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Las dudas que despierta el espectacular crecimiento económico del segundo país más rico del mundo

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La historia oficial dice que China creció 6,9% el año pasado.

Pero muchas voces dentro y fuera del segundo país más rico del mundo dicen que el verdadero crecimiento fue menor que el anunciado.

Las autoridades locales de la región de Mongolia Interior y de la ciudad de Tianjin admitieron hace algunas semanas que sus resultados económicos para el año 2016 fueron exagerados, una dato que no es menor cuando se trata de un país con un gobierno conocido por mantener un férreo control de lo que ocurre dentro de sus fronteras.

Además, si efectivamente Pekín ha hecho esfuerzos por reducir el alto nivel de endeudamiento y aumentar las inversiones para mejorar la calidad del aire, los más escépticos se preguntan cómo esas políticas no afectaron de algún modo a la espectacular cifra oficial de crecimiento, que superó incluso el 6,5% que había proyectado el mismo gobierno hace unos meses.

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“Difícil de creer”

Un aumento en el volumen de exportaciones más un alza en la inversión pública en infraestructura habrían contribuido a que se produjera este salto económico superior al esperado.

“Las cifras en China suelen ser tan estables, tan en línea con los objetivos del gobierno, que es realmente difícil de creer”, dijo el corresponsal de la BBC en China, Robin Brant.

“Justo antes de que se dieran a conocer los resultados, se produjo una inusual “avalancha de honestidad” de varios gobiernos provinciales, admitiendo que habían manipulado la información”, agregó Brant.

El endeudamiento de la segunda economía más grande del mundo ha crecido significativamente en los últimos años, especialmente en lo que se refiere a deudas de los gobiernos locales, las empresas y las familias, además de las carteras vencidas de morosos que arrastran los bancos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) dijo recientemente que la deuda china se disparó hasta llegar a un nivel equivalente al 234% del Producto Interno Bruto (PIB).

Es por eso que varios expertos sostienen que China debería concentrarse más en el problema de la deuda y no tanto en el crecimiento.

Pekín, en cambio, asegura que ha tomado las medidas para contener ese riesgo y que está ayudando a las empresas estatales a reducir sus niveles de morosidad.

Cierre de fábricas

Economistas también han planteado que las medidas contra la contaminación, impuestas en 28 ciudades, reducirán el crecimiento económico en el corto plazo, dado que es un sacrificio a nivel productivo para conseguir una mejor calidad de vida en el futuro.

Por ejemplo, se han cerrado algunas fábricas de producción de cemento o acero altamente contaminantes.

También las autoridades lhan pedido a las familias que usen gas natural o electricidad en vez de carbón. Sin embargo, esta medida ha dejado a millones de personas sin calefacción, razón por la cual fue abandonada temporalmente hace un mes.

En este contexto, el gobierno anunció que la calidad del aire mejoró significativamente en el invierno de 2017 y destacó los esfuerzos que estaba haciendo para crear una “nueva realidad” en el país.

Las dudas, sin embargo, persisten porque no es fácil que un país consiga mejorar al mismo tiempo el endeudamiento y el aire, y llegar a un crecimiento económico muy superior al esperado.

Más considerando que no hay certeza sobre la exactitud de los datos entregados a nivel local en cada provincia.

Que China crece, y que crece mucho, no es lo que está en duda. Lo complicado, dicen los economistas, es saber con exactitud el salto que ha dado el gigante asiático en el último año.

Es un tema de gran importancia para América Latina, dado que China es el mayor comprador de recursos naturales de la región y, como bien se sabe, cualquier movimiento en Pekín se siente directamente en las economías latinoamericanas.

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