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ESMA; el terror de la dictadura Argentina

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Al ver esos jardines perfectamente cuidados es difícil imaginar todo el horror que pasó por ahí.

El llamado Espacio Memoria y Derechos Humanos está formado por 35 edificios que, en su mayoría, funcionan como salas de exhibición y oficinas gubernamentales, pero esos muros fueron testigos de una historia negra.

En dicho sitio funcionó la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), uno de los más crueles centros clandestinos de exterminio y tortura que funcionó durante la última dictadura argentina (1976-1983).

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Se estima que alrededor de 5 mil personas secuestradas fueron torturadas ahí y muchas de ellas arrojadas al mar con vida desde aviones.

Cincuenta y cuatro acusados de participar en este periodo tendrán una cita con la justicia, ya que el 29 de noviembre se conocerá la sentencia del juicio oral por crímenes de lesa humanidad cometidos en la ESMA. En esta ocasión serán juzgados por primera vez los pilotos de los llamados “vuelos de la muerte”.

La conocida como Mega Causa de la ESMA es la más grande en la historia argentina por el número de acusados, víctimas y testigos. Comenzó a finales de noviembre de 2012 y se han investigado 789 hechos y condenado a 14 personas cadena perpetua.

“El 29 va a ser una fecha muy significativa para todas y todos nosotros, porque implica el fin de un proceso muy largo, más de cuatro años de juicio, e implica la posibilidad de escuchar justicia, de que no ha podido el olvido, no ha podido la impunidad y no ha podido el silencio”, señaló Amy Rice, representante del directorio del organismo de derechos humanos del Espacio de Memoria y Derechos Humanos, ex Esma.

De los 35 edificios que comprenden el predio sólo uno era utilizado para tortura y exterminio. El llamado Casino, que consta de cuatro plantas y un sótano.

En el primer y segundo piso estaban las habitaciones en las que vivían los oficiales. Justo encima de ellos funcionaba “Capucha”, una habitación oscura en forma de “L” donde se alineaban acostados a los detenidos; también allí funcionaba una maternidad clandestina.

La apropiación de menores fue una práctica sistemática del terrorismo de Estado. Consistió en adopciones ilegales de los hijos de los desaparecidos. Se estima que alrededor de 500 menores perdieron su identidad en dichas circunstancias.

La asociación Abuelas de Plaza de Mayo ha logrado restituir a 125 de esos niños a sus familias originales. En muchos casos quienes los adoptaron eran los mismos oficiales del Ejército que desaparecían a los disidentes.

Justamente fueron las abuelas, las madres y los familiares de desaparecidos quienes comenzaron la larga lucha de memoria, verdad y justicia que implica el juzgamiento de los genocidas.

La primer condena se logró en 1985, en la que fueron sentenciados cinco acusados, entre ellos se le dictó cadena perpetua a Jorge Videla, designado por la junta militar como Presidente de facto durante la dictadura.

Actualmente, el Casino de la ESMA está considerado una prueba judicial, por lo que no se le puede hacer ningún tipo de remodelación. Todavía hay sobrevivientes que tienen que visitarlo para recordar y denunciar lo que les sucedió ahí.

La Escuela de Mecánica de la Armada está ubicada en una zona muy visible de Buenos Aires y la circunda un barrio de buen poder adquisitivo cercano a la cancha del popular equipo de River Plate, por lo que algunos secuestrados llegaban a escuchar el grito de “gol” durante su cautiverio.

La Mega Causa de la ESMA ya ha tenido dos juicios con 19 imputados, 14 de ellos condenados a cadena perpetua y falta que se realice un cuarto juzgamiento en el que se investigará la apropiación ilegal de bienes de las víctimas por parte de los militares.

El papel de Cavallo
Un hombre con ropa oscura y cuerpo pequeño era frecuente asistente a las audiencias de la Mega Causa de la ESMA donde declaraban las víctimas de la última dictadura argentina. No miraba a los que hablan pero tomaba nota de lo que decían.

Ricardo Cavallo fue uno de los principales jefes de la ESMA, donde lo llamaban Sérpico. Secuestró, torturó y asesinó. Además, les confiscaba los bienes a sus víctimas con lo que amasó una fortuna que le ayudó a emprender un negocio en México, la empresa Talsud que iba a manejar el Registro Nacional de Vehículos hasta que en el 2000 fue descubierto y extraditado a España y después a Argentina.

También es el único represor que solía asistir a las audiencias.
“A Cavallo no pude dejar de mirarlo y sentir angustia y asco”, refirió Malena, de 17 años.

Este testimonio está publicado en la página del Espacio Memoria y narra la experiencia de estudiantes de secundaria que fueron llevados a los juicios como parte de un programa de preservación de la memoria. Alumnos de alrededor de 50 colegios han presenciado las audiencias.

Por sus crímenes, entre los que se encuentra la desaparición del escritor Rodolfo Walsh, Cavallo está condenado a cadena perpetua desde 2011.
“Reitero que soy inocente de los cargos que se me imputan y que estoy en estado de indefensión frente a este proceso que llaman juicio”, fueron sus últimas palabras para intentar defenderse en aquella ocasión.

El 29 de noviembre deberá enfrentarse de nuevo a la justicia porque es parte de los acusados en el tercer juicio de la mega causa de ESMA. Se espera que ese día se le dicte una nueva sentencia que se sume a la que ya tiene.

Cavallo se encuentra recluido en el penal de Marcos Paz, en la Provincia de Buenos Aires, una región que colinda con la capital federal.

Una reconstrucción del periódico local Página 12 explica que los presos de lesa humanidad se encuentran en un módulo especial para ellos.Tienen acceso a un patio, a computadoras y prácticamente gozan de libertad de movimiento dentro de los espacios comunes de su área.

Otra característica es que los represores reciben a sus visitas en días diferentes al resto de los detenidos para evitar que los familiares sean agredidos.

El estado de salud de Cavallo en la cárcel es estable y cuenta con 66 años.

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