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Milanés fue breve, Gatica se extendió y muchos festejaron en los Premios Especiales del Grammy Latino

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Entre todos los celebrados durante la ceremonia dedicada a los Premios a la Excelencia que otorga anualmente la Academia Latina de la Grabación y que se llevó a cabo esta mañana en el KA Theatre del hotel MGM de Las Vegas, el más esperado era sin duda Pablo Milanés, no solo por su enorme popularidad en el ambiente musical latinoamericano, sino también porque, luego de haber sido reconocido desde hace tiempo como símbolo de la revolución cubana, acababa de dar unas declaraciones bastante duras sobre el régimen castrista.

Y es probable que el miembro esencial del movimiento de la Nueva Trova estuviera al tanto de estas circunstancias, lo que puede haber tenido que ver con su decisión de no pasar por la alfombra roja donde se encontraban los reporteros para no tener que responder preguntas incómodas, aunque se dijo que no lo había hecho debido a que se encontraba mal de la garganta.

Sea como sea, Milanés sí dio la cara al momento de recibir su trofeo, aunque lo hizo a través de un discurso sumamente corto en el que no se sintió una falta de sinceridad, pero que resultó sumamente predecible, porque luego de decir que aceptaba el reconocimiento “con humildad”, se limitó a dedicar lo obtenido a su esposa Nancy, a sus nueve hijos (“que me alientan a vivir y portarme bien para seguir cantando”) y al pueblo cubano (“el mejor público que tengo”). Tras su rápida salida, Gabriel Abaroa Jr., presidente de la Academia, acertó al hacer una broma que concluía con esta frase: “Ya entiendo porqué Pablo compuso ‘El breve espacio en que no estás’”.

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La tendencia opuesta llegó de la mano de Humberto Gatica, el reconocido productor chileno que ha trabajado con leyendas de la música como Selena, Madonna, Michael Jackson, Shakira y Céline Dion, y quien brindó no solo un discurso de lo más extenso, en el que hubo menciones que partieron de su padre y llegaron hasta Julio Iglesias, sino que fue antecedido por un discurso también largo y considerablemente emotivo por parte de Dion, la misma que hizo una aparición inesperada para llegar casi a las lágrimas mientras recordaba lo mucho que hizo Gatica por su carrera, sobre todo en lo que respecta a la grabación de su primer álbum en inglés.

“Me hizo sentir cómoda desde el inicio, más allá del uso de la tecnología, porque los botones son los mismos para todos [los productores], pero él tiene un talento, una generosidad y un sentido de la amistad muy especiales”, dijo la canadiense. “Hemos pasado por momentos divertidos y duros, y curiosamente, me acuerdo más de los segundos, porque logró que los superara; Humberto, has marcado una gran diferencia en mi vida. Gracias por cantar conmigo”.

Por otro lado, a diferencia del esquivo cantante cubano, la dominicana Ángela Carrasco conversó ampliamente con la prensa y, en nuestro caso, nos dio una extensa entrevista en la que habló tanto de su célebre participación en el musical “Jesucristo Superstar” como de la gira actual que efectúa Camilo Sesto (a quien siempre ha agradecido infinitamente por el despegue de su carrera) pese a lo mermadas que se encuentran sus cualidades vocales.

En el podio, la caribeña radicada en España desde 1972, que ha colaborado con figuras de la talla de Celia Cruz y Juan Gabriel y que llegó ataviada con un vestido de reminiscencias indígenas, prolongó su simpatía al asegurar que se encontraba temblando a pesar de toda la experiencia acumulada; y luego de pedir un aplauso para Sesto, mencionó a sus padres, a sus hijos y, sobre todo, a su marido Ramón, con quien lleva casada más de cuarenta años.

También se mostró muy solícito con la prensa Rafael Ithier, quien fingió ofenderse cuando le mencionamos el hecho de que se encuentra semi-retirado porque sólo dirige a El Gran Combo de Puerto Rico (que él mismo fundó) en ocasiones especiales, pero que actuó ante nosotros de un modo mucho más jovial y amable de lo que puede esperarse en una persona de 89 años.

Ante nuestra grabadora, Ithier se mostró sumamente humilde ante los logros de la llamada “Universidad de la Salsa”, que cumplió medio siglo de vida y que era la agrupación a la que se le entregaba el premio; y sobre la tarima, el pianista pidió perdón “por esta voz [rasposa] que me dio el creador”, para luego asegurar que, más que músico, es un organizador, debido a que posee una férrea disciplina. “Le he pedido a Dios que me otorgue 125 años de vida, o sea que todavía me quedan varios para hacer esto”, precisó con gracia.

La Madre Patria fue representada por Ana Belén y Víctor Manuel, una pareja de artistas que lleva casada más de cuatro décadas y que ha desarrollado una carrera como dúo de manera paralela a la que tiene como solistas, enfrentándose incluso en su momento a la censura franquista.

“Esto es como si premiaran a un niño por comer helados, y eso es justamente lo que he estado haciendo durante los últimos cincuenta años”, bromeó el intérprete de “La puerta de Alcalá”, mientras que su mujer indicó que “la excelencia [es decir, el nombre que llevaba su reconocimiento] no debería ser un premio, sino algo que hay que perseguir por obligación; y si es una utopía, quiero seguir buscándola, porque todavía no la he alcanzado”.

Los brasileros celebraron en particular el premio de Djavan, un artista que alcanzó notoriedad por sus fusiones de samba, funk, pop y jazz, y que cuenta también con una carrera de cincuenta años. “Ha sido una vida entera dedicada a la música, y todas las veces que hablo con Dios no es para pedirle algo, sino para agradecerle, porque no tengo nada más que pedir”, comentó el oriundo de Maceió en un español sumamente correcto, que le sirvió también para decir que todo lo que ha hecho ha sido con “mucho placer, mucho amor”.

Hubo también trofeo para una leyenda viviente del jazz moderno, Gato Barbieri, quien aparte de haber participado en toda clase de proyectos en los que han faltado influencias del folklore latinoamericano, intervino en la grabación de la banda sonora de la célebre cinta “El último tango en París”. Pese a tener que dar su discurso sentado debido a su avanzada edad, Barbieri habló con palabras sabias e imponentes al afirmar que “el sonido es muy importante” y al hacer un breve pero jugoso recorrido de una trayectoria que se ha prolongado ya por 63 años y se ha plasmado en 45 discos.

“La idea mía siempre ha sido buscar algo nuevo sin destruir lo anterior”, relató. “Hace poco, alguien me preguntó, ‘Che pibe, ¿cómo se hace llegar al Carneggie Hall?’ Y le respondí, ‘tenés que practicar, practicar y practicar’”. En ese sentido, todos los músicos que están aquí han hecho cosas importantes para merecer estos premios”.

Por su lado, el venezolano Chelique Sarabia arribó con la distinción insólita de haber compuesto cerca de 1,000 piezas musicales de distinto tipo, y aunque aseguró en el podio que su distinción es una buena noticia para un país “que ha llevado mucho palo, mucha leña” en los últimos tiempos, terminó extendiendo el comentario al plano político al decir que “podríamos tener noticias incluso mejores” el 6 de diciembre, fecha en la que se llevarán a cabo las elecciones parlamentarias en la nación sudamericana.

El violinista Federico Britos, de Uruguay, estuvo allí como solitario representante de la música clásica, que ha combinado tradicionalmente con toques de tango y de jazz, hasta alcanzar un nivel de virtuosismo que le permitió grabar con la superestrella Michael Jackson. Fuera de las menciones de rigor a la esposa y a los hijos, Britos fue el único que aludió al menos de manera indirecta a la situación relacionada a los atentados de París al afirmar que la música es importante “porque permite que tengamos algunos momentos de paz y de felicidad en medio de un mundo que tiene una enorme cantidad de problemas”.

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