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Esta es la razón por la que mando a mi hijo a una escuela privada

Banderines en los pasillos de la Archer School for Girls en Brentwood.

Banderines en los pasillos de la Archer School for Girls en Brentwood.

(Ricardo DeAratanha / Los Angeles Times)
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¿Vio los resultados de los exámenes estandarizados la semana pasada?

Esta es la razón por la cual mando a mi hijo a una escuela privada.

Claro, dijeron que las calificaciones serían más bajas de lo que fueron el año anterior—y sí, este es un año de referencia—pero hay algo más: la brecha académica.

No me sorprendió, que los resultados fueran más bajos que el año pasado. Muchas autoridades nos advirtieron con anticipación. El Council of Chief State School Officers, un grupo no gubernamental que representa a los líderes en educación del país, explicaron a Howard Blume de El Times: “Esto mostrará la verdadera brecha académica. Le estamos exigiendo más a nuestros niños y pienso que es algo bueno”.

Está bien, exigir más parece algo positivo... a primera vista.

Pero la verdadera pregunta es ¿Se realizará en todos los ámbitos?

¿O se seguirá permitiendo que estudiantes negros y latinos continúen resbalando porque las expectativas no son tan altas para ellos?

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Una cosa que sigo aprendiendo como madre es que los niños destacan al nivel que se espera de ellos. Al establecer estándares más altos, ellos tendrán que esforzarse para alcanzarlos. No conocen otra manera de llegar y llegar más lejos, si esto es lo que se espera de ellos. Si se espera que caigan, entonces caerán.

Mi hijo de 4 años acaba de comenzar a navegar en todas las aventuras que llegan al comenzar a ir a la escuela. Es una maravillosa pequeña esponja, como todos los niños lo son a esa edad. Puedo ver que con nuestra guía y la de sus maestros está haciendo conexiones y construyendo sus bases, una base sobre la cual se mantendrá el resto de su experiencia académica, la curiosidad y el amor por el aprendizaje. Mi trabajo es impulsarlo, animarlo y ser un soporte para asegurarme de que él y más tarde su hermana más pequeña, tengan la mejor educación posible.

Los retos de educar a un hombre negro en una ciudad de mayoría americana no son fáciles.

Vivimos en una comunidad predominantemente negra y visitamos las escuelas más cercanas. Todas las personas en los círculos de padres que conozco alaban las virtudes de las escuelas magneto y chárter. Pero ingresar a esas escuelas es en gran parte una cuestión de suerte.

La escuela magneto del barrio nos dejó un poco fríos: los niños de esta “Escuela Magneto Altamente Dotada”, alcanzan los estándares de su grado, nos dijo el director. De acuerdo con el sitio de internet del Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles (LAUSD), “Dotado/ Altamente dotado/ Magneto de alta capacidad sirven a estudiantes que han demostrado su capacidad para trabajar dos años más arriba sobre el estándar de nivel de su grado en las materias académicas”.

Esto tampoco me da mucha confianza en ese sistema.

Mi esposo y yo somos en gran parte producto de la educación privada. Crecimos escuchando cómo las madres de la clase media batallaban y se sacrificaban para darle a sus hijos la mejor educación. Tratándose de la educación, somos en gran medida los responsables de proporcionársela a nuestros hijos, esa cultura está arraigada en nuestro ADN.

Desde el kínder hasta el octavo grado, fui al Palm Valley School en Palm Springs. Yo era la única estudiante negra en mis clases, se esperaba que todos nosotros destacáramos a un nivel de excelencia. Mis siguientes cuatro años, fui a una preparatoria pública, que abrió el año en que yo comencé. Una experiencia totalmente distinta.

Viniendo directamente de una escuela privada y sin conocer otra cosa, yo era molestamente sobresaliente, quería conseguir metas en mi primer año de preparatoria. Pero las bajas expectativas que había en la mayoría de las clases, eventualmente tuvieron su efecto en mi último año de preparatoria.

Una típica adolescente distraída por todas las cosas que conlleva la fabulosa vida de una joven de 17 años. Me convertí en un ensayo deficiente en mi clase de inglés.

En una junta con mi mamá, el profesor dijo que entendía nuestro reto: y que debía ser difícil el tener que trabajar en dos empleos para sacar adelante a la familia.

Mientras esa es una realidad en algunas familias, esa aseveración fue absurda en mi caso. El nunca me preguntó realmente.

Primero, tenía un trabajo los fines de semana en el cine—primordialmente para comprar mi propia ropa y para ponerle gasolina al carro. Segundo, esta era una clase de honores de Inglés/ Los estándares deberían ser más altos para todos los estudiantes. Como no estaba cumpliendo con los estándares me dieron un pase de comprensión, porque no estaba cumpliendo con los ellos, en lugar de investigar sobre lo que realmente estaba pasando.

Más adelante en el año, cuando presenté un ensayo que estaba más cerca de mis capacidades, el mismo maestro me acusó de hacer trampa. Tenía bajas expectativas.

Quiero más para mi hijo. Espero más de mi hijo y de su escuela.

Francamente ha pasado mucho tiempo desde que estuve en la escuela y eso fue en Palm Desert. Esto es Los Ángeles, con un sistema escolar más diverso, con una mayor población que batalla hasta para que el aire acondicionado siga funcionando.

Sí, muchas cosas ha cambiado. Sin embargo, lo básico no ha cambiado: las escuelas siguen batallando para elevar sus índices de aprovechamiento. Los maestros siguen trabajando de más, están mal pagados y no son apreciados.

Es muy difícil conseguir recursos.

Los niños negros y los de bajo ingreso están constantemente al final de la lista de aprovechamiento. Y la mayoría no puede pagar el lujo de una educación privada. Eso lo entiendo. Es difícil para mi familia, la cual tampoco puede pagarlo, pero es ciertamente aún más difícil para otros. Esto es real.

Mientras el superintendente de Instrucción Pública Tom Torlakson dice: “Es alentador que muchos estudiantes se encuentran en o cerca de lograr los estándares”, esta madre de familia lo toma muy en serio.

El hecho es que la mayoría de los estudiantes están por debajo de los objetivos de aprendizaje y no van por buen camino para tener éxito en el colegio. Los estudiantes negros habitualmente han tenido resultados muy pobres en esos exámenes y no se espera que alcancen el mismo nivel de aprovechamiento que el resto de los alumnos de su clase. Eso simplemente no sucederá en mi casa.

Ese bajo nivel de aprovechamiento tiene un efecto perjudicial sobre las expectativas de los maestros, en los propios estudiantes y en todo el sistema.

El hecho de que elevaron el nivel de aprovechamiento no fortalecerá mi confianza como padre en que el sistema educativo retará, alentará y esperará o incluso considerará la excelencia de mis niños que tienen piel oscura .

No existen los reinicios y nuestro trabajo principal como padres es establecer una base sólida para el futuro de nuestros hijos.

Claro, no todo depende de las escuelas para estimular y desarrollar una unidad en la lucha por la excelencia. También debería inculcarse en el hogar, pero no siempre sucede así. El lugar donde nuestros hijos pasan la mayor parte de su día no puede ser la fuerza que deshaga nuestra labor de padres. Debemos trabajar juntos como equipo, estableciendo y facilitando las altas expectativas.

Como dijo Antonio Villaraigosa sobre la elección de su familia de pasar de la escuela pública a la escuela católica, siendo candidato a la alcaldía: “Queremos que nuestros hijos tengan la mejor educación posible. Si puedo conseguir que la educación sea buena en una escuela pública, lo haré, pero no voy a sacrificar a mis hijos más de lo que yo podría pedirles a ustedes que hicieran lo mismo”

Dicho sin rodeos: mis hijos no son un experimento para un sistema que puede naufragar.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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