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Tomatito debutó en L.A. dando una intensa cátedra de flamenco

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El viernes pasado, Tomatito, nacido bajo el nombre de José Fernández Torres y conocido como uno de los mejores guitarristas de flamenco de todos los tiempos, cumplió una prolongada deuda con la ciudad de Los Ángeles al ofrecer aquí la primera presentación completa de su carrera luego de la breve intervención musical que tuvo en los Grammy del año 2000.

Y eso no es poca cosa, ya que, lejos de ser un artista nuevo o del momento, este instrumentista oriundo de Almería, Andalucía, es lo que los anglosajones definen como “the real deal”, es decir, un representante destacado y auténtico del folklore español cuyos créditos incluyen no solo frecuentes colaboraciones con el recientemente desaparecido Paco de Lucía, sino también una relación particularmente estrecha con Camarón de la Isla, el ‘cantaor’ más célebre del mismo género, con quien trabajó hasta el momento de su muerte, en 1992.

No era necesario saber todo esto para gozar del concierto reseñado, que se llevó a cabo en el acogedor Wilshire Ebell Theatre de Beverly Hills y que se inició con el virtuoso solo en la tarima, dándole vida a su guitarra mientras lucía un llamativo aspecto de ropas negras y melena inmensa que lo hace lucir mucho más joven de los 58 años que ya tiene. Poco después, con la entrada de un dúo de ‘cantaores’ y un percusionista, el asunto se puso más animado, hasta el punto de alcanzar una intensidad que a nosotros, seguidores de las formas rockeras, nos remitió a la escuela de algunas bandas de metal clásico, por falta de una mejor referencia (y con el perdón de los puristas).

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Sin embargo, lo mejor estaba por llegar, y vino de la mano de José del Tomate, seudónimo del jovencísimo guitarrista que apareció entonces y que, como lo dejó muy en claro la mujer que gritó desde la parte trasera del auditorio (“¡ese padre, ese hijo guapo!”), forma parte de la familia de la estrella de la velada, lo que tiene sentido cuando se considera que esta clase de colaboraciones sanguíneas son habituales en el mundo del flamenco.

Aunque sus arreglos fueron vistosos y sus aportes rítmicos incuestionables, José cumplió normalmente un papel de acompañamiento, dejándole a su padre el lucimiento principal y, por supuesto, la mayoría de los solos, que Tomatito repartió generosamente a lo largo de un repertorio en el que, salvo una que otra excepción, los temas -descritos en el programa- no estaban definidos por títulos propios, sino por estilos, como “Rondeña”, “Bulerías”, “Tango argentino” (porque este europeo hace mucha fusión), “Rumba” y “Bolero”.

En un set acústico de esta clase, la precisión del sonido es tan importante y la fuerza con la que se toca es tanta que Tomatito afinó varias veces su instrumento entre canción y canción, para que la magia que brotara de este fuera incuestionable. Pero los instantes más vibrantes se dieron de hecho cuando los vocalistas, que estuvieron inicialmente dedicados a dar esas palmas tan distintivas en el flamenco y a pegar uno que otro grito, alcanzaron un papel más protagónico, inmediatamente después de que el percusionista Israel Suárez “Piraña” ofreciera una generosa muestra de sus habilidades.

Esto ocurrió sobre todo en el transcurso de “Mix Cantaores”, un popurrí de temas tradicionales en el que, luego de superar algunos problemas de sonido que se arreglaron con un cambio de micrófono, el vocalista Morenito de Illora demostró tener una potencia y una versatilidad que le arrancaron aplausos y vítores a la audiencia; y es que si bien esta era una presentación de tinte elegante en la que no se le ocurría a nadie sacar su celular para hacer fotos ni videos, el flamenco es un género de origen popular que no puede ser apreciado en silencio total, como si se tratara de música clásica.

Durante casi todo el show, nos llamó la atención la presencia de un hombre que se encontraba sentado al lado de De Illora y del otro ‘cantaor’, Kiki Cortiñas, y que no parecía hacer gran cosa; pero bastó con que empezaran las primeras notas del corte de cierre, “La Vacilona”, para que descubriéramos que este sujeto era José Maya, uno de los ‘bailaores’ más connotados del mundo entero.

Armado de una prodigiosa agilidad y de un temperamento que solo se puede encontrar en estas lides, Maya ofreció de inmediato una impresionante sesión de zapateado que lo encontró con la larga cabellera alborotada y un despliegue de energía que conquistó por completo a los asistentes. Este espectáculo formó parte de Los Angeles International Flamenco Festival, una serie de presentaciones que han tenido ya en este mismo local a artistas como Vicente Amigo, Los Farrucos y Diego El Cigala.

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