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Iron Maiden no le da tregua a sus seguidores mientras se mantiene a la delantera de su género

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Hace un año, el futuro de esa legendaria banda que lleva el nombre de Iron Maiden era absolutamente incierto, ya que si bien se trata de un grupo que se ha mantenido en una actividad permanente durante los últimos años, el anuncio de que su infatigable vocalista Bruce Dickinson estaba lidiando con un tumor cancerígeno en la lengua le puso los pelos de punta a todo el mundo.

Sin embargo, e incluso en medio de las imágenes que lo mostraban físicamente afectado por el tratamiento, el cantante de 57 años fue recuperándose de manera vertiginosa, justo a tiempo para el lanzamiento del nuevo álbum “The Book of Souls”, que ha recibido excelentes críticas; y si quedaban todavía dudas sobre su salud actual, el concierto del viernes pasado en el Forum de LA fue una muestra contundente de que el hombre se encuentra en un estado sorprendente.

De ese modo, tal y como lo hemos visto durante años de años, ya sea de modo directo o a través de videos, Dickinson, quien ha sido reconocido siempre como uno de los mejores cantantes del rock, hizo ahora lo suyo sin fallas perceptibles de garganta y, además, mantuvo la sorprendente intensidad física que lo distingue, corriendo de un lado al otro del escenario y subiéndose temerariamente a las elevadas escenografías que se repartían en la inmensa tarima, y que esta vez, en lugar de los modelos egipcios de rigor, adoptaban el aspecto de pirámides mayas.

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Lo interesante es que sus compañeros no se quedaron atrás, ya que tocaron con un nivel de energía y de movimiento que no fue tan aparente, por ejemplo, en el concierto del 2012 que se efectuó en San Bernardino. Es cierto que, cuando les tocó el tema de cierre, “Wasted Years”, casi todos lucieron ya realmente cansados; pero eso sucedió después de una larga faena de inclemente y versátil heavy metal que no dejó a ningún espectador insatisfecho, que contó con participaciones esporádicas pero vistosas de la mascota Eddie y en la que también destacó por todo lo alto el extraordinario baterista Nicko McBrain, secundado por el influyente bajista Steve Harris, quien actualmente parece estar menos interesado en deslumbrar por cuenta propia que como lo hacía en el pasado.

Una buena parte de la formación de Iron Maiden, que se presentó dos veces el fin de semana que acaba de terminar en el Forum de Inglewood.

Una buena parte de la formación de Iron Maiden, que se presentó dos veces el fin de semana que acaba de terminar en el Forum de Inglewood.

(Maximiliano Luna / AFP/Getty Images)

Personalmente, no sentimos que “The Book of Soul”, el disco que fue ampliamente favorecido en esta presentación, sea tan fantástico como lo insinúan los críticos; pero lo que se incluyó por ese lado no resultó nunca decepcionante, empezando por la interpretación de la épica pieza “The Red and the Black”, convertida en un fastuoso muestrario de solos de guitarra, porque como lo saben bien los fans, desde el 2000, Maiden cuenta no con dos guitarristas (es decir, el formato con el que trabajó a lo largo de sus primeras dos décadas), sino con tres: los ya longevos Steve Murray y Adrian Smith y el más nuevo de la partida, Janick Gers.

El hecho de que la banda inglesa haya tocado hasta seis temas de su reciente producción es una prueba de vigencia que no hay que cuestionar, pese a que nada se puede comparar al furor que generan y seguirán generando los clásicos, los mismos que se hicieron presentes desde la primera nota de “Children of the Dame” hasta la última de la ya citada “Wasted Years”, pasando por la interpretación de “Hallowed Be Thy Name” (en la que Dickinson se puso literalmente una soga al cuello), “Powerslave” (donde el mismo vocalista lució una máscara de luchador) y, por supuesto, el infaltable combo de “The Trooper” y “The Number of the Beast”.

Como si la enfermedad a la que se enfrentó Dickinson no fuera una advertencia lo suficientemente grande, durante los últimos meses se han producido las muertes de varios iconos del género guitarrero, entre los que se cuenta al aparentemente inmortal Lemmy, de Motörhead; por lo tanto, estamos en un momento en el que no podemos dar por sentada la permanencia de los ídolos musicales que vemos constantemente en los escenarios. En ese sentido, haber visto a Iron Maiden en tan buena forma y en un auditorio tan prestigioso fue una experiencia que hay que atesorar, del mismo modo en que lo hicieron las personas que llenaron por completo el Forum para lo que fue el primero de dos conciertos masivos y ciertamente exitosos.

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