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Silverio deja huella con su alocada aproximación a la electrónica (y su tanga roja)

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Al tenerlo frente a nosotros, hubiéramos pensado que se trataba de una persona relativamente tranquila si es que no supiéramos que, en realidad, Silverio se comporta como un auténtico orate en los escenarios, desde donde insulta y recibe insultos de la audiencia, se saca la ropa hasta quedarse en una tanga roja que deja poco a la imaginación y aporrea sus teclados para producir una música electrónica tan bailable como agresiva.

Y es que, a pesar de su extraño atuendo y de la peluca que llevaba cuando se sentó a hablar con nosotros antes de su presentación de hace unos días en el bar La Cita del Centro de Los Ángeles, este extravagante artista se comportó de modo razonablemente decente durante la entrevista que nos otorgó, iniciada con una pregunta acerca de su lugar de origen -Chinpancilgo, Guerrero- que siempre menciona en sus conciertos pero por el que no parece tener mucho cariño.

“Me fui de allí en el 2000 y todavía no me regresado; habría que hacerlo por la puerta grande, pero no es una prioridad, porque salimos hartos y decepcionados, y tampoco hay mucha comunicación con la familia, porque nunca les gustó lo que yo quería hacer, aunque ahora que les mando dinero se callan un poco la boca”, afirmó.

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“Lo que pasa es que Chinpalcingo es una tierra sin encanto, sin ninguna atracción, y yo empecé realmente a hacer esto al llegar al DF, donde conseguí un ‘sampler’ y me di cuenta de que podía crear música sin ser músico y subirme a un escenario sin necesidad de tener a otros tipos al lado”, agregó. “Nunca he estado de acuerdo con colaborar con más gente, por lo que es bastante extraño que lo haya hecho ahora con ‘La Tesorito’, en lo que vendría a ser un paréntesis en mi carrera”.

Con esto, se refiere al show que ofreció en el Vive Latino durante el 2014 al lado de la también controvertida Laura León, y que se plasma ahora en un EP de tres temas en el que no falta el éxito “Suavecito”. “Fue muy natural, porque me di cuenta de que la señora es punk”, comentó Silverio con una sonrisa. “Es bastante ruda; la verdad es que no tiene nada de suavecita, porque el ‘vibrato’ inconfundible que maneja saca ámpulas’”.

El estilo que él mismo maneja no es precisamente delicado, como lo pudimos apreciar en su caótica pero entretenida sesión de La Cita, donde el intercambio con la audiencia fue también amablemente agresivo y sudoroso. “La aproximación es de la manera más bruta y cavernícola que sea posible, golpeando a las nuevas tecnologías”, admitió el susodicho sin reparo alguno, para decir luego que no escucha realmente demasiada música ajena.

“No encuentro cosas que me llamen suficientemente la atención, y me gusta mantener mis oídos vírgenes, porque son además lo único que mantengo de ese modo a estas alturas de la vida”, prosiguió el entrevistado. Y cuando le comentamos que durante una entrevista del pasado afirmó que le gustaban tanto Marilyn Manson como Beyoncé, afirmó que lo que había querido decir es que le gustaría “follarse a los dos”.

En sus palabras, no empezó a hacer lo que hace por las cosas que le gustan, sino por las que le disgustan. “Comencé en un momento en el que todo el mundo se subía al escenario con una camiseta y unos tennis, como si estuviera yendo a comprar las tortillas, lo que me parece muy mal, porque el rock es un espectáculo”, recordó. “Pero sí me inspiré en el resurgimiento de los Djs que se produjo, aunque no sabía tocar nada, y cuando me toca subir al escenario, me echo un par de tequilas y a la guerra. Nada de prender incienso ni ninguna de esas ching…”.

Sea como sea, los conciertos de Silverio, incluyendo el que se vio en nuestra ciudad, desatan siempre sesiones de ‘slam’ que no se deberían supuestamente esperar ante propuestas ‘electro’ como la suya. “Es que el punk ha ido transformándose; ya no es una cosa que suena de una manera”, enfatizó. “Los estilos musicales se han acartonado, y ahora es muy difícil que alguien te sorprenda, porque el rock se ha convertido prácticamente en una lengua muerta”.

Curiosamente, durante muchos años, nuestro entrevistado tuvo más oportunidades en Europa que en México, donde se le censuró por la crudeza de sus presentaciones y de sus letras. “Les parecía que lo que yo hacía no llegaba a los estándares que ellos esperaban, y hasta terminé en la cárcel acusado de faltas a la moral”, recordó. “Educar al mexicano me ha costado 12 o 13 años, y ahora que parece que están entendiendo, les he caído con ‘La Tesorito’ para que me vuelvan a odiar”.

Con siete producciones en la bolsa, Silverio intenta todavía sorprender a su audiencia, como lo demuestra el hecho de que el nuevo EP se lanzará también en un formato que vendrá dentro de un corcho “por si no les gusta y quieren metérselo en el c…”. Y también tiene un consejo para quienes lo rechazan: “Les pido que abran sus mentes tanto como sus braguetas, porque Silverio es un buen catalizador de la estupidez humana”.

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