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Michael Schenker sacó a relucir a sus propias estrellas en una faena de lujo

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Con casi 50 años de carrera, es natural que Michael Schenker tenga mucho que mostrar cuando se sube a un escenario. Y eso es más claro que nunca cuando se sabe que, a pesar de no gozar quizás de la popularidad de otros ‘guitar heroes’, este alemán de 63 años era ya un ídolo antes de lanzarse al ruedo por su cuenta, cuando había formado parte de dos bandas realmente influyentes en la banda rockera: Scorpions y UFO.

Pese a que tuvo serios problemas con las drogas y el alcohol, una circunstancia que podría estar relacionada a la falta de difusión masiva de sus talentos, Schenker se ha mantenido de manera casi constante en el mundo de las presentaciones y de los lanzamientos discográficos, ya que después de las bandas arriba citadas, formó su proyecto más duradero, Michael Schenker Group (MSG), para crear luego el McAuley Schenker Group y, más recientemente, Temple of Rock.

Todas estas experiencias le dieron finalmente la idea de grabar no solo un nuevo álbum titulado “Resurrection” (2018) -bajo la denominación de Michael Schenker Fest y con los aportes de muchos de los cantantes con los que había trabajado-, sino de llevar el mismo concepto a una gira que ha pasado ya por Europa y Japón, que llegó el domingo pasado al Grove de Anaheim y que le ha permitido contar con la presencia de los mismos vocalistas: Gary Barden, Graham Bonnet, Robin McAuley y Doogie White.

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Al menos uno de ellos posee un status de leyenda semejante al suyo debido a colaboraciones de alto vuelo con otras agrupaciones de prestigio; nos referimos a Bonnet, quien participó en Rainbow (el celebrado grupo formado por el guitarrista Ritchie Blackmore tras su salida inicial de Deep Purple), así como en Alcatrazz e Impellitteri. Tenemos que decirlo que verlo en acción fue realmente inolvidable.

Pero la noche empezó dándole el micrófono principal a Gary Barden, el ‘frontman’ que grabó cuatro álbumes con Schenker, y que a pesar de no haber tenido nunca una voz espectacular, es recordado por los fans como el intérprete de varias canciones infaltables que se escucharon al principio de la velada, como “Cry for the Nations”, “Attack of the Mad Axeman” y “Armed and Ready”.

Pero la noche empezó dándole el micrófono principal a Gary Barden, el ‘frontman’ que grabó cuatro álbumes con Schenker, y que a pesar de no haber tenido nunca una voz espectacular, es recordado por los fans como el intérprete de varias canciones infaltables que se escucharon al principio de la velada, como “Cry for the Nations”, “Attack of the Mad Axeman” y “Armed and Ready”.

Aunque el asunto entero se inició de manera instrumental con “Into the Arena”, procedente de la primera etapa con Barden, el entusiasmo creció ante la interpretación de “Coast to Coast’, un corte de Scorpions que fue compuesto por Rudolf, el hermano de Michael que permanece todavía en el aclamado combo teutón, y que el mismo protagonista de esta velada grabó al lado de sus compatriotas en el aclamado disco “Lovedrive” (1979).

Después le tocó el turno a Bonnet, quien debutó en el Grove con una estupenda versión del tema de medio tiempo “Desert”. La pieza le dio lucimiento a la ruda pero inspirada garganta del aludido, y permitió de paso probar que, además de hacer grandes solos, Schenker es capaz de generar excelentes riffs. También destacó “Assault Attack”, una pieza más rápida que es un perfecto ejemplo del mejor heavy metal clásico; pero nos convenció mucho menos “Dancer”, que a pesar de provenir del mismo álbum, resulta demasiado comercial para nuestro gusto, aunque llegara esta vez respaldada por todos los cantantes que participaron en el evento.

Los mismos vocalistas no se alejaron nunca demasiado del escenario, tanto para hacer coros como para participar activamente en los momentos que le dieron cabida a las composiciones procedentes de “Resurrection”, que no son precisamente espectaculares, pero que no desentonaron realmente con el resto del repertorio, sobre todo cuando le tocó el turno al sencillo “Warriors”, interpretado mientras los ilustres veteranos sobre las tablas mostraban en sus rostros la satisfacción por un trabajo tan bien hecho a esta altura de sus vidas.

Pese al impacto generado por Bonnet, es probable que el vocalista con la voz más conservada y poderosa haya sido el que lo siguió de manera individual en la tarima, McAuley, quien calentó un poco los duros corazones con “Anyway” (la única balada del concierto), pero participó también en arranques rocanroleros tan saludables como los de “Bad Boys” y “Save Yourself”.

Luego vino White, poseedor también de cuerdas vocales privilegiadas, con el fin de desgranar cortes de Temple of Rock como “Live and Let Live”, “Vigilante Man”, “Before the Devil Knows You’re Dead” y la notable “Lord of the Lost and Lonely”, enmarcada en un estilo épico que nos recordó por momentos lo realizado por el inmortal Ronnie James Dio.

La despedida llegó de la mano de varios cortes de UFO; primero le llegó el turno a “Rock Bottom”, que pese a su popularidad no nos parece tan fascinante como la pintan, pero tras un breve receso, arribó el ‘bis’ con más versiones del mismo grupo y la participación alternativa de Barden, Bonnet, McAuley y White mientras sonaban “Doctor Doctor”, “Shoot Shoot”, “Natural Thing” (dueña de un riff histórico) y la infaltable “Lights Out”.

Fueron 30 canciones a lo largo de más de 2 horas y media, y les aseguramos que nadie salió insatisfecho, porque además de la gran labor de los cantantes, Schenker dejó en claro que, más allá de los errores que pueda haber cometido en el pasado, se encuentra en excelente estado físico y, sobre todo, mantiene intactas sus habilidades guitarrísticas.

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