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Taylor Swift le quita el gran triunfo a Kendrick Lamar en un Grammy diverso y cargado de tributos

El rapero Kendrick Lamar se subió al escenario del Staples Center para ofrecer un acto que impresionó a todos con su puesta en escena y la contundencia de su mensaje social.

El rapero Kendrick Lamar se subió al escenario del Staples Center para ofrecer un acto que impresionó a todos con su puesta en escena y la contundencia de su mensaje social.

(Kevork Djansezian / Getty Images for NARAS)
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La ceremonia número 58 de los Grammy que acaba de terminar en el Staples Center, y que se transmitió por primera vez en vivo en las dos costas, decidió finalmente la competencia establecida involuntariamente entre la estrella del pop juvenil Taylor Swift y el astro del hip-hop moderno Kendrick Lamar -es decir, los artistas más nominados y con mayores posibilidades “reales” de triunfo- al orientar de algún modo la balanza hacia la primera, aunque no de manera completamente clara.

De ese modo, Lamar, quien llegó con 11 nominaciones y que dejó la impresión más fuerte de toda la noche con su presentación (lee la sección de “Los actos en vivo” más abajo), no se fue con las manos vacías, porque aparte de triunfar en el rubro de Álbum de Rap con “To Pimp a Butterfly”, lo hizo prácticamente en todos los rubros relacionados al mismo género, en los que obviamente no podía competir Swift; desde ahora, los estantes de su casa tendrán cinco gramófonos.

Sin embargo, el mismo angelino no logró llevarse la presea en el rubro de Álbum del Año, destinado a “1989”, la placa más reciente de Swift, quien la recibió con un discurso inusualmente duro en el que remarcó que este es el segundo Grammy que gana una mujer en el mismo apartado y que “no debes dejar que nadie te quite lo que tienes ni se adjudique tu fama”, lo que fue visto como una referencia directa a Kanye West, con quien ha tenido más de un desencuentro. La muchacha se llevó tres gramófonos, aunque el aludido pesa más que uno “secundario”.

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Lamar tampoco obtuvo la victoria en la categoría de Canción del Año, lo que habría resultado realmente histórico, porque se trata de una categoría que nunca ha sido ganada por un tema de hip-hop y que, esta vez, se fue a casa de un blanquísimo contrincante; y no nos referimos a Swift, quien era de hecho la segunda opción en los pronósticos, sino al británico Ed Sheeran, triunfador de manera completamente inesperada con su “Thinking Out Loud”.

Otros que se llevaron la simpatía de los asistentes fueron los integrantes de Alabama Shakes, quienes recibieron tres trofeos, incluyendo uno por Mejor Álbum Alternativo (“Sound & Color”). Su vocalista y guitarrista, Brittany Howard, es un caso aparte, ya que es hija de una madre blanca y un padre negro, lo que la vuelve un puente de lo más interesante entre dos etnias que se han encontrado frecuentemente en conflicto.

No hubo novedad alguna en el plano de la conducción, que se mantuvo en manos de LL Cool J por quinto año consecutivo, lo que significa que no hubo nada medianamente controvertido ni polémico en un evento que, de todos modos, no le deja casi espacio de participación al anfitrión.

Lady Gaga hizo un tributo al fallecido David Bowie durante la ceremonia del Grammy efectuada en la jornada actual dentro de las instalaciones del Staples Center de L.A.

Lady Gaga hizo un tributo al fallecido David Bowie durante la ceremonia del Grammy efectuada en la jornada actual dentro de las instalaciones del Staples Center de L.A.

(Larry Busacca / Getty Images for NARAS)

Los actos en vivo

Como se sabe, la ceremonia central del Grammy solo incluye a unos cuantos de los cerca de 80 premios para darle un enorme espacio a la música en vivo y a la presentación más espectacular que se pueda hacer de la misma; esta edición no fue la excepción, con una Taylor Swift que abrió fuegos recurriendo a “Out of the Woods”, tema que la encontró enfundada en un traje negro de una pieza con lentejuelas, rodeada de cuatro coristas y de un sugestivo fondo de árboles misteriosos, mientras se desplazaba entre el público y terminaba subida en una plataforma central en medio de una lluvia de confeti.

Sin embargo, habría que esperar hacia la mitad del show para observar lo que se convirtió en el acto más contundente: la interpretación de los temas “The Blacker the Berry” y “Alright” por parte de su autor Kendrick Lamar, empleando una puesta en escena absolutamente impactante en la que hubo celdas de prisión, fogatas, bailarines tribales y un claro mensaje de protesta social, encabezado por un ‘rapero’ que podrá no tener la mejor de las voces, pero que es sin duda un gran ‘performer’, sabe crear música especialmente compleja para su género y dejó a todos hipnotizados con un final que se enfocaba en su rostro furioso antes de pasar a un mapa en el que destacaba un solo nombre: el de Compton, su lugar de origen.

Tampoco decepcionó lo ofrecido por el canadiense The Weeknd, quien exhibió su convincente R&B de voz melodiosa, primero metido en una especie de celda traslúcida en la que entonó “Can’t Feel My Face” y después con un pianista y una cellista que lo acompañaron mientras cantaba “In the Night”; y los Alabama Shakes demostraron por su lado que merecían lo obtenido con un ‘set’ marcadamente ‘funkero’.

En lo que respecta a novedades, los organizadores del Grammy intentaron algo distinto al presentar la primera pieza del musical de Broadway “Hamilton”, transmitida en vivo desde el teatro Richard Rodgers de Nueva York, con lo que descentralizaron un poco las cosas.

Adele, que se presentó pese a no estar nominada (su obra más reciente, “25”, se lanzó muy tarde para concursar), necesitó únicamente de la ayuda de un pianista para conmover a la audiencia con su portentosa voz mientras cantaba la balada “All I Ask”, pese a que pareció luchar en algunos momentos para alcanzar las notas más altas, como probable consecuencia del clima extraño que se siente en el Sur de California (y que afectó la garganta de Rihanna hasta el punto de que esta canceló por completo su actuación, incluida en el programa).

Para celebrar el hecho de que había ganado su primer Grammy en la ceremonia no televisada, el ídolo canadiense de las adolescentes Justin Bieber apareció primero con una guitarra acústica colgada para ofrecer una versión de “Love Yourself” que no cambió probablemente la opinión de quienes lo consideran un cantante poco dotado, aunque disimuló más adelante esta circunstancia con una rendición de “Where Are U Now” llena de saltos y de arrebatos supuestamente rockeros que lo tuvo al lado de los DJs Skrillex y Diplo (con los que obtuvo el premio señalado).

Para los que se fueron… y para el que se quedó

Fuera de los actos enfocados en temas recientes de los nominados, el segmento en vivo se encontró lleno de tributos, lo que tiene sentido cuando se considera que los últimos meses han sido tristemente testigos del fallecimiento de varios músicos de valor. En ese sentido, el que llamaba más la atención era el de David Bowie, y no solo por la devoción que muchos le han profesado desde el día de su muerte -hace poco más de un mes-, sino también por quién lo iba a efectuar, es decir, Lady Gaga, una luminaria del pop que no es precisamente del gusto de los fans más incondicionales del británico desaparecido.

De ese modo, la aludida brindó un segmento en el que se puso evidentemente mucho esfuerzo y profesionalismo, pero que trivializó de algún modo el legado de Bowie ya que, si bien ella lució un atuendo y un peinado convincentes, así como un creativo teclado en forma de robot, la decisión de someter los grandes éxitos del inglés (entre ellos “Space Oddiy”, “Ziggy Stardust” y “Let’s Dance”) a un apurado popurrí con un sonido marcadamente pop se alejó considerablemente de la naturaleza original del material.

Por ese lado, pese a ser más breve, la celebración de B.B. King, el icono del blues que murió en mayo del 2015, fue más efectiva al centrarse en una sola canción (“The Thrill is Gone”) y al darle pie a tres excelentes guitarristas y cantantes: Chris Stapleton, Gary Clark Jr. y Bonnie Raitt, discretamente respaldados por un trío de cuerdas. Tampoco se quedó atrás el ingenioso modo en que Stevie Wonder recordó a Maurice White, fallecido el 4 de febrero pasado, a través de un ingenioso ‘cover’ de “That’s the Way of the World” con la asistencia del grupo a capella Pentatonix.

Hubo igualmente espacio para recordar al ex Eagles Glenn Frey, quien nos dejó el 18 de enero, mediante una agradable versión de “Take it Easy” interpretada por sus antiguos compañeros de banda y el también reconocido veterano Jackson Browne; y pese a que el metal no es un género históricamente favorecido por esta Academia, se homenajeó finalmente a Lemmy Kilmister, el memorable líder de Motorhead que nos abandonó el 28 de diciembre pasado, de la mano de Hollywood Vampires, un supergrupo cuyo núcleo está conformado por el emblemático Alice Cooper, Johnny Depp (sí, el actor) y Joe Perry (guitarrista de Aerosmith), y que remeció el auditorio con un poderoso ‘cover’ de “Ace of Spades”.

Hasta hubo un tributo para alguien que se encuentra vivito y coleando, el cantante Lionel Ritchie, a través de un amplio cartel de talentos en el que figuraron John Legend (interpretando “Easy”), Tyrese (“Brick House”) y Demi Lovato (“Hello”), quien empezó muy bien pero concluyó con una extensión de notas demasiado exhibicionista, a lo Christina Aguilera. Los cinco participantes se vieron luego sumados por el mismo Ritchie para una festiva rendición de “All Night Long”.

La participación latina

Como lo señalamos en la nota que les ofrecimos hace unas horas, los nominados hispanos se encontraron únicamente en la ceremonia no televisada; pero, a diferencia de esa, en la que el único de esta comunidad que actuó en el escenario fue Raúl Malo, líder de la banda de fusión The Mavericks, la parte aquí reseñada sí contó con una estrella latina, el rapero Pitbull, quien tuvo ni más ni menos que la responsabilidad de cerrar la velada, horas después de haberse llevado un Grammy (compartido con la mexicana Natalia Lafourcade) en la ceremonia no televisada y en la categoría de Mejor Álbum de Rock Latino, Alternativo o Urbano.

Y antes de hacerlo acompañado por una serie de artistas altamente inusuales para el estilo que practica (entre ellos, Travis Barker, baterista de Blink-182, y el ya citado Joe Perry), como parte de la composición titulada “Bad Man”, el cubanoamericano lo hizo con una interpretación de “El taxi” mucho más apegada a su estilo tradicional que contó con una gran sorpresa: la aparición de la mismísima Sofía Vergara en el grupo de baile.

En los demás momentos, los únicos otros latinos que lograron colarse abiertamente, pese a encontrarse ya bajo tierra, fueron el cantautor mexicano Joan Sebastian, en medio del segmento In Memoriam, y la sonera cubana Celia Cruz, quien recibió un premio honorario. Y aunque una de las presentadoras fue Selena Gómez, no tenemos todavía claro si debemos juzgarla como parte de la comunidad, como nos ocurre con Lovato.

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