Anuncio

Juan Pablo Villalobos: “A la xenofobia no se le puede dar voz ni espacio”

Share
EFE

Ante los planteamientos xenófobos que se escuchan por la llegada de la caravana migrante, el escritor mexicano Juan Pablo Villalobos, quien presenta el libro “Yo tuve un sueño”, aboga por mantener una posición “radical”: no dar voz a estos reclamos, porque si se hace la xenofobia puede crecer.

La caravana, que partió a mediados de octubre del norte de Honduras y actualmente permanece estancada en la frontera entre México y Estados Unidos, ha abierto en ambos países la cuestión de cómo afrontar este fenómeno masivo.

Y, en este contexto, en el país latinoamericano han surgido “brotes que siguen siendo minoritarios” de xenofobia, y que “lo que están haciendo es mostrarnos algo que siempre ha estado ahí”, afirma Villalobos en una entrevista con Efe en el marco de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.

Anuncio

Lo que sucede es que “de pronto (estas personas) encuentran un micrófono, un altavoz para opinar”.

“En este sentido, pienso que a la xenofobia no se le puede dar voz, espacio ni lugar”, manifiesta el autor, contrario a la idea muchas veces defendida por los medios de comunicación de que “hay que tener todas las opiniones para tener un panorama completo”.

En “Yo tuve un sueño”, el ganador del premio Herralde 2016 relata un puñado de historias basadas en las entrevistas que realizó a diez niños centroamericanos que salieron de sus países por distintos motivos -como la violencia o el ánimo de reunirse con sus familias- para llegar a Estados Unidos.

El título, extraído de un testimonio de una de las menores, pero que también hace referencia a la célebre cita de Martin Luther King, “tiene casi un sentido irónico”.

Porque “?qué sueños tienen estos chicos?”, se plantea. Para unos, su sueño es sobrevivir, no ser amenazado por los pandilleros o que no les maten en la calle; para otros, el sueño es tener comida en casa, educación y salud.

Todos estos aspectos “no tendrían que ser sueños, tendrían que ser cosas garantizadas para cualquier persona que nazca en cualquier situación” y en cualquier rincón del planeta, reflexiona.

Escuchando las historias de los jóvenes -en las que empezó a trabajar dentro de un proyecto surgido por la crisis de menores migrantes no acompañados de 2014- uno de los aspectos que más le impactaron fue la repercusión que tuvo la violencia de género en la vida de los niños.

En la mayoría de estos relatos “hay un padre ausente, que los abandonó, abusador, o se deja ver una historia de machismo, misoginia y homofobia, y de esto no se habla mucho”.

La “fragilidad” en la que viven los menores -asevera- comienza en su propia casa.

Y sigue por la realidad de los “Estados fallidos y sociedades totalmente rotas por la violencia”, un tema estructural que lleva a un movimiento migratorio que “ni empieza ni termina con la caravana” y que va a seguir mientras que no existan mejores condiciones de vida en Centroamérica y México.

En el epílogo del libro, firmado por el periodista Alberto Arce, se recuerda que las pandillas Barrio 18 y la Mara Salvatrucha nacieron en Estados Unidos, y que llegaron a Centroamérica cuando sus miembros fueron deportados durante la Administración de Bill Clinton (1993-2001).

“Es la historia de siempre, y también (ha ocurrido) en la historia de México, donde la responsabilidad de Estados Unidos es mayúscula en el consumo de drogas y el tráfico de armas”, apunta Villalobos.

Sin embargo, este aspecto no es tenido en cuenta en los análisis migratorios, que suelen ser “cortoplacistas y centrados en el escándalo de lo que sucede un día”.

“A veces es más importante la noticia de que un migrante dentro de esos 7.000 tiene un reclamo o se quejó de algo (...), pero esto no quiere decir nada del fenómeno, no podemos sacar conclusiones de hechos aislados”, remarca el autor.

Anuncio