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El Ozzfest sigue vivito y coleando, aunque deja a sus diablos más agresivos para el inicio de la jornada

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Pese a que no ha tenido toda la estabilidad que sus organizadores hubieran deseado debido a los vaivenes de la industria y a que ha visto reducido drásticamente el campo de acción del que gozó en sus mejores momentos, el Ozzfest se mantiene vigente de un modo u otro 21 años después de su creación.

De ese modo, el festival encabezado regularmente por el icono del heavy metal Ozzy Osbourne (pero evidentemente dirigido por su esposa Sharon) volvió a convocar a miles y miles de personas el sábado pasado en el San Manuel Amphitheater de San Bernardino, aunque tuvo que hacerlo por segundo año consecutivo en alianza con el Knotfest, el festival organizado por Slipknot, que en este caso se llevó a cabo el día siguiente y ostentó un cartel mucho más comercial.

El Knotfest lucía su propio ramillete de estrellas, pero no cabe duda de que los ‘headbangers’ de corazón tenían mejores opciones de entretenimiento durante la fecha dedicada al Ozzfest; y no necesariamente por sus horarios centrales, en los que figuraron varios actos que no responden necesariamente a los lineamientos del género, sino por lo que pasó en los escenarios secundarios, sobre los que aparecieron varias agrupaciones de la vieja escuela que responden a las ramas más extremas de esta escuela.

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Claro que, para lograr eso, había que llegar muy temprano al lugar, lo que resulta especialmente complicado para quienes tenemos otras asignaciones que cumplir y no vivimos precisamente cerca de este remoto paraje, lo que nos llevó a perdernos -con todo el pesar de nuestra oscura alma- a las legendarias agrupaciones de death metal Possessed y Suffocation, así como al entretenido combo de thrash Iron Reagan.

En realidad, llegamos a la mitad del set de Kreator, una mítica banda germana que lleva 35 años en el negocio y que desgranó con gusto suartillería más feroz, aunque incluyó también algunas piezas recientes que han bajado la intensidad y la rapidez en provecho de terrenos más melódicos y modernos.

Por su lado, el entarimado principal se cerró con Osbourne, que concluyó el pasado 4 de febrero de manera supuestamente definitiva la carrera de casi medio siglo de Black Sabbath (los amos y señores del rock pesado), y que no parece estar dispuesto a retirarse, a pesar de que su voz da cada vez mayores muestras de cansancio. Sea como sea, nadie que vaya a verlo en la actualidad espera que resulte un magnífico vocalista, sino simplemente que declame del mejor posible los clásicos y se vea rodeado de músicos virtuosos capaces de tocar los ‘hits’ de manera impecable.

Para la presente ocasión, Osbourne recuperó a Zakk Wylde, uno de sus guitarristas más celebrados; y si bien el ‘hombre loco del rock’ no tiene un álbum nuevo como solista desde el 2010, cuenta con los suficientes éxitos musicales como para llenar su repertorio, como lo probó la presentación de “Bark at the Moon”, “Mr. Crowley”, “Suicide Solution” y “No More Tears”, que llegaron hasta nuestros oídos a través de una mezcla de sonido extremadamente poderosa, y que se alternaron con una generosa ración de piezas de Sabbath, como “Fairies Wear Boots”, “War Pigs” y “Paranoid”.

Osbourne fue antecedido en la misma tarima por Prophets of Rage, una agrupación que no puede ser considerada realmente ‘heavy’, aunque posee elementos del género al ser una prolongación de Rage Against the Machine (RATM), la influyente banda angelina de rap metal que se hizo conocida por sus contundentes mensajes revolucionarios. Prophet puso incluso a prueba al público menos tolerante de la noche al ofrecer un largo fragmento sin guitarras ni batería en el que sus vocalistas Chuck D y B-Real se enfrascaron en un popurrí relacionado a las composiciones de sus emblemáticas agrupaciones de hip-hop Public Enemy y Cypress Hill al lado del DJ Lord.

Pero el punto central de su show fue la interpretación de piezas de RATM como “Guerrilla Radio”, “Bullet in the Head”, “Bulls on Parade” y, por supuesto, el grito de guerra “Know Your Enemy”, que se guardó para el final y despertó un entusiasta sesión de ‘slam’ en la parte delantera de la tarima.

Al lado de estos clásicos del rock, las composiciones del nuevo álbum de Prophets (entre ellas “Hail to the Chief”, “Living on the 110” y “Unfuck the World”) palidecieron, aunque ese es el precio de haber estado en una agrupación tan célebre; y hubo también espacio para un sentido tributo al recientemente desaparecido Chris Cornell a través de un ‘cover’ instrumental de “Like a Stone”, una ‘power ballad’ grabada por Audioslave, otro ‘supergrupo’ en el que participaron tres de los cinco miembros de Prophets.

El acto anterior, Deftones, tampoco responde a lo que se puede esperar del metal en términos estrictos, aunque durante sus casi tres décadas de existencia ha participado en numerosos festivales del género, lo que tiene sin duda que ver con sus furiosos arranques guitarreros, mezclados permanentemente con momentos mucho más calmados y melancólicos que remiten a The Cure, y que fueron proporcionados sobre todo por su versátil vocalista Chino Moreno.

Deftones tiene evidentemente una gran cohesión musical y su set resultó de lo más compacto, mientras recorría piezas de renombre como “My Own Summer (Shove It)”, “Digital Bath” y “Engine No. 9”; sin embargo, debemos confesar que nunca hemos logrado conectar con su estilo, pese a que se trata de un combo con muchos seguidores latinos que ha recibido además toda clase de comentarios halagadores por parte de la prensa especializada.

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