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Refugios temporales del condado de Los Ángeles: esos sitios donde muchos niños en cuidado de crianza circulan constantemente

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Dentro de un pequeño dormitorio en un campus prolijamente cuidado en La Verne, dos chicas adolescentes revoloteaban entre las habitaciones.

Una ajustó una camiseta sin mangas sobre su pecho y miró su reflejo en el espejo. La otra bailaba al son de “That’s What I Like”, de Bruno Mars, que sonaba desde un teléfono celular.

Las adolescentes se estaban preparando para huir de un refugio temporal para jóvenes en cuidado de crianza.

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Justo antes de las 9:30 p.m. echaron a correr y se dirigieron a la entrada del campus. Un guardia de seguridad y otro miembro del personal las siguieron.

“¿Por qué te acercas tanto? Solo quédate ahí, por favor”, la más joven le rogó al guardia mientras la alcanzaba. “Están por llegar por mí”.

Unos minutos más tarde, una camioneta plateada se detuvo. Las chicas rápidamente entraron y el auto se marchó. Un miembro del personal llamó a la policía.

Es una escena que se repite regularmente en el centro de refugios transitorios David and Margaret Youth and Family Services, en La Verne.

Ambas se encuentran entre los 4,200 jóvenes que se han alojado en este tipo de instalación desde marzo de 2016. Fue entonces cuando el condado de Los Ángeles cerró sus “centros de acogida” de emergencia, donde los niños de crianza temporal sin ningún otro lugar a donde ir podían quedarse por un día o menos, y abrieron refugios de tres días, administrados por proveedores privados.

Algunos niños ingresan al sistema de adopción por primera vez. Para ellos, las instalaciones de 72 horas generalmente sirven como se espera: una parada temporal en la senda a un hogar más a largo plazo.

Pero muchos han entrado y salido de los establecimientos de crianza durante años, a veces porque son expulsados, se ausentan sin permiso o llegan a la cárcel. Algunos tienen antecedentes de abuso de sustancias, enfermedades mentales o trabajo sexual. Otras están embarazadas o tienen hijos propios.

“Estos son niños que han estado en el sistema por mucho tiempo [y] por lo general tienen muchos problemas”, afirmó Michael Nash, el exjuez presidente de la Corte Juvenil del Condado de Los Ángeles. “Es poco realista pensar que los vamos a colocar en un refugio de transición durante 72 horas, descubriremos cómo estabilizarlos y determinaremos una ubicación en la que tengamos confianza de que vayan a quedar”.

Como resultado, algunos chicos terminan quedándose allí por semanas, o incluso meses.

Los refugios normalmente están cerrados al público, pero The Times obtuvo una orden judicial que permitió que un reportero y fotógrafo visitaran David and Margaret durante el transcurso de varias semanas. La orden requiere que The Times se refiriera a las menores sólo por las iniciales de su nombre y apellido.

De vuelta en el centro esa noche, M.H., una chica embarazada de 16 años de edad con cara de bebé y frenos, echaba humo de ira. Le faltaban la billetera, el teléfono celular y algunas joyas. “Me roban constantemente mis [cosas]”, se quejó. Unos días antes, algunas de las ropas de su bebé también habían desaparecido.

M.H. pidió llamar a la policía. Luego entró a la cocina. Mientras cortaba un melón, se agitó cada vez más. “Estoy tratando de mantener la maldita calma”, afirmó.

Pero no pudo. Apretó los puños y gritó. Golpeó un televisor y derribó una mesa. Los miembros del personal se apartaron de su camino, incluso cuando intentaron calmarla.

M.H. cogió huevos del refrigerador y los estrelló en la alfombra. Un minuto después, salió furiosa y se dirigió a la puerta. “No quiero esto... no más”, dijo. “Voy a ir a la estación de policía sin permiso. Prefiero estar en la cárcel que aquí”.

M.H. había permanecido en el centro David and Margaret, por intervalos, durante más de un mes. La policía había acudido a la instalación por su cuenta por lo menos tres veces en dos semanas.

Los trabajadores sociales todavía no han encontrado una colocación adoptiva a largo plazo para ella. Pocos hogares aceptan a jóvenes que están embarazadas o tienen hijos, y los antecedentes de agresión de M.H. agravan la dificultad.

Encontrar una colocación a largo plazo es difícil

El Departamento de Servicios para Niños y Familias del Condado de Los Ángeles ha luchado durante mucho tiempo para encontrar hogares para jóvenes como M.H., y probado una variedad de refugios de emergencia a lo largo de los años.

En las décadas de 1980 y 1990, envió a algunos de sus jóvenes más perturbados al MacLaren Children’s Center. El centro cerró en 2003 a raíz de demandas por condiciones violentas y la falla del condado para proporcionar servicios adecuados de salud mental.

Luego estuvo el puesto de comando de respuesta a emergencias, una oficina del Departamento de Servicios para Niños y Familias, donde los niños de crianza temporal a menudo pasaban la noche porque no tenían otro lugar a donde ir.

Más tarde, el departamento abrió dos “centros de bienvenida”: uno para niños más pequeños y otro para mayores de 12 años. Los centros, instalaciones sin licencia en el campus del Centro Médico USC del Condado de Los Ángeles, alojaban rutinariamente a jóvenes por más de un día, el tiempo máximo permitido.

En 2015, el estado interpuso una demanda. El condado de Los Ángeles llegó a un acuerdo con el Departamento de Servicios Sociales de California y acordó contratar a agencias sin fines de lucro autorizadas para proporcionar viviendas de 72 horas. El costo anual máximo de los contratos fue de $12.3 millones.

Las nuevas instalaciones se abrieron en marzo de 2016. Se supone que cerrarán en 2019 como parte de un esfuerzo a nivel estatal para eliminar gradualmente la atención grupal a favor de más entornos hogareños.

La mayoría de los jóvenes se quedan en las instalaciones menos de tres días. Pero más de 800 niños y adolescentes, el 20% del total, se han quedado más tiempo, según los datos del Departamento de Servicios para Niños y Familias para el período comprendido entre marzo de 2016 y octubre último.

Casi la mitad de las “estadías prolongadas” tuvieron lugar en el refugio David and Margaret, que alberga a chicas adolescentes menores de 21 años de edad, incluyendo mujeres jóvenes embarazadas y aquellas que han sido víctimas del tráfico sexual.

Las personas que están familiarizadas con esta población dicen que las cifras no son del todo sorprendentes. “Las [instalaciones] son diferentes, pero el problema real es el mismo: ¿Qué hacemos con aquellos que no pueden ser colocados de inmediato en un hogar?”, se preguntó Maire Mullaly, abogada que representa a algunos de los jóvenes en refugios temporales. “La conclusión es que no hay hogares de acogida”.

Cada estadía de más de 72 horas en un período de 30 días es una violación, y debe ser informada al estado.

Michael Weston, vocero de servicios sociales, afirmó que la agencia estatal es consciente de que algunos niños se están quedando más allá del límite, pero no ha emitido ninguna multa ni sanción.

“Estas son instalaciones autorizadas que sí tienen regulaciones y estándares de atención”, remarcó Weston. “Las estadías prolongadas son algo que preocupa, pero al mismo tiempo estamos tratando de identificar la ubicación de mejor calidad para estos niños. Es un proceso muy lento”.

Maria Ramiu, abogada del Youth Law Center en San Francisco, destacó que los datos de estadías prolongadas indican qué tan poco progreso ha hecho la agencia de bienestar infantil del condado para eliminar el uso de los refugios grupales y encontrar hogares estables a largo plazo para los jóvenes. “El Departamento de Servicios para Niños y Familias (DCFS, por sus siglas en inglés) no está cumpliendo con su misión principal: garantizar la salud y la seguridad de los niños, y asegurar la permanencia para ellos”, aseveró.

‘Aquí todo lo que hacemos es emergencia´

El refugio David and Margaret ofrece a las chicas nueva ropa, una ducha, comidas y una cama. La mayoría no asiste a la escuela. Los miembros del personal dirigen actividades manuales y artísticas, intervienen en peleas y brindan consejería individual.

Los trabajadores sociales del departamento coordinan el transporte a las citas médicas y judiciales, las entrevistas con los hogares de acogida y las visitas con terapeutas.

“Aquí todo lo que hacemos es emergencia”, aseguró Nick Tran, gerente del programa en el refugio temporal David and Margaret. “Es difícil trabajar para alcanzar cualquier objetivo a largo plazo”. Eso puede ser un problema, agregó el gerente, porque los hogares de crianza y de grupo a menudo quieren que los jóvenes muestren señales de estabilidad -como estar limpios de drogas, mantenerse alejados de las peleas y no huir- antes de aceptarlos.

Incluso con personal atento y paciente, se trata de una tarea difícil para algunos de los niños más traumatizados.

Diamond Hyman, una joven de 19 años que afirmó haber estado en el sistema desde los tres años, tiene antecedentes de problemas de ira y abuso de drogas, incluyendo el uso de metanfetamina. Abandonó el cuidado de crianza a los 18 años, pero terminó sin hogar y le pidió al departamento que volviera a abrir su caso, dijo (para la ley de California, los jóvenes pueden permanecer en cuidado de acogida hasta que cumplan 21 años).

En el refugio David and Margaret, donde se había estado hospedando durante casi un mes, Hyman había tomado prestados una docena de libros de la biblioteca, sobre temas que incluían el espíritu empresarial y la teología. Estaba optimista y llena de planes, pero se vio obstaculizada en todo momento por su propio comportamiento.

En primer lugar, afirmó que asistiría a la escuela en el campus, pero nunca fue. Después, solicitó una vivienda de transición pero fue rechazada; fumó marihuana con otra adolescente en la instalación. En un momento de frustración, golpeó con su mano el cristal de una ventana; días después se involucró en una pelea. “Conozco la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto”, afirmó Hyman, “pero cuando decido hacer lo correcto, me resulta incómodo”.

La chica esperaba ser acogida por una madre adoptiva y soñaba con ir a la universidad algún día, pero es pesimista sobre los efectos de quedarse en un refugio con otros jóvenes severamente problemáticos. “Somos niños traumáticos en un lugar traumático”, expuso. “Van a suceder cosas horribles”.

Otros jóvenes rechazan los servicios, las colocaciones adoptivas, o simplemente huyen.

En un caso extremo, una adolescente se quedó en el centro 70 veces, por un total de 273 días, entre marzo de 2016 y junio de 2017.

Charles Rich, director ejecutivo del refugio David and Margaret, expresó que es frustrante ver a los jóvenes ir y venir con tanta frecuencia. “Si no somos capaces de responsabilizarlos y brindarles los servicios que necesitan, entonces estos niños fácilmente podrían terminar muertos, o en la cárcel”, expuso.

Probando un nuevo enfoque

En julio de 2016, el Departamento de Servicios para Niños y Familias comenzó un programa piloto para atender las necesidades de los “jóvenes que permanecen por más tiempo”. Éste incluye coordinadores de casos seleccionados cuidadosamente, que los siguen por hasta seis meses después de la colocación adoptiva, servicios intensivos de salud mental y reuniones de equipo continuas con los abogados de los menores, los trabajadores sociales y los profesionales de la salud mental.

Michael Ross, un administrador del Departamento de Servicios para Niños y Familias para las instalaciones temporales, informó que de los 31 casos activos del programa piloto hasta mayo, sólo cuatro permanecieron en un refugio temporal o huyeron. “Estos son chicos que no vuelven”, dijo.

En septiembre, el departamento comenzó otro programa piloto, en el que los jóvenes y los trabajadores sociales se presentan ante un juez cada dos semanas para analizar el progreso en la búsqueda de una colocación adoptiva.

Para los administradores, el esfuerzo está ayudando a reducir la duración de la estadía, pero las fugas continúan siendo un problema. Es demasiado pronto para decir si las colocaciones proporcionarán hogares duraderos.

Nash, el exjuez que ahora dirige la Oficina de Protección Infantil del condado, un organismo de supervisión, llamó a estos programas piloto un “parche”. “El enfoque a largo plazo está regresando al principio de cuando los niños ingresan al sistema: cómo los evaluamos, cómo planeamos seguir adelante con ellos”, afirmó.

Mientras tanto, el condado y los proveedores contratados, como el refugio David and Margaret, simplemente pueden ocuparse de los menores que entran por la puerta.

Después del arrebato, M.H. regresó al centro y los miembros del personal la trasladaron a una habitación con más privacidad. Poco después de eso, un trabajador del Departamento de Servicios para Niños y Familias dejó en el lugar a una nueva adolescente, envuelta en una manta y usando maquillaje pesado en los ojos, una camiseta delgada y shorts vaqueros cortos.

“Necesitas algo: ¿ropa, productos de higiene?”, le preguntó un empleado.

“Todo”, dijo la adolescente.

Recibió un kit completo: cepillo y pasta de dientes, desodorante, jabón, calcetines, ropa interior, pantalones cortos, camisa, zapatillas, y se quedó sola para ducharse y acomodarse.

Una hora más tarde, las otras dos chicas restantes en el refugio huyeron y fueron recogidas por un Lexus. Alrededor de la 1 a.m., una joven que había huido más temprano en el día, regresó.

Los miembros del personal se prepararon para una larga noche. Llenaron nuevos informes de personas desaparecidas, cancelaron otros y lavaron la ropa.

Y esperaron la próxima llegada.

Traducción: Diana Cervantes

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