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Camilo Sesto tuvo la nostalgia a su favor, pero también las composiciones

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Hay que darles al menos algo de razón a los nostálgicos de costumbre cuando aseguran que ya no hay cantantes como los de antes. Pero es necesario agregar que, en estos días, lo dicho no es una simple invocación a los tiempos previos al reggaetón y al ‘autotune’, sino también una situación que se plasma en la paulatina desaparición física de los ídolos de antaño.

Hay algo más, claro: la triste realidad de que muchos de los artistas que insisten en seguir presentándose dejaron hace tiempo de contar con las cualidades interpretativas que los distinguieron en sus mejores épocas. Y esto es todavía más evidente cuando se trata de figuras que impactaron originalmente por sus magníficas voces, ya que, por ejemplo, nadie espera actualmente que un Miguel Bosé o un Marco Antonio Solís deslumbren por ese lado sobre la tarima.

El asunto de las gargantas privilegiadas es un apartado en el que sí destacaba ampliamente el español Camilo Sesto, y eso ha hecho justamente que los conciertos que ha venido ofreciendo en los últimos tiempos hayan sido un motivo mayor de escrutinio, sobre todo porque muchos de los asistentes a los mismos han manifestado su pesar ante las evidentes deficiencias vocales y porque, a pesar de ello, el aludido ha insistido en seguir ocupando los tabladillos, incluso cuando dijo hace varios años que la gira que estaba haciendo en ese momento era definitivamente la última, es decir, una estrategia que repitió en el 2015.

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Por otro lado, es importante resaltar que Sesto (que se apellida realmente Blanes) es también compositor, lo que marca una importante diferencia con los que son simplemente intérpretes; y, obviamente, no se puede dejar de lado que las multitudes siguen pagando por verlo, porque no actúa en clubes, sino en escenarios de gran magnitud, como sucedió hace unos días en el segmento del presente tour que correspondió a México, y como acaba de ocurrir durante la presentación del viernes de esta semana en el prestigioso Microsoft Theater de Los Ángeles.

Para ser claros, con siete décadas de vida encima y casi medio siglo de carrera (la gira se llama “Camilo 70”), este europeo sigue siendo celebrado con enorme entusiasmo por sus auténticos fans, los “camilistas”, que en el caso de L.A., lo aclamaron sin pausa y se pusieron muchas veces de pie para aplaudirlo, a pesar de que la voz de su ídolo se encontró siempre libre de la potencia y de los matices del pasado, incluso cuando llegaba secundada por el apoyo de los tres coristas presentes (dos hombres y una mujer), a los que se sumaba una banda cumplidora pero poco llamativa de batería, bajo, teclados, saxofón, flauta y percusiones manuales.

Tampoco se puede decir que el hombre no trató, ni dejar de reconocer que entre sus intentos se dieron algunos momentos impactantes, como cuando alcanzaba sin previo aviso una de esas legendarias notas altas al final de un fraseo. Pero esos mismos intentos por tratar de lograr lo imposible se tradujeron también en caídas estrepitosas, sobre todo por las constantes desafinaciones y entradas a destiempo a lo largo de un generoso repertorio cuyo inicio llegó marcado por “Con el tiempo a tu favor” y que se cerró con “Perdóname”.

Por supuesto, si se tiene cierta edad o se creció bajo el influjo del pop latino de los ‘70, es razonable entusiasmarse al escuchar los acordes de clásicos como “Melina”, con sus inspiradas inflexiones árabes; “Fresa salvaje”, con sus coros sesenteros; y dos de las baladas más cursis pero más conmovedoras que han poblado la historia de la música hispana: “Jamás” y “Perdóname”. No había que olvidar que el tipo que teníamos al frente era el autor de estas inolvidables canciones.

A título personal, el que escribe este texto debe decir que ha admirado siempre a Sesto como cantante, sobre todo por su extraordinario desempeño en la versión en español de la ópera rock “Jesucristo Superstar”, de la que no se presentó ni un solo tema en el Microsoft (del mismo modo en que faltó la interpretación de “El rey”, la ranchera mexicana que estaba en la lista de temas de L.A. y que ha sido el cierre constante de sus shows locales y aztecas en los últimos años).

La ausencia podría haberme incomodado, pero en vista de lo señalado más arriba, lo cierto es que me permitió mantener intacto el buen recuerdo de esas impecables interpretaciones al lado de Ángela Carrasco y Teddy Bautista, aunque preferiré siempre ver a un artista de este nivel en su peor noche que al representante “urbano” de moda en su apogeo.

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