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‘Donde termina el mar’ es una novela tocada por el amor inocente de los abuelos

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EFE

En sus tiempos de arponero, Aurelio Auteri vivió por encima del bien y el mal y hasta le bajó una novia al mítico “Che” Guevara, pero de viejo cambió las claves de su existencia y se declaró vencido por el amor más inocente: el de los abuelos.

Auteri es el protagonista de “Donde termina el mar”, el libro más reciente de la escritora italo-mexicana Claudia Marcucetti, una obra de 252 páginas publicada por el sello Planeta, en el cual la venganza le gana la partida al amor hasta que el cazador de ballenas se mira en los ojos de su nieta Sofía y decide salvarla.

“Mi papá fue un personaje de novela y estuve 20 años sin hablar con él. Auteri está inspirado en mi padre y empecé a contar la historia un poco para mantenerlo vivo”, revela Marcucetti en entrevista a Efe.

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Recluido en un hospital geriátrico en La Spezia, Italia, Aurelio lee la noticia de que un empresario estadounidense donó al Museo de Arte de Miami una colección de mapas antiguos. El italiano reconoce a su enemigo en el donador y se vale de su hijo residente en la ciudad costera estadounidense para ir a parar a ella.

Con un oficio heredado de su profesión de arquitecta, Marcucetti derrochó creatividad al alternar los capítulos de la vida de Auteri en el mar con los de su realidad de anciano en casa de su heredero Antonio, quien detesta a su mujer, apodada Mapi, con tiene una hija, Sofía, una adolescente rica, cuyos afectos recibidos suman cero.

“La relación de Antonio y Mapi es de frustración para los dos. Ella está en su zona de confort; hasta la comodidad se da en las situaciones más incómodas”, dice la escritora, que detalla en el libro una típica relación de hastío en el nombre del amor.

En su vida, Aurelio Auteri incumplió una promesa, fue guerrillero, contrabandista y narcotraficante. Llevó a su cama a todas las mujeres que deseó, entre ellas una bailarina rusa novia del joven Ernesto “Che” Guevara, una historia basada en un hecho real, según le contó el padre de Claudia Marcucetti a su hija.

El egoísta se plantea cerrar la vida tal como la vivió y sale a vengarse del empresario, sin embargo, cuando lo encuentra el magnate es un ripio humano y Auteri no tiene forma de cobrar la deuda.

“Cree que la venganza lo mueve, pero lo que lo mueve es el amor por conocer bien a su hijo y a su nieta y se da cuenta que a ella puede serle útil. Esa parte dádiva la encuentra en su vejez; si no hubiera estado viejo, no hubiera dado la vida por Sofía”, cuenta.

En el proceso de escritura, Marcucetti dibujó cuadros con esquemas como cuando construía edificios y exaltó el alma humana en una historia en la que un hombre sin escrúpulos dejó de serlo y al final se vio por primera vez pendiente de la suerte de alguien, al cobijarse junto a su nieta del paso de un huracán.

Sofía se corta la piel y se lacera como manera de rebelión y Aurelio, tan experto en mujeres, entiende que la chica solo necesita un poco de amor. “Sé de más de una joven así y en este libro muestro mi afán por entender por qué esas niñas con todo y el mundo por delante se empeñan en destruirse”, confiesa Claudia.

A punto de cumplir 50 años, la autora que emigró de Italia a México acabada de salir de la niñez, es una atractiva mujer delgada de hermosos ojos y sonrisa diáfana. No debía preocuparse por la edad, pero ya no camina tan veloz como antes y eso la asusta.

“Este libro también nace del temor al paso del tiempo y de mi primer encuentro con la vejez. Te ves las canas, ya no puedes hacer el mismo esfuerzo en tus caminatas y reconoces estar en un pico y de ahí vas para abajo”, reconoce.

El final de la novela Marcucetti muestra que a los 80 años un ser humano aún puede emprender la última aventura. Decidido a rescatar a Sofía, quien sobrepasó los límites y acabó secuestrada, Aurelio Auteri recupera la velocidad de pensamiento y los reflejos. Entonces se pone la capa de héroe y no medita si eso le costará la vida.

“Es un hombre que eligió estar en paz con su soledad. No se interesó por la familia y su hijo fue un accidente. Al final su lucha contra la vejez fue a través de la venganza y el amor”, dice la escritora y acepta que el vencedor de la novela fue el amor más inocente del mundo: el de los abuelos a los nietos.

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