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Los Latin AMAs favorecieron a unos CNCO y a un Enrique Iglesias sin mucho que dar, pero también a un Pitbull de lo más propositivo

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El hecho de que el trofeo principal de la noche (Álbum del Año) haya sido para una agrupación como CNCO (autora de “Primera cita”), cuyos integrantes internacionales recibieron la distinción con un discurso absolutamente superficial, demuestra claramente la orientación de los Latin American Music Awards (Latin AMAs) de Telemundo, que se hicieron en el Dolby Theatre de Hollywood.

CNCO fue el máximo ganador al lado del descendiente de dominicanos Prince Royce, con cuatro premios, y los siguió el español Enrique Iglesias, que se llevó tres y brindó un discurso igualmente insustancial, aunque lo más llamativo en su caso es que apareció en el evento, es decir, un acto que no suele realizar.

Si los citados artistas pecaron de falta de consistencia en sus mensajes, el que se fue en cambio con todo fue el rapero cubanoamericano Pitbull, quien luego de recibir el Premio Dick Clark a la Trascendencia Musical -puesto en sus manos por Iglesias-, se enfrascó en un largo discurso donde mencionó varias veces a Celia Cruz y a personas que lo habían ayudado en su carrera, pero que alcanzó mayor emotividad al pasarse al inglés para aludir a los desastres naturales de Puerto Rico, Cuba y México, a las víctimas de la masacre de Las Vegas y hasta a los recientes incendios en los Estados Unidos.

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“Hay que ser fuertes; que Dios bendiga estas almas”, dijo en la lengua oficial del Tío Sam. “Hay que apreciar la vida y reconocer los aportes de la comunidad inmigrante, que es una parte indispensable de este país. Hagamos que estos sigan siendo los Estados Unidos y no los Estados Divididos. Deberían estar construyendo más escuelas en lugar de pensar en construir un muro”.

En el ‘backstage’, la Banda MS, que recibió el galardón al Grupo de Regional Mexicano, le dedicó la victoria a sus fans y aseguró que el 2017 ha sido “el mejor año que hemos tenido en 15 años de carrera, lleno de bendiciones”, mientras aseguraban que “estos son premios que se fijan todavía en el trabajo de las personas, y nosotros hemos mucho para llegar a esto”.

Los anfitriones de la noche fueron el actor mexicano Diego Boneta y la cantante mexicoamericana Becky G, quienes hicieron una mancuerna decente merced a su carisma, incluso cuando la segunda batalló en más de una ocasión con el acento que tiene al hablar nuestra lengua.

La música en vivo

Pese a que la lista de artistas destinados a presentarse en el escenario del Dolby no se inclinaba aparentemente hacia el reggaetón, el popular y controvertido género tuvo una participación estelar debido a la voluntad de los representantes de otros géneros para presentar temas que adoptaban el consabido ritmo y que contaban con invitados directamente relacionados a dicha escuela.

De ese modo, en medio de sus supuestas diferencias de género y de generación, los compatriotas Chayanne y Wisin lucieron felices juntos y hermanados por el ‘beat’ de moda al interpretar al lado de un grupo de baile la pieza “¿Qué me has hecho?”.

Por su lado, Jesse & Joy hicieron algo semejante al presentar una canción (“3 am”) que los mostró inicialmente solos, pero que sumó pronto al dúo cubano Gente de Zona con el empleo de unas plataformas y de un sistema inalámbrico que les permitía moverse por todo el escenario, aunque cambiaron completamente de rumbo en su segunda intervención, casi al final del programa, cuando Joy se puso literalmente a llorar al entonar las notas de “Yo vengo a ofrecer mi corazón”, la recordada creación del cantautor gaucho Fito Páez.

Pasó lo mismo con Prince Royce, quien tras unos segundos de interpretación individual, le dio paso al puertorriqueño Farruko (quien usó y abusó del ‘autotone’) para darle cuerda a lo que parecía una balada llamada “Ganas locas”, y que contó con la presencia de bellas mujeres enfundadas en enterizos blancos.

La que más impresionó con su puesta en escena fue la mexicoamericana Becky G, quien aprovechó la interpretación de su tema “Mayores” para brindar un espectáculo que, además de servir para acentuar su actual vocación sensual, la encontró primero sobre un automóvil antiguo y después en pleno plan de ‘perreo’ al lado del extravagante MC Bad Bunny.

Sí, el inevitable ritmo tampoco dejó de estar aquí, pero lo hizo al menos de manera interesante, ya que se dejaba escuchar solamente cuando el reggaetonero hacía lo suyo, mientras que las partes de Becky G llegaban bajo el influjo de la cumbia. Algunos podrían decir que la muchacha insistió en la imagen sexualizada de la mujer, pero adoptó al menos la perspectiva femenina, a diferencia de lo que sucedió en las postrimerías del evento, cuando Wisin y Ozuna unieron fuerzas en un segmento que los presentó inicialmente por separado y surgiendo incluso de tronos para ser servidos por sus séquitos femeninos mientras interpretaban “Escápate conmigo”.

También fue muy llamativo el acto bilingüe de Pitbull, cuyo ‘trap’ no es precisamente de nuestro gusto y que en el plano de las letras demuestra una vocación social mucho menor de la que pretende al hablar, pero que, además del cuerpo de baile femenino de rigor y de su atuendo impecable, fue respaldado por Fifth Harmony (ya sin Camila Cabello, quien se presentó antes de manera individual) y empleó un juego de luces realmente vistoso.

En lo que respecta al pop, una de las combinaciones más logradas -debido sobre todo al contraste de voces- fue la del colombiano Manuel Medrano y la española Natalia Jiménez, que acertó además en su toque de sensualidad bajo la cadencia de “La mujer que bota fuego”.

Pero siguiendo con Jiménez, lo más sorpresivo fue el homenaje que ella misma le hizo de manera posterior a la fallecida Jenni Rivera al lado no solo de una banda sinaloense, sino también de Chiquis, la hija de la desaparecida, quien no cantó nada mal, aunque la europea compitió con ella recurriendo a su voz excepcional. La canción se titulaba “Ovarios”.

Por su lado, en medio de su reaparición tras diez de inactividad, Bacilos, la agrupación latina de Miami, puso un toque de elegancia con su pieza “Por hacerme el bueno”, que no dejó de tener un ritmo bailable, pero con un origen mucho más orgánico.

Hizo algo parecido (pero mucho menos tropical) el malagueño Pablo Alborrán, quien no tuvo que valerse de damas semidesnudas ni de ritmos acelerados para convencer de la mano de una balada acústica titulada “Saturno”.

Lo único medianamente rockero fue el dúo hecho por Alejandra Guzmán y Gloria Trevi (“Más buena”), como consecuencia de un disco y de una exitosa gira compartida. Desde nuestra posición, el acto, que fue el que inició la ceremonia, se sintió bastante ruidoso, aunque está claro que estas mujeres gozan de personalidades inmensas.

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