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Los Tucanes de Tijuana coronaron la gran celebración por la independencia mexicana de la ciudad de L.A.

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Casi al inicio de su presentación del sábado, Los Tucanes de Tijuana interpretaron “El Centenario”, un narcocorrido sobre “un amigo que se metió a la mafia”. Pero no se encontraban en un concierto desarrollado en algún paraje remoto de México, sino sobre un escenario enorme ubicado a las puertas de la Alcaldía de Los Ángeles, como acto central de ¡El Grito! Music & Arts Festival, un evento oficial de la ciudad destinado a conmemorar las fiestas patrias del país vecino.

El número musical no causó escándalo alguno, principalmente porque es uno de los temas menos ‘pesados’ de estos artistas y no se refiere directamente a ningún traficante real; pero también porque, a diferencia de lo que pasa en muchas plazas mexicanas, este controvertido género no está prohibido en las tarimas estadounidenses.

Además, fue lo único realmente vinculado al negocio ilícito que tocaron Los Tucanes, ya que el resto del repertorio estuvo compuesto por canciones de fiesta y de mujeres, entre las que no faltó, por supuesto, “La Chona”, que fue grabada hace 24 años, pero que recuperó notoriedad durante el verano que acaba de terminar al convertirse en la banda sonora del popular y controvertido #LaChonaChallenge.

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El líder incuestionable del popular conjunto, Mario Quintero, estaba muy consciente de esa coyuntura, porque le dio cabida a la pieza no una, sino dos veces, mientras que la concejal Mónica Rodríguez, gestora principal del evento, dejaba de lado las formalidades y se ponía a bailar con el mismo cantante (lo hizo en ambas ocasiones), secundada por otras damas vinculadas a la ciudad.

La lista de temas, con incursiones en la cumbia, el huapango y el rock’n’roll, incluyó a “El tucanazo”, “La chica sexy”, “Amor platónico”, “Me gusta vivir de noche”, “Soltero y con dinero”, “Jugo a la vida” y “El Narizón”, una pieza de doble sentido y de claras connotaciones sexuales. En el plano del mensaje, lo más provocativo llegó al final, cuando Quintero -que además de cantar interpreta con ganas y talento el bajo sexto- dijo: “Tenemos que estar juntos y ayudarnos, sobre todo en este país, porque lo tenemos que recuperar”.

La lista de temas, con incursiones en la cumbia, el huapango y el rock’n’roll, incluyó a “El tucanazo”, “La chica sexy”, “Amor platónico”, “Me gusta vivir de noche”, “Soltero y con dinero”, “Jugo a la vida” y “El Narizón”, una pieza de doble sentido y de claras connotaciones sexuales. En el plano del mensaje, lo más provocativo llegó al final, cuando Quintero -que además de cantar interpreta con ganas y talento el bajo sexto- dijo: “Tenemos que estar juntos y ayudarnos, sobre todo en este país, porque lo tenemos que recuperar”.

El acto musical anterior a Los Tucanes fue el de Selenamos, una banda local que es un tributo profesional a la legendaria “Reina del Tex-Mex” Selena Quintanilla y que coloca al frente a Chrisol Lomeli, una vocalista tan competente como simpática, además de tener entre sus filas a Moisés Baqueiro, un celebrado bajista de la escena rockera independiente que militó en Los Abandoned y que aquí se hace llamar A.B. Quesadilla, en evidente alusión humorística a A.B. Quintanilla, el hermano de la estrella mexicoamericana, que tocaba el mismo instrumento en su banda Los Dinos.

Sea como sea, Selenamos no se toma a la broma lo que hace, porque su nivel y su puesta en escena son de primer nivel. Además de revivir temas como “Fotos y recuerdos”, “Amor prohibido”, “La carcacha” y “Como la flor”, ofreció un convincente popurrí compuesto por fragmentos de temas de fines de los ‘70 como “I Will Survive” y “Funkytown”, entre otros.

Después de eso, se llevó a cabo la ceremonia de El Grito, antecedida por tres discursos: el primero, casi completamente en inglés, le correspondió a la ya citada Rodríguez, que es la tercera latina elegida como concejal en la historia de L.A.; el segundo fue para el alcalde Eric Garcetti, quien recordó ser nieto de mexicanos e insistió en que esta ciudad seguirá protegiendo a los inmigrantes pese a lo que se diga en la Casa Blanca; y el tercero fue pronunciado por Carlos García de Alba, cónsul general de México en Los Ángeles, quien concluyó su parte pidiendo un respaldo completo al nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

A continuación, José Huizar, Gil Cedillo y otros concejales se sumaron a la partida para ser primero testigos de una impecable interpretación a capella del himno estadounidense a cargo del adolescente Angelito García; e inmediatamente después, llegó la presentación de una versión grabada del himno mexicano que fue secundada por la banda del Colegio de Bachilleres Héctor Terán Terán de Mexicali y que figuró en el mismo segmento de la pronunciación de El Grito, a cargo de García de Alba.

Si de tolerancia y diversidad se trata, hay que resaltar también la presencia del Mariachi Arcoiris de Los Ángeles, designado como el único conjunto de su clase que se encuentra completamente conformado por miembros de la comunidad LGBTQ, y que ocupó la tarima al inicio de la noche, luego de una intervención de El Conjunto Nueva Ola (ECNO), cuyos integrantes salen a escena enmascarados para brindar animados ‘covers’ cumbieros de clásicos rockeros.

Aunque la zona más cercana al escenario era VIP y requería de invitación, el evento de asistencia masiva fue de ingreso libre y se expandió no solo a la explanada con césped del Grand Park, donde había puestos de artesanía e instalaciones de arte, sino también a un amplio espacio aledaño en el que se habían colocado mesas y ’food trucks’ de comida mexicana.

Había también por ahí una ‘discoteca silenciosa’ (de esas que te obligan a escuchar la música por audífonos) enfocada en el reggaetón, un género que, hasta donde sabemos, no tiene precisamente raíces aztecas, pero que colaboró definitivamente con la sensación de fiesta que ya reinaba.

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