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Jeff Beck, Paul Rodgers y Ann Wilson prueban que la edad no puede quitarles su estatus legendario

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Se dice que la ubicación actual del FivePoint Amphitheatre es temporal, lo que justificaría de algún modo la precariedad logística de la despedida supuestamente definitiva de Orange County de la legendaria banda metalera Slayer que se produjo hace unas semanas en el nuevo local al aire libre. Pero lo curioso es que las condiciones de sonido y de presentación mejoraron ostensiblemente durante el show que se produjo el viernes pasado en el mismo auditorio.

Hay que considerar, por supuesto, que estamos en pleno verano, mientras que el acto de la banda referida se llevó a cabo durante un día inusualmente gélido del cambio de temporada y ante una multitud ciertamente más descontrolada, porque si en esa ocasión había muchos metaleros rudos que se enfrascaron en el agresivo ‘slam’, en este caso, los artistas presentes practicaron un estilo que se relaciona también de un modo u otro al rock pesado, pero en una vertiente setentera mucho más calmada.

De hecho, la asistencia de personas mayores justificaba la instalación de sillas, lo que por un lado hizo que se apreciara de mejor modo un escenario que sigue siendo demasiado bajo pero que, por el otro, no le daba mucha movilidad a los asistentes debido a que los mismos asientos se encontraban demasiado pegados los unos a los otros para tratar de ganar espacio dentro del recinto.

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En todo caso, lo importante aquí es que, a pesar de encontrarse alejados de su momento de mayor gloria, los tres músicos que actuaron por separado sin colaboración de ningún tipo (lo que, sí, es una pena) tuvieron un desempeño magnífico, lo que les permitió demostrar que, pese al paso del tiempo y a las numerosas alteraciones en la formación de las bandas que los han acompañado, siguen siendo capaces de ofrecer conciertos memorables.

Esto fue especialmente cierto en el caso del acto final, el de Jeff Beck, un virtuoso de las seis cuerdas que, a los 74 años de edad, mantiene la calidad impresionante de unos solos que toca con los dedos (sin ayuda de púa) y que en los que se combinan elementos del blues, el jazz, el hardrock y hasta la electrónica, dando como resultado un sonido absolutamente distintivo que no puede dejar indiferente a ningún amante de la guitarra eléctrica.

Esto fue especialmente cierto en el caso del acto final, el de Jeff Beck, un virtuoso de las seis cuerdas que, a los 74 años de edad, mantiene la calidad impresionante de unos solos que toca con los dedos (sin ayuda de púa) y que en los que se combinan elementos del blues, el jazz, el hardrock y hasta la electrónica, dando como resultado un sonido absolutamente distintivo que no puede dejar indiferente a ningún amante de la guitarra eléctrica.

Más allá de esta destreza, su acto resultó absolutamente poderoso y contundente, pese a una deficiencia notoria en lo que respecta al violonchelo interpretado por la única integrante femenina del grupo, Vanessa Freebairn-Smith, que brilló durante un par de números apacibles (“Lonnie on the Move” y “Cause We’ve Ended as Lovers”) pero se perdió por completo cuando la intensidad crecía, sobre todo en los momentos donde destacaba el excelente baterista Vinnie Colaiuta, secundado por la igualmente notable bajista Rhonda Smith.

En realidad, el espectáculo del exintegrante del emblemático combo Yardbirds fue de lo más variado, y bajo nuestro concepto, obtuvo sus puntos más altos durante la presentación de “Stratus”, un jammin’ de altísimo vuelo; “I Have to Laugh”, un blues fenomenal; “Superstition”, un inspirado ‘cover’ de Stevie Wonder; y, por supuesto, “Big Block”, un enérgico rock pesado.

Antes de Beck, estuvo en las tablas Paul Rodgers, un músico igualmente británico que se ha distinguido en los últimos tiempos por ofrecer repertorios cargados de temas de su agrupación más celebrada, Bad Company, pero que en esta ocasión, puso énfasis en la carrera de Free, la banda en la que militó anteriormente, desde 1968 a 1972.

De ese modo, fuera de la predecible “All Right Now”, se escucharon piezas como “Mr. Big”, “The Steeler” y “Fire and Water”, aunque no faltaron tampoco clásicos de Bad Co. como “Can’t Get Enough”, “Feel Like Makin’ Love” y “Shooting Star”.

Pero nada de esto tendría importancia si es que Rodgers, de 68 años, no siguiera siendo un cantante espectacular, hasta el punto de haberse escuchado casi siempre en el FivePoint como lo hacía hace más de cuatro décadas. Además, se mantiene en un estupendo estado físico, lo que le permite no solo cumplir de manera ideal con la imagen típica del ‘rock star’, sino también adoptar actitudes propias del mismo modelo, como ciertas poses reconocibles y la saludable elevación del pedestal del micrófono por los aires.

La que tuvo menos tiempo en la tarima y salió demasiado temprano a la misma (incluso antes del horario anunciado de las 7 de la tarde) fue la estadounidense Ann Wilson, conocida por su papel como cantante en la célebre agrupación Heart. Eso hizo que todos los que la pudieron ver se quedaran con la miel en los labios, sobre todo porque su set contó con un sonido increíble y ella misma dio cuenta de una excepcional capacidad vocal que, en este caso, se orientó de manera casi exclusiva a la entonación del material contenido en su próximo álbum, “Immortal”, que se encuentra dedicado a los cantantes del género que han fallecido en los últimos años de manera constante y desafortunada, así como a otras glorias del pasado.

De ese modo, el listado incluyó piezas de Audioslave (“I Am the Highway”), The Who (“The Real Me” y “Won’t Get Fooled Again”), Yes (“Your Move”) y Eagles (“Life in the Fast Lane”); y si bien se dejó casi completamente de lado al legado de Heart (solo se escuchó “Barracuda”, y como segunda canción, cuando faltaba mucha gente por llegar), la audiencia quedó satisfecha con las enormes bondades de la voz de Wilson y con el excelente conjunto musical que ha armado para esta gira.

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