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Weezer y Pixies le dieron poder al pop ante un Forum completamente entregado

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Hay una rama musical que algunos describen como ‘power pop’ y que, a pesar de pertenecer realmente a los terrenos rockeros y de ser muy guitarrera, destaca ese aspecto melódico que resulta muchas veces descuidado en las vertientes más agresivas del género. Y es justamente en este espacio donde se encuentran las bandas Weezer y Pixies, que compartieron esta semana el escenario del Forum de Inglewood para ofrecer un vibrante concierto de verano.

El cierre le correspondió a Weezer, un cuarteto que tiene un atractivo particular entre los ‘millenials’, aunque sus integrantes ya no son unos jovencitos (el promedio de sus edades es de 48 años). Con sus estribillos pegajosos, sus ocasionales arrebatos sonoros y su vocación incuestionable por el humor, los oriundos de Los Ángeles han logrado una fórmula que se mantiene vigente casi tres décadas después de que decidieran unirse para emprender este proyecto.

El aspecto teatral del grupo se hizo evidente en su puesta en escena, ya que su sencillez musical estuvo acompañada por algunas escenografías vistosas que, en cierto momento, reprodujeron los ambientes de una escuela secundaria, y que más adelante, adoptaron un aire intencional de ‘rock de estadio’ para aludir a la comparación burlona que hacen entre su logo y el del explosivo combo de heavy metal Van Halen.

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Pero eso es lo único que asemeja realmente a este conjunto con el nombrado. Hubo algunos ‘covers’, sí, pero estos fueron por un lado distinto, sobre todo en lo que respecta a la llamativa y fiel reproducción de “Africa”, un ’hit’ ochentero de Toto que tuvo como inesperado invitado al popular músico y comediante “Weird Al” Yankovic en el acordeón y los coros. También se escuchó una convincente versión acústica del “Take On Me” de A-Ha y, para terminar, un fragmento del “Paranoid” de Black Sabbath.

Sin embargo, la referencia más fuerte en la música de Weezer proviene de décadas anteriores, y llegó plasmada desde el inicio del set a través de la interpretación de “Buddy Holly” (una pieza dedicada al gran pionero del rock and roll que falleció trágicamente), cuyo recordado video se filmó en el set original del restaurante usado en el programa televisivo “Happy Days”.

El centro indudable de atención en el grupo se encuentra en el vocalista y guitarrista Rivers Cuomo. Cuomo no es un cantante excepcional ni un guitarrista virtuoso, pero sí un sujeto talentoso, simpático y carismático que ha declarado que su influencia principal son los Beach Boys.

No lo perjudica en su conexión inmediata con el público el hecho de que llena los repertorios que presenta con sus composiciones más populares, por lo que no faltaron en la velada “Beverly Hills”, “Pork and Beans”, “Undone -The Sweater Song”, “Hash Pipe” y “Say It Isn’t So”; y para reforzar ese lazo, ofreció a la mitad del concierto un segmento acústico que lo llevó de manera individual hasta la parte trasera del auditorio. En realidad, la única pieza ‘oscura’ que se escuchó fue “Suzanne”, un lado B de la primera etapa.

La faena anterior fue para los Pixies, hijos predilectos del ‘indie’ de Boston. Pese a que tiene también pasajes vocales melódicos, esta es una agrupación mucho más agresiva y ruidosa que la que tuvo el rol estelar, lo que se tradujo en el moderado nivel de apatía que mostró una buena parte de la audiencia durante la mayor parte de su acto, aunque lo cierto es que, cuando estuvo claro que los músicos se retiraban, la ovación resultó estruendosa.

Y estuvo bien que así fuera, porque Pixies es una banda excelente que inspiró directamente a Nirvana y que ha dejado una huella innegable en el movimiento de artistas alternativos. Si Weezer tiene a Cuomo, Pixies cuenta con Black Francis, un sujeto que no tiene el carisma escénico de un rock star, pero cuya impresionante versatilidad vocal y creativa es siempre digna de apreciarse.

La primera etapa de Pixies, que dio vida a cuatro discos, se produjo entre 1986 y 1993, y desde la reunión del 2004, el conjunto ha mantenido una actividad constante y ha lanzado dos álbumes más. El único cambio en su formación ha sido el de la bajista Kim Deal, quien se retiró en el 2013 para retomar sus labores en The Breeders (el combo que fundó durante la separación de Pixies) y que sigue siendo extrañada por los fans, aunque su reemplazante actual, Paz Lenchantin, que es de origen argentino, hace muy bien lo que le corresponde.

Pixies maneja una dinámica instrumental que nos parece absolutamente fascinante dentro de su sencillez, ya que las influencias más marcadas que exhibe son las del punk. Pero los incrementos súbitos de intensidad que practica, combinados con partes apacibles y hasta hipnóticas, le dan una personalidad indiscutible.

Tampoco se trata de que sus miembros se encuentren desprovistos del sentido del espectáculo. El último tema, “Vamos”, que tiene una pintoresca letra en español, se prolongó mucho más que la versión en estudio para incluir improvisaciones y mostrar al guitarrista Joey Santiago de buen ánimo, mientras usaba su sombrero para arrancarle interesantes sonidos a su instrumento y dejar de paso en claro que tanto él como sus compañeros son leyendas vivientes de una disciplina que se resiste a desaparecer en medio de los éxitos descomunales de las corrientes más descaradamente comerciales que circulan por ahí.

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