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Rockea Maldita Vecindad en el Zócalo

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Agencia Reforma

Unas 100 mil personas, cifra oficial según el Gobierno de la Ciudad de México, vibraron anoche con el rock-ska de Maldita Vecindad y Los Hijos del Quinto Patio en el Zócalo.

Para el show estelar ayer en la Semana de las Juventudes, la banda capitalina hizo suya la noche desde las 21:30 horas. “Bienvenido si vienes en paz, la música es el puente”, saludó Roco, vocalista.

El slam no se hizo esperar y de inmediato recorrió desde la Bandera hasta las calles aledañas de la plaza. “Todos somos uno solo, un corazón”, añadió, para cantar “Pata de Perro”.

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“El águila y el cóndor se encuentran y América, continente, consciente, despierta”, improvisó. “Bienvenida, caravana migrante”. Así, antes de brindar “El Sur del Sur”, aparecieron todas las banderas del continente a sus espaldas.

Una fiesta latinoamericana motivó que miles de palmas se elevaran al ritmo de la música. “A todas esas personas que se han atrevido a amar aunque sean estigmatizadas, para toda la comunidad LGBT, desde esos tiempos ya pensábamos esto”, proclamó antes de comenzar los acordes de “Rafael”.

“Ya Lo Pasado, Pasado” arrancó los gritos de la multitud, que concluyó con un jubiloso “¡México, México!”. Tragafuegos y arlequines también fueron partícipes de la celebración en el escenario.

hoyla-mus-la-maldita-contribuye-a-transformar-mexicoHubo un momento de reflexión solidaria hacia los padres de los 43 normalistas desaparecidos, mientras los rostros de los alumnos de Ayotzinapa aparecían en la pantalla.

Carmen Aristegui apareció también en pantalla para saludar al Zócalo, agradecer al grupo su trabajo e introducir “Don Palabras”. La banda se despidió entre aplausos, chiflidos y gritos con “El Cocodrilo” y la infaltable “Kumbala” a las 23:40 horas.

Previamente, grupos como Lost Acapulco e Instituto Mexicano del Sonido entregaron lo mejor de sus repertorios ante la concurrencia, en la cual, además de una mayoría de jóvenes y adolescentes, no faltaron familias con todo y bebés.

“Me gusta mucho que mi hijo esté conmigo y que sepa un poco de la cultura de la música”, dijo Armando, uno de los asistentes, quien llevaba a su pequeño.

Olores de elote, de esquite, de cerveza e incluso de mariguana se combinaron en el lugar, donde la tierra comenzó a temblar de los saltos que daba la multitud con sus grupos favoritos.

También se mezclaban los cabellos de colores de algunos jóvenes con las canas de algunas personas mayores. Había algunos disfrazados de pachucos, otros que venían saliendo del trabajo y lucían traje. Unos más, con máscaras, otros con rastas, perforaciones y tatuajes por todo el cuerpo, además de algunos turistas.

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