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Maná va a lo seguro en su debut de Rock in Rio USA, ante un público entregado

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No era la primera vez que los cuatro tapatíos trabajaban para el clan brasilero que se encuentra detrás del evento de Rock in Rio; de hecho, antes de la noche de ayer, ya habían participado en dos celebraciones, la primera en Rio de Janeiro y la segunda en Madrid. Pero lo que pasó hace unas horas en la explanada de MGM Resorts de Las Vegas tuvo un sabor distinto, porque formaba parte de la primera edición de la misma actividad en Estados Unidos y, más específicamente, en la ciudad de Las Vegas.

En términos generales, tenemos la impresión de que el festival, que en su primera jornada local cumplió en varios rubros como el de la seguridad, la comodidad y el fácil acceso a la comida y a la bebida, no llegó ni por asomo a sus pronósticos más optimistas, porque, a ojo de buen cubero, los presentes durante la actuación de Maná no pasaban los 20 mil; pero, a pesar de ser la única propuesta latina del día en los escenarios de artistas reconocidos y de haber ofrecido un repertorio sin novedades que no brilló precisamente por su potencia, los mexicanos contaron siempre con la devoción de sus incondicionales latinos y con el apoyo de varios anglosajones para los que sus canciones dejaron hace tiempo de ser extrañas.

En realidad, Maná apostó a la carta segura desde el primer acorde, correspondiente a “Oye mi amor”, que empezó los trámites con una convincente tonalidad de ska y hasta de punk, y que prosiguió con los éxitos y nada más que los éxitos; y como ocurre en otras ocasiones, pese a que el ambiente no correspondía para nada a un espectáculo íntimo, insistió en darle preferencia a los temas lentos y románticos, entre los que destacaron “En el muelle de San Blas” , “Rayando el sol”, “Labios compartidos” y, claro está, la infaltable “Mariposa traicionera”.

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Hubo tantos cortes melosos que, cuando el cantante Fher le pidió a la audiencia “¡Más huevos!” durante la ‘intro’ de “Clavado en un bar”, parecía que se trataba de una broma, aunque hay que reconocer que el asunto tuvo algunos momentos más encendidos, como pasó durante la interpretación de la ‘funkera’ “Déjame entrar”, donde el baterista Alex González le pegó duro a los tambores, así como en la de “Me vale”, donde el mismo músico se encargó de la voz y de las percusiones de manera simultánea, como es de rigor, y donde pudo destacar finalmente un solo del guitarrista Sergio Vallín. Personalmente, lo que más nos extrañó fue la ausencia de cualquier pieza de su nuevo disco, “Cama incendiada”; no hubiera estado de más, por ejemplo, que probaran suerte con la que le da su nombre al trabajo, que hubiera sido muy pertinente porque, por primera vez en la historia de este combo, tiene partes en inglés.

A fin de cuentas, se trató de Maná siendo Maná, le pese a quien le pese. El momento más sorpresivo fue probablemente el que encontró a Fher dando un breve discurso pidiendo “esperanza para los países latinos, esperanza aunque sea para las almas de los 43 estudiantes desaparecidos, esperanza para Venezuela y esperanza para todo el mundo”. Esto coincidió con lo que nos dijo momentos antes en el ‘backstage’, donde enfatizó su desacuerdo con el gobierno chavista y anunció que su banda hará una campaña de videos contra éste.

Además de Maná, que salió al ruedo a las 10 de la noche -es decir, en el segundo horario estelar del estrado principal-, el mismo escenario le brindó oportunidad a otros artistas relevantes, esta vez del universo anglosajón, empezando por el acto central, No Doubt, un grupo originario de Anaheim que dio a conocer a la popular cantante Gwen Stefani, y que con el paso del tiempo fue dejando de un modo u otro sus raíces más ‘skaseras’ y punkies para practicar un estilo más amable y ‘popero’. El set de esta velada fue justamente un ejemplo de ello, con una mezcla de piezas ampliamente comerciales, como “Settle Down” y “Hey Baby”, con muestras más fieles a sus raíces, como “Underneath It All” y “It’s My Life”; y no les faltó la inspirada balada “Don’t Speak”, que los popularizó mundialmente.

Antes de Maná, la misma tarima central le dio pie a The Pretty Reckless, una banda que tiene también al frente a una vocalista femenina, pero que es mucho más nueva y ha mantenido hasta ahora sus duras raíces. La cantante aludida es Taylor Momsen, una joven de 21 años que se dio a conocer como actriz gracias a la teleserie “Gossip Girl”, pero que últimamente ha dado más de qué hablar debido a este proyecto que le entra con gusto al metal alternativo y que exhibe su talento para las artes más fieras. No pudimos escuchar mucho de su repertorio porque debíamos ir a entrevistar a Maná, pero quedamos sorprendidos con la potencia de temas como “Follow Me Down” y “Since You’re Gone”, iniciados con unos desafiantes ruidos pregrabados que emulaban un orgasmo femenino.

El segundo escenario, llamado Evolution, también tuvo lo suyo, sobre todo cuando le tocó el turno a Gary Clark Jr., un afroamericano de Austin, Texas, que ha despertado comparaciones con el legendario Jimi Hendrix debido a su intenso sonido de guitarra. El prodigioso instrumentista, que canta también sus composiciones, dio una cátedra de blues sobreamplificado mientras la pantalla que tenía a sus espaldas mostraba imágenes psicodélicas y se convertía en el fondo ideal para piezas tan sencillas pero tan cargadas de poder como “Bright Lights” y “Numb”. Si nos preguntan, fue lo mejor del día, aunque no nos decepcionó tampoco No Doubt ni Foster the People, una banda que parece estar más en la onda típica de Coachella, pero que entretuvo a quienes se sometieron a su propuesta con un estilo en el que se combinan la música ‘disco’, la escuela electrónica y el rollo ‘dark’.

Fuera de la música “oficial”, que se prolongó hasta la una de la mañana, el festival promocionó mucho sus actividades adicionales, sobre todo en lo que respecta a la llamada City of Rock, conformada por una serie de instalaciones que, en este caso, se dividieron en tres (Reino Unido, Estados Unidos y Brasil), y en las que se simulaban ambientes propios de cada días, dentro de los cuales se ofrecían frecuentemente comidas y bebidas típicas de cada lugar. Los productores dejaron en claro que la fiesta era idea suya al lograr que su espacio fuera el mejor de toda esta sección al invitar a agrupaciones procedentes de la nación sudamericana que hacían temas propios, a diferencia de las de las demás “calles” adyacentes.

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