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Se encaran los hermanos Bichir en obra teatral

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A este hombre desaliñado y andrajoso le tiemblan las manos cuando exige que le devuelvan su dinero.

Harry (Bruno Bichir) está· a punto de volverse loco por la crisis económica que atraviesa; lleva años de no publicar nada después de dos novelas.

Y Jake (Odiseo Bichir), el amigo al que le presto casi 500 dólares y que ahora lo ve con un desdén disfrazado de solemnidad, no tiene cómo pagarle.

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El mal logrado escritor y el fotógrafo artístico están en decadencia y esa es la constante de Café de Chinos, que el próximo lunes estrena en el Foro Shakespeare.

“Hay un cariño entre personajes. En 12 años, son los únicos amigos que han tenido, uno con el otro. Lo único real y tangible que han conocido el uno con el otro. Ninguna relación con mujer alguna”, explicó Odiseo.

Harry, separado del amor de su vida, terminó su tercera novela y se la ha mostrado a su frustrado amigo para que la apruebe.

Pero la envidia de Jake se sobrepone: probablemente sus ojos estén ante un texto que devendrá· en best-seller, pero no está· satisfecho con la forma en la que el escritor llegó al relato y trata de impedir su publicación.

“Mi personaje lo veo como un peligroso y feroz habitante de este planeta. Un depredador, envidioso y egoísta. Aunque cuando procesamos el trabajo tenemos distintas escuelas qué aplicar o métodos de interpretación.

“Quizá· los pilares, que se derivan de Konstantín Stanislavski, aquel creador ruso, (es) no juzgar al personaje. Meterse en los zapatos, entenderlo, comprenderlo”, reflexionó Odiseo.

El encuentro es frío, y se da un diminuto piso de Nueva York que no tiene más color que el impoluto blanco.

Alejandro Bichir, jerarca de esta dinastía de actores y director de la puesta, visualizó así el espacio para que el público encare la historia desde dos frentes.

“Este espacio lo concebimos porque al no tener escenografía, no queríamos defraudar al público. Cuando le cobras 300 pesos dicen: ‘Ups... ¡pero si no hay nada!’.

“No teníamos para hacer una gran escenografía y entonces dijimos: ‘Qué mejor que un espacio así, de pasarela’. Este público es muy importante porque están como en vitrina, van a estar viendo sus reacciones”, explicó Alejandro.

Y estas tablas representan para los Bichir la oportunidad de volver a trabajar juntos, como han hecho frecuentemente en lo ˙últimos años con obras como El ⁄último Preso y En Casa en el Zoo.

“Hay muchos códigos profesionales establecidos, obviamente también el lazo sanguíneo, las experiencias familiares nos dan esa capacidad de conocimiento.

“Todos los proyectos creativos siempre tienen dificultades, pareciera una ley y uno ya no se pelea con eso. Es fácil, en cualquier momento distender la disciplina o herirse, porque nos conocemos tanto, pero el tiempo nos ha dado sabiduría”, añadió Bruno.

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