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Rolling Stones, Bob Dylan, Paul McCartney y Neil Young probaron la inmortalidad de sus talentos en el Desert Trip

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No sabemos si la compañía organizadora de conciertos Goldenvoice planea que esto sea un concepto de largo plazo, pero si es así, no tendrá las cosas fáciles, porque la primera edición del festival Desert Trip reunió en el gigantesco Empire Polo Club de Indio el fin de semana pasado a seis artistas hermanados por un mismo linaje: todos son superestrellas activas, vienen haciendo música desde la década de los ‘60 y se convirtieron hace mucho tiempo en referentes esenciales del rock’n’roll.

Esa no es un combinación fácil de conseguir, por supuesto; y es además una combinación perfectamente representada por el atractivo central del festival, los Rolling Stones, quienes se formaron en 1962 y cuentan además con el ‘frontman’ más espectacular de todos los tiempos en lo que respecta a este género debido no solo a su reputación del pasado, sino también el hecho incuestionable -y ampliamente visible- de que se mantiene en excelente estado físico y vocal a los 73 años de edad.

Esto le permite moverse de un lado a otro como si se tratara de un jovencito de veintitantos años (lo juramos) y hacer las bromas de rigor (“Bienvenidos a la casa de retiro de Palm Springs para músicos ingleses”, dijo poco después de prometer que no iba a decir chistes sobre la edad, un tema que estuvo presente desde que se anunció el cartel del evento).

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Mick Jagger es motivo suficiente para que los Stones sean capaces de ofrecer espectáculos memorables; pero no es lo único que tienen, claro, porque su repertorio más conocido ha trascendido épocas y fronteras y ellos mismos lo saben bien, ya que en lugar de apelar a su material menos conocido, se dedicaron a tocar aquí sin pausa sus piezas más celebres, desde la apertura con “Start Me Up” hasta el cierre con la inevitable “(I Can’t Get No) Satisfaction”.

Para nosotros, lo mejor estuvo al medio, cuando se acumularon “Midnight Rambler” (con una llamativa parte improvisada), “Sympathy for the Devil” (con un Jagger en medio de un baile desatado), “Brown Sugar” (con un vibrante solo de saxo) y “Jumpin’ Jack Flash” (uno de los mejores temas de rock de la Historia). Y hasta quedamos convencidos con la interpretación de “It’s Only Rock ‘n’ Roll (But I Like It)” por parte del guitarrista Keith Richards, quien no es precisamente un buen cantante -y tampoco es el que más solos hace en la agrupación, porque esa labor se encuentra en manos de Ron Wood-, pero salió airoso del reto.

Los Stones fueron el justo acto de cierre de la primera jornada del viernes pasado, y despertaron en la inmensa multitud (se calcula que hubo cerca de 70 mil almas) un entusiasmo que no se produjo con el acto anterior, Bob Dylan, quien a pesar de ser una leyenda viviente por cuenta propia (tiene 75 años) y de haber inspirado directamente a Jagger y cía. en sus inicios, se niega actualmente a tocar los ‘hits’, los presenta bajo un estilo creativo pero apacible (mucho más cercano al country que al rock), no habla en absoluto con la audiencia y, para decirlo claramente, hace lo que le viene en gana sobre la tarima.

La falta de notoriedad de Dylan fue tanta que ni él ni sus músicos aparecieron después del primer puñado de canciones en las pantallas gigantes del auditorio, que eran la única manera en que las miles y miles de personas que no tenían asientos cercanos al estrado podían ver a los artistas presentes; pero, en este caso, el repertorio resultó mucho más concesivo de lo que se esperaba, porque los conciertos más recientes del cantautor oriundo de Minnesota han estado abocados principalmente a ‘covers’ de Frank Sinatra, ante el desconcierto de la audiencia.

En este caso, en cambio, los trámites se iniciaron con “Rainy Day Women # 12 & 35”, una memorable pieza de 1966, e incluyeron clásicos como “Highway 61 Revisited”, “It’s All Over Now, Baby Blue” (ambos de 1965) y, ya para el cierre, la estupenda “Masters Of War”, una oda contra la guerra que se grabó en 1963 y que, además de contar con un inspirado solo de ‘steel guitar’, llegó secundada por sugestivas imágenes en blanco y negro.

Paul McCartney fue la estrella de la segunda jornada del evento, donde interpretó muchas canciones de la legendaria banda The Beatles.

Paul McCartney fue la estrella de la segunda jornada del evento, donde interpretó muchas canciones de la legendaria banda The Beatles.

(Chris Pizzello/Invision/AP)

El segundo día

El entusiasmo más abierto regresó durante la jornada siguiente en la tarde gracias a Neil Young, un cantante y guitarrista que, para ser sinceros, no tiene el status de los demás artistas que participaron en el evento, pero que sorprendió a todo el mundo con una presentación inspirada y sumamente intensa que quedó marcada como un punto especialmente alto del fin de semana.

Young, de 70 años, ha tocado con distintas formaciones, pero se distingue hasta ahora básicamente por tener dos facetas: la de un ‘crooner’ que interpreta piezas acústicas y emotivas, y la de un rockero entregado a la electricidad que se convirtió en inspiración de la escena ‘grunge’ de los ‘90. Por suerte para todos nosotros, su nueva banda, conformada por los integrantes del combo californiano Promise of the Real (liderada por Lukas Nelson, hijo del icono del ‘folk’ Willie Nelson), es estupenda, y puede encargarse de las dos facetas sin problema alguno.

Así, en medio de sus espectaculares solos de guitarra y de los larguísimos ‘jammins’ en los que suele incurrir -respaldados aquí por Nelson, otro excelente intérprete de las seis cuerdas-, el veterano canadiense de la peculiar voz se dio tiempo para desgranar títulos como “Harvest Moon”, “Powderfinger”, “Down By the River” y “Rockin’ in the Free World”.

Por supuesto, la mayoría de los asistentes -entre los que había muchos latinos, como lo revelaban sus conversaciones en español, y que contra todo pronóstico eran sobre todo jóvenes- estaban ahí para ver al protagonista del sábado, Paul McCartney, quien últimamente ha estado dedicando una generosa porción de su set a los temas de cierta banda de Liverpool que respondía al nombre de The Beatles.

De ese modo, Desert Trip le dio a sus espectadores la posibilidad de escuchar durante un solo fin de semana composiciones esenciales de los dos grupos de rock más grandes de todos los tiempos; y aunque McCartney es el único ex Beatle en su propia banda y su voz no es la misma de antes -esto se ha ido agudizando en los años recientes-, muchas de sus creaciones son excepcionales, mantiene intactas sus habilidades instrumentales (sobre todo como bajista, pero también como guitarrista) y es un artista de lo más energético, carismático y comunicativo.

Fuera del placer y del sentido de reconocimiento que produjo escuchar composiciones emblemáticas de The Beatles como “A Hard’s Day Nights”, “Daytripper”, “Blackbird”, “Eleanor Rigby”, “Let It Be” y “Helter Skelter”, así como cortes de Wings (el grupo con el que McCartney trabajó desde 1971 hasta 1981) del nivel de “Band on the Run” y “Live and Let Die”, el momento más llamativo de este segmento -que llenó las pantallas gigantes de colorido y nostalgia- se dio cuando el mismo McCartney invitó al escenario a Neil Young, quien sumó su voz y su guitarra a un popurrí en el que se incorporaron fragmentos de “A Day in the Life” (original de The Beatles), “Give Peace a Chance” (creación de John Lennon como solista) y “Why Don’t We Do It in the Road?” (una pieza menos conocida de los Beatles que se coronó con un rabioso solo de Young).

En realidad, se trató de la única colaboración entre los músicos que se presentaron de manera separada a lo largo de los tres días, cuando se esperaba que se produjeran muchas más interacciones de esta clase. Un día antes, hubo una oportunidad dorada que fue desaprovechada, cuando los Stones hicieron un ‘cover’ de “Come Together” (original de The Beatles) en el que McCartney tendría que haber intervenido (se supone que ya estaba en Indio). Pero todo lo demás fue ciertamente impecable, sobre todo en el plano del sonido y la espectacularidad visual.

La jornada final del festival fue ayer, y prometía nuevas emociones para los amantes de la música guitarrera a través de las actuaciones de la agrupación The Who y Roger Waters, exintegrante de Pink Floyd. Pero esa es otra historia.

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