos.

El jueves, al caminar por los pasillos de la escuela, Cairney notó a varios miembros del personal armado. Desde el tiroteo en Florida, más empleados se ofrecieron como voluntarios para portar armas.

Traducción: Diana Cervantes

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