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El legado que Cantinflas le dejó a su hijo Mario Moreno Ivanova

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A pocas semanas de conmemorarse un año más del natalicio de Mario Moreno Cantinflas, hoy el mundo recibe la noticia de que su hijo Mario Arturo Moreno Ivanova muere de un infartio fulminante a los 57 años de edad.

Casualmente, la semana pasada comentaba con uno de mis compañeros de la redacción, con Don Chava Mancía, que el 12 de agosto de este año se cumplirían 106 años del natalicio de uno de los comediantes más importantes de Latinoamérica y el mundo.

Durante nuestra conversación recordamos su manera peculiar de hablar y hablar tanto sin decir nada. Eso nos hizo reír un buen rato mientras imitabamos sus enredados y elocuentes diálogos.

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“A este individuo desde un principio se le vio la mala intención. Señores del jurado, no, no, no quiero tampoco… mire usted, usted señor, a usted le consta, yo lo conozco muy bien, no quiero tampoco que se me ‘subaje’ en esta forma, ehhh porque soy macho en cualquier terreno y a mí no… Yo pido que se fusile a este señor y al otro y usted y todos. Y a usted, contra usted señor juez, no pido nada porque ya me cansé…” ¿Usted entendió?… pues muchos más tampoco y “ahí está el detalle” del secreto de su éxito, ya que con frases enredadas como éstas, Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes logró tatuar en el alma de sus fans el sello de un personaje llamado Cantinflas, cuyo talento hizo reír a millones de fans.

Jeffrey M. Pilcher, historiador de la cultura de México de la Universidad de Minnesota, señaló en una oportunidad que la manera de hablar de este personaje revolucionó el “caos de la modernidad mexicana” de la época. “Su lenguaje enredado expresaba elocuentemente las contradicciones de la modernidad […] Los patrones del lenguaje, las identidades étnicas, y las formas masculinas de comportamiento, todos cayeron ante su humor caótico para ser reformuladas en nuevas formas revolucionarias.”

Por su parte, Gregorio Luke, reconocido curador y estudioso del legado de este personaje popular de México, dijo que “entender a Cantinflas es entender lo que ha pasado en México en todo el siglo pasado”. Agregó este mexicano que “había que ver el entorno en el que se desenvolvía Cantinflas, pues reflejaba la realidad de un país y sus problemas sociales, pero tratados de una manera única y llena de buen humor”.

El entonces Cónsul General de México en Los Ángeles, David Figueroa Ortega, coincidió en el 2011 con Luke al afirmar que más allá de esos enredos de sintaxis, existía un contexto sociopolítico cultural muy marcado. “Lo extraordinario de Cantinflas consistía en plasmarte una realidad social de una manera cómica”, dijo.

Eso precisamente era lo atractivo de Cantinflas. Su lenguaje elocuente y ocurrente más allá de señalar a culpables, hacía reír a quienes lo escuchaban. “Y recuerdo también con cariño las frases que acuñara [en sus libretos] como: ‘Ahí está el detalle Chato’ y ‘No hay derecho’, menciona Figueroa Ortega, quien además recuerda con beneplácito a este personaje que de niño seguía en la pantalla chica en blanco y negro.

En más de una de sus actuaciones Cantinflas siempre era confundido con una personalidad relevante y debido a su coloquial presencia todo se convertía en un caos de identidad, como ocurrió por ejemplo en “Ni Sangre ni Arena”, donde su personaje de ‘El Chato’ fue confundido con el torero Manuel Márquez “Manolete”. Ese mal entendido lo llevó embriagado al ruedo frente a un toro de pura casta. “Ay mamacita linda, eso es un búfalo, señor”, se le pudo escuchar en esta película rodada en 1941.

Cantinflas era un experto en revolver la conversación cuando le debía dinero a alguien, cuando cortejaba a las damas o cuando trataba de eludir problemas con las autoridades. De una manera muy particular, se las arreglaba para humillar a sus agresores sin que ellos se dieran cuenta, mientras la audiencia lo celebraba a carcajadas. “Pelado…”, les decía en su cara.

Un ejemplo de su peculiar estilo lo vemos la escena en el juicio de “Ahí está el detalle”, donde lo acusaban de asesino. “Lo que yo decía señor juez, ahí está el detalle, como yo dije que casualidad, por un perro, que a lo mejor era gato y que se ‘traiba’, y ahora que no y que sí y que a lo mejor y total ahora ya llegó, yo creo ¿no?”. A esta forma de hablar se le llamó “cantinfleada” y hasta la Real Academia Española incluyó el verbo “cantinflear “ en su diccionario en 1992.

Con sus cantinfleadas y su carisma este comediante ganó gran popularidad y llegó a convertirse en identidad nacional de México. Pero su talento fue más allá de una larga y exitosa carrera cinematográfica en su país, pues hasta llegó a Hollywood y desde ese momento fue reconocido en el mundo como el “Charles Chaplin de México”.

“Tanto [Charles] Chaplin como Cantinflas fueron gente real, que existían y existen hasta la fecha, nada más que adaptados al mundo actual. Son dos personajes que surgieron de las calles, de los atuendos que se usaban en los barrios pobres, tanto de Londres o México. Y en ese tipo de comparaciones sí que lo son”, así nos lo dijo en agosto del 2011 vía telefónica desde México el hoy fallecido hijo adoptivo de Cantinflas, Mario Arturo Moreno Ivanova.

“En el tipo de comedia, cada quien en su momento y en su espacio, fueron los dos más grandes. Pero un día el mismo Chaplin reconoció que Cantinflas era el comediante más grande de la historia, pero eso sí, dijo que él era El Rey. Así se lo dijo un día a mi padre y así me lo contó a mí”, recordó quien fuera el heredero universal de Cantinflas.

En 1956 este comediante debutó en Hollywood con “Around The World in 80 Days” bajo las órdenes del director Michael Andersen, actuación que lo llevó a ganar el Globo de Oro en la categoría a mejor actor de musical o comedia. En dicha ceremonia, Mario Moreno compartió la mesa con la recordada actriz Elizabeth Taylor. “Para él esto fue lo máximo de su carrera. La conquista de Hollywood con su personaje Paspartout en ‘Around The World in 80 Days’ le dio mucha satisfacción y después le dieron otro premio por su trayectória como comediante con [la cinta] ‘Pepe’”, agregó Mario Arturo en su momento.

Variety, biblia del cine de Hollywood, señaló en ese año que su calidad “chaplinesca” había contribuido al éxito de la película.

En una oportunidad Mario Moreno confesó que el principal impedimento para su éxito en lo Estados Unidos era la barrera de la lengua. Por eso al regresar a México creó su propia compañía, Cantinflas Films, y continuó produciendo hasta su última películas, que fue El Barrendero en 1981.

Cantinflas fue sin duda pionero del cine mexicano y ayudó a su crecimiento en la época de oro. Su éxito ayudó a convertir a México en la capital del espectáculo. Además de ser un líder en los negocios, también llegó a involucrarse en la política mexicana. Hasta protagonizó cintas como “Si yo fuera diputado” y “El ministro y yo”, donde a pesar de la comedia también existía, “como quien no quiere la cosa, vaya usted a saber”, su mensaje sociopolítico.

Aunque se describía como políticamente conservador, su reputación como portavoz de los desprotegidos le dio a sus acciones autenticidad y se convirtió en alguien importante en la lucha contra el charrismo sindical.

Tras cámaras

En el plano personal, Cantinflas tuvo ocho hermanos, todos hijos de un humilde cartero llamado Pedro Moreno Esquivel y una dama llamada Soledad Guízar Reyes.

Mario Moreno Cantinflas nació un 12 de agosto de 1911 en el barrio de Santa María la Redonda en la Ciudad de México, y creció en el barrio bravo de Tepito. Los que lo conocieron, dicen que salió adelante usando la audacia y trucos callejeros que luego aplicaría en sus cintas.

Después de un intento fallido de entrar a Estados Unidos por la frontera de Tijuana hacia San Diego, Mario se convirtió en boxeador para ganarse la vida. Su personalidad cómica lo llevó a las carpas de los circos y de ahí pasó al teatro y al cine. En una de esas carpas fue que nació el nombre de Cantinflas, según nos contó su heredero.

“En las carpas, que eran los teatros móviles en México, el que anunciaba el show no se presentó a trabajar y le dijeron a mi papá que anunciara lo que se iba a presentar. Pero le dio pánico escénico cuando vio a todas esas personas ahí y se le olvidó lo que tenía que decir, así que empezó a hablar enredado. Alguien del público que escuchaba lo que decía se paró y le grito: ‘No te entiendo nada… Para hablar así, ¿en la cantina cuántas te inflas?’. Porque ‘inflar’ en México es beber o tomar y de ahí, con ese juego de palabras, nació el nombre de ‘Cantinflas’”.

Aunque Mario Moreno siempre estuvo rodeado de mujeres hermosas, siempre fue hombre de una sola mujer, pues como cuenta Mario Arturo, su padre se casó con su madre Valentina Ivanova, originaria de Moscú, Rusia, en octubre de 1934 y estuvo con ella hasta su muerte en 1966.

En 1961, Cantinflas y su esposa habían adoptado a Mario Arturo y tras la muerte de Valentina, Cantinflas se dedicó en cuerpo y alma a su hijo. “De mi madre recuerdo poco, porque yo tenía cinco años. Mi papá hizo el papel de padre y madre. Un día me dijo que prefería quedarse a mi lado en vez de enviarme a un internado, para formarme y entregarme a la vida como un hombre hecho y derecho y con la educación que recibí”, dijo.

Tras el adiós

El día de la muerte de Cantinflas (20 de abril de 1993), víctima de cáncer de pulmón, miles se reunieron para despedirlo en un día lluvioso. El funeral duró tres días y Mario Arturo nunca olvidó lo que vivió más allá de su dolor. “Fue un orgullo ver cómo se expresaban de él, con respeto y con cariño. Los que trabajaron con él, dijeron que era una gran persona y que el profesionalismo que tenía era impresionante. Hoy es considerado un pilar en el cine de México”, expresó.

“El actor Robert Duvall, a quien admiro mucho, lo conocí después de la muerte de mi padre y él al estrechar mi mano me dijo: ‘es un gran orgullo saludar al hijo de la persona que más admiré en el cine’”, recordó.

Cuando su padre dejó este mundo, Mario Arturo tenía 33 años de edad, la misma de Cristo, y desde ese mismo día comenzó su calvario, una batalla legal que se mantuvo hasta hoy en curso por el control de las películas de Cantinflas. “Hasta el día de hoy, tras la última sentencia dictada por un juez federal en México, yo soy el dueño de las 39 cintas. Faltan dos diligencias por despejarse: una es que la notaria que supuestamente atestiguó la firma, dice que mi papá no lo hizo, que ella nunca vio a mi papá firmar y que ese papel ya tenía una firma puesta. Ahora ella tiene que ratificarlo ante el Consulado Mexicano en Houston. Lo otro es que también faltó un peritaje de un experto para ver la validez que tiene ese documento en cuanto a las leyes americanas aplicables aquí en México. Son esos dos puntos para que se resuelva a fondo. Con éste es el tercer amparo que yo gano ante la Suprema Corte de la Nación”, aclaró Mario Arturo en ese entonces.

El sobrino sostenía que su tío le había dado permiso escrito para tomar los derechos de las películas cuando estaba en su lecho de muerte. Moreno Ivanova argumenta que es el heredero directo de Cantinflas y por lo tanto los derechos le pertenecen.

Paralelo a esta demanda, surgió otra entre Columbia Pictures y Mario Ivanova sobre el control de esas películas. Columbia dice que compró los derechos de las películas hace cuatro décadas. Moreno Ivanova quería que los derechos quedaran en su poder y más, en el poder de México, como tesoro nacional. “Con Columbia Pictures [productora y distribuidora de Hollywood] hay un documento firmado en el que nos atenemos a la decisión de la Corte Mexicana”, expresó.

Tras las batallas legales, hoy los restos de su padre reposan en la cripta familiar Moreno Reyes, en el Panteón Español de la Ciudad de México. “Esa cripta la mandó hacer él para la familia y ahí estan sus restos junto a los de mi madre como me lo pidió. Hay quienes han sugerido que se cambien a la Rotonda de Los Hombres Ilustres en México, pero él no quería, él quería estar junto a su esposa y ahí está”, dijo Mario Arturo al recordar el deseo de su padre.

“Mi padre siempre me dijo que el legado más grande que me podía dar era la educación y el nombre que me dejaba. Un nombre limpio, que no tenía cola que se le pisara y si lo sabía usar bien, me iba a abrir todas las puertas del mundo, pero si lo usaba mal sería el centro más severo de las críticas, aunque igual dijo que yo iba a ser el centro de muchas envidias, pero que lo defendiera a capa y espada sin miedo”, y así lo hizo.

Un sello postal y su homenaje en Los Ángeles

Cuando se cumplieron los cien años del Natalicio de Cantinflas el 12 de agosto del 2011, México honró su memoria emitiendo un sello postal en su nombre durante un acto solemne. “Ese día se darán a conocer dos estampillas postales que el Gobierno mandó a emitir en su memoria. Un evento en el que el Presidente o su representante del Gobierno pondrá el sello de cancelación y ese día saldrá a circulación”, nos dijo hace seis años Mario Arturo Moreno Ivanova.

Esta es una ceremonia que se realiza desde hace muchísimos años, desde que se creó el correo en el año 1500. Y en esa oportunidad se contó con la presencia de invitados del ambiente artistico, empresarios, políticos y amigos de su padre, quienes se reunieron en el Palacio Postal de la ciudad de México.

Entre tanto, en Los Ángeles, ese mismo día se realizó una exhibición especial en el Million Dollar Theatre de imágenes digitales de Cantinflas, la cual fue acompañada de una narrativa en vivo. El evento que fue organizado por el Centro de Artes y Letras Cervantes, y sirvió para ilustrar a la audiencia sobre la productiva y longeva relación que tuvo el actor con la ciudad de Los Ángeles a nivel profesional.

Se exhibió además uno de los títulos cinematográficos más relevantes de su carrera, El Circo (1943). Y se hizo en el mismo teatro, donde hace muchos años Mario Arturo vivió uno de los recuerdos más significativos de toda su vida. “Me enorgullece mucho que se haga ahí, porque ahí viví una de las experiencias más hermosas con mi padre. Cuando se hizo la premiere de ‘El Patrullero 777’, yo cumplía 18 años y fue en ese lugar que me presentó en público por primera vez a la gente y la prensa. Esa noche dijo que la vida le había dado muchos premios y satisfacciones, pero que el mayor galardón que le había dado la vida era yo, su hijo. El orgullo de ser su hijo no me cabían en el cuerpo, me sentía volando. Fue una experiencia, de verdad, única”, recordó con nostalgia el hoy fallecido Mario Moreno Ivanova.

Descanse en paz Mario Arturo Moreno Ivanova.

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