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Músico tanatológico amplía su repertorio para ayudar a bebés prematuros

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EFE

Como músico tanatológico certificado James Excell toca para personas que quizás la última música que escuchen sea la suya, pero las notas de su arpa también han ayudado a sus nietas y otros bebés prematuros o enfermos a recuperarse y ahora en su repertorio hay canciones de cuna.

“Se llama a veces ‘música recetada’ y surgió en Denver a finales de la década de los años 70 y a principios de la de los 80”, dice a Efe Excell, practicante desde hace décadas de lo que técnicamente se conoce como “música tanatológica” o “de enfermería”, usada generalmente para aliviar a personas muy enfermas o moribundas.

Excell reside en Ashland (Oregón), pero recientemente regresó a Denver, donde pasó la mayor parte de su vida, para tocar su arpa celta en el Hospital de Niños de Rocky Mountain, donde sus nietas mellizas permanecieron en cuidados intensivos durante varios meses.

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Con el fin de calmar a sus nietas, el arpista empezó a acudir a unidad en la que estaban internadas y a tocar música con su instrumento, de 11 kilos de peso, en sesiones de 15 minutos.

El efecto terapéutico de la música se expandió a toda la sala, hasta el punto de que, según los monitores cardíacos, los latidos del corazón de los bebés se redujeron significativamente hasta alcanzar niveles asociados con el estado de calma, relató a Efe.

“Mis nietas mellizas estuvieron cuatro meses en la unidad neonatal de terapia intensiva. El segundo día que comencé a tocar música para ellas, el personal del hospital colocó una hoja de inscripción y así comencé a hacerlo para otros pacientes”, comentó.

Sin embargo, no son los hospitales pediátricos los lugares donde más suele escucharse la música tanatológica, cuyo nombre viene de la palabra griega usada para referirse a la muerte.

En un artículo publicado en 1994 en el Journal of Holistic Nursing (Revista de Enfermería Holística), la especialista Therese Schroeder-Sheke escribió que la música tanatológica ya se practicaba en monasterios franceses en el siglo XI como una manera de “otorgar el regalo que la muerte consciente trae en el momento del cumplimiento de la vida”.

Muchos siglos después, en 1973, un grupo de 19 personas se reunió en Denver para impulsar el uso de la música en hospitales de los Estados Unidos.

En el contexto actual, la música se elige según la enfermedad que aqueje al paciente o el medicamento que reciba en ese momento, y siempre se requiere el permiso de la familia o del personal hospitalario.

Los músicos de esta especialidad combinan la teoría de la música con investigaciones médicas relacionadas con el poder del cuerpo humano de sanarse a sí mismo.

En su artículo de 1994, Schroeder-Sheker decía que la música tanatológica no consistía en “simplemente llevar arpas o músicos a un hospital”, sino que exigía una rigurosa preparación previa, incluyendo estudios en temas clínicos y pedagógicos.

Excell completó sus estudios en música tanatológica en el Colegio Comunitario Lane, en Eugene (Oregón), en 2009.

“Originalmente tocaba junto a los moribundos, pero ahora también toco canciones de cuna”, explicó Excell con satisfacción por el hecho de que sus nietas ya recibieron el alta médica.

Elizabeth Markell, la esposa de Excell, también practica esta especialidad, especialmente en hospicios en Ashland, tocando canciones espirituales, cantos gregorianos, canciones de cuna e incluso antiguas canciones irlandesas de hace más de mil años.

Otro músico tanatológico es Tom Stadler, quien desde hace cuatro años ofrece cada jueves sus servicios voluntarios en el Hospital de Niños Riley, en Indianápolis.

Stadler condujo bandas de música en escuelas durante 36 años y, tras jubilarse, comenzó a tocar para niños hospitalizados en la unidad de terapia intensiva.

Según dijo a Efe, lo que pretende es que los niños se duerman al escuchar la música y que los padres de esos niños se calmen. El propósito nunca es entretener, sino mejorar la experiencia de los pacientes en el hospital, agrega.

Estos músicos saben que “estar detrás del arpa”, como lo describe Excell, puede ser una “experiencia muy emocional” porque tocar música en hospitales es “un compendio de experiencias en cuidados paliativos” en los que con frecuencia “nuestra música es lo último que la audiencia jamás escuchará”.

Excell y su esposa llevan sus arpas regularmente al Centro Médico Regional Rogue, en Medford (Oregón), que recibe a pacientes en estado crítico.

“Amamos nuestros trabajos, a la gente con quien trabajamos y a nuestros pacientes”, concluyó Excell.

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