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Eliades Ochoa y Barbarito Torres ofrecieron una cátedra sonera

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Esta vez, Eliades Ochoa y Barbarito Torres no llegaron acompañados por la formación completa de Buena Vista Social Club, con la que se presentaron dos veces en el Sur de California durante el 2015; en cambio, su concierto del viernes pasado en el Alex Theatre de Burbank los tuvo únicamente a lado de los cuatro instrumentistas que conforman el Cuarteto Patria. Pero la intimidad del formato no le quitó brillo ni mucho menos vitalidad a un concierto que resultó sencillamente memorable.

Aunque no estaba ahí el resto de Buena Vista (cuya alineación más popular se ha visto de todos modos seriamente mermada durante los últimos años debido a la muerte de varios de sus integrantes originales), los músicos presentes no dejaron de lado los grandes éxitos que esa agrupación impuso a mediados de los ‘90 -tanto en el célebre disco que se lanzó como en la película documental dirigida por el cineasta alemán Wim Wenders-, empezando por “Chan Chan” (la emblemática composición del desaparecido Compay Segundo) y siguiendo con “El cuarto de Tula”, “El carretero” y “Candela”.

Hubo momentos un tanto predecibles, como la interpretación de la archiconocida “Guantanamera”; pero Ochoa -quien era sin duda la estrella- procuró balancear las cosas con algunos aportes de su propia cosecha, como fue el caso de “Estoy como nunca”, el alegre título que le dio su nombre a la placa que estrenó en el 2002 al lado de un Cuarteto Patria que se fundó en 1978, pero que cuenta ahora con integrantes muy jóvenes. Sea como sea, ninguna de las letras que se escucharon tenía una orientación política, y el protagonista de la velada -que vive actualmente en La Habana- no dijo tampoco nada sobre el tema.

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Ochoa es oriundo de la zona rural de La Maya y se enorgullece siempre de su origen campesino, por lo que su aproximación a la música y a la audiencia es franca y directa; del mismo modo, se disculpó por andar mal de la garganta debido a que, en su pueblo, “cuando la hoja de un árbol se mueve, todo el mundo se abriga”. Pero lo cierto es que, durante las interpretaciones mismas, su voz se escuchó cálida y poderosa, como en las grabaciones conocidas; y a pesar de que su repertorio se basa en piezas sencillas, logró darles un nivel superlativo con ingeniosos arreglos y, por supuesto, con portentosos solos de tres, su instrumento de bandera.

No hay que olvidarse de Barbarito, un maestro de maestros del laúd que, además de efectuar brillantes contrapuntos instrumentales con Ochoa, tuvo también numerosas ocasiones para presentar sus extraordinarios solos, y que no dejó pasar la oportunidad de realizar uno de ellos con el instrumento a sus espaldas, a lo Hendrix, tal y como lo ha hecho en otras ocasiones, con la ayuda de su esposa.

Por las condiciones del recinto, todos los asistentes se encontraban inicialmente sentados; pero poco a poco, los temas más movidos animaron a muchos a enfrascarse en el baile, y por fortuna, el Alex no es uno de esos teatros con reglas tan estrictas que no se pueda mover ni un dedo, por lo que las zonas laterales se llenaron frecuentemente de personas que intentaban sus mejores pasos de danza afrocaribeña (esperamos que hayan disculpado nuestra torpeza para el asunto).

Durante una entrevista reciente que nos ofreció y que publicamos en este portal, cuando le comentamos que su compañera de Buena Vista, la vocalista Omara Portuondo, tiene ya 85 años y sigue de gira, por lo que él mismo, que cumplió “recién” los 69, debería tener todavía un largo camino musical por delante, Ochoa nos respondió que eso se encuentra lejos de ser seguro, porque “tú sabes cómo es la Naturaleza” (no, no mencionó a Dios).

En vista de que las recientes muertes en el mundo internacional de la música han correspondido a artistas de edades inesperadas (Lemmy tenía 70, David Bowie 69 y Glenn Frey 67), sus palabras tienen una carga inquietante; y aunque le deseamos una larguísima vida a todos los creadores de su talla, porque son figuras necesarias, es imperativo asistir a sus presentaciones cuando se producen cerca de nosotros y cuando ellos mismos se encuentran todavía en pleno uso de sus facultades.

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