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Para detener el bullying, hay que conseguir que los niños populares participen

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La mayoría de los esfuerzos para poner fin a la intimidación o bullying - anuncios de servicio público, asambleas y discusiones políticas de alto nivel - provienen siempre de los adultos.

Pero ¿y si los estudiantes tienen algo que decir?

En 2012, la profesora de psicología y asuntos públicos de Princeton, Elizabeth Levy Paluck y sus colegas investigadores decidieron probar esa idea: Dieron a los estudiantes el poder para hacer frente a la intimidación, casi por su cuenta.

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Los investigadores encontraron que en las escuelas donde los estudiantes más populares se unieron a un programa donde se les pidió que hicieran de su escuela un lugar más positivo, todos los estudiantes fueron menos propensos a ser sancionados por intimidación y otros conflictos entre estudiantes. Su estudio fue publicado en la National Academy of Sciences el lunes pasado.

Paluck y su equipo fueron a 56 escuelas secundarias en Nueva Jersey y pidieron a unos 24,000 estudiantes identificar a las personas con las que pasan más tiempo, ya sea en persona o en línea. Luego crearon mapas de redes sociales para identificar a los estudiantes más notorios en la escuela – con los que otros pasaron más tiempo y a los que les pusieron mayor atención.

Los investigadores señalan que estos estudiantes influyentes no cumplen necesariamente con la definición de “populares” como en la mentalidad de los 80’s - Molly Ringwald - protagonista de la película “Cool Kids”, donde son “una especie de amados y odiados”, dijo Paluck. Más bien, podrían ser líderes entre los diferentes grupos de estudiantes, como la cabeza del club de teatro o el líder de la banda.

“Estas personas destacan de sus compañeros”, dijo Paluck . “Ellos son hacia donde se mira cuando se trata de averiguar lo que está pasando en la escuela”.

Los estudiantes influyentes tendían a tener hermanos mayores y eran más propensos a tener pareja, factores que indicaban a los investigadores que estos estudiantes podrían parecer más maduros que sus compañeros. También parecían ser más adulados/recibir regalos en sus casas, lo que sugiere que sus familias podrían ser más ricas.

En 28 de las escuelas solicitaron a entre 20 a 32 estudiantes escogidos al azar que participaran en lo que llamaron el Programa Roots. Estos estudiantes asistieron a las reuniones voluntarias en la escuela - atraídos por la promesa de aperitivos, el poder de implementar el cambio y la licencia para faltar a clase una vez cada dos semanas - aprendieron estrategias para combatir el acoso y otras formas de conflicto en las escuelas.

Los estudiantes en el programa Roots aprendieron cómo reaccionar ante los conflictos que comúnmente se ven en las escuelas y a ser un modelo de conducta positiva alrededor de sus amigos. Recibieron formación estratégica sobre medios sociales, diseñaron pulseras con lemas contra la intimidación y llevaban puestas pulseras color naranja para identificarse en caso de ver a otro estudiante abordar un conflicto de manera positiva; aprendieron además a usar las campañas #hashtag y los memes.

En promedio, las escuelas que tenían un mayor número de estudiantes populares en sus programas Roots fueron significativamente más propensos a tener un menor número de citatorios por intimidación o conflictos con estudiantes.

Una de las preocupaciones era que al participar adultos podría correrse el riesgo de que las personas influyentes fueran menos influyentes con los demás estudiantes. Así que los investigadores dejaron que los estudiantes controlaran el medio y la entrega del mensaje. Los estudiantes podían actuar o hacer publicaciones en las redes con la frecuencia que ellos quisieran y siempre tratando de evitar la palabra “bullying”, por ejemplo, asociándolo a un concepto más infantil. En su lugar, se les ocurrió campañas hashtag para Instagram que eran más sutiles, como “#iRespect”, dijo Paluck.

La estrategia consistía en “actuar como jefes de campaña de los estudiantes”, dijo Paluck. “Sólo para darles las herramientas y dejarles el mensaje”.

Incorporar a los estudiantes en el plan puede llegar a ser más popular. El Departamento de Educación dio a conocer el pasado lunes que apoya “los debates en clase y otras actividades escolares”para prevenir el acoso y la intimidación, aunque en gran medida se centra en el papel que los adultos pueden desempeñar en la enseñanza a los estudiantes sobre cómo comportarse, en lugar de usar una campaña de guerrillas para normalizar la amabilidad.

Algunos programas de prevención incluyen a los estudiantes a través de debates o roles en las actividades, pero es poco común ver un programa que pone a los estudiantes a cargo, dijo Melissa Holt, profesora de psicología en la Universidad de Boston que investiga la prevención de la intimidación escolar.

La escuela secundaria es la etapa cuando los estudiantes comienzan a distanciarse de los adultos y a dirigirse más hacia sus compañeros para interactuar socialmente, dijo Holt. Así que tiene sentido pedir a los estudiantes, especialmente a los más populares, que moldeen ese comportamiento.

Pero la investigación ha demostrado que los programas más efectivos son complementarios y permiten participar tanto a estudiantes como a adultos, dijo Holt. Eso podría significar el pedir tanto a maestros como a los que trabajan en el comedor, la oficina o el autobús que enfaticen y recompensen la bondad.

Reach Sonali Kohli on Twitter @Sonali_Kohli or by email at Sonali.Kohli@latimes.com.

Traducción: Diana Cervantes

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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