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Spielberg combina nostalgia y vanguardia en la espectacular ‘Ready Player One’

En esta imagen difundida por Warner Bros. Pictures, los personajes de Aech, a la izquierda, y Parzival en una escena de "Ready Player One", una película de Steven Spielberg.

En esta imagen difundida por Warner Bros. Pictures, los personajes de Aech, a la izquierda, y Parzival en una escena de “Ready Player One”, una película de Steven Spielberg.

(Jaap Buitendijk / AP)
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Recién se está acabando el invierno, pero Steven Spielberg se adelanta a las temporadas para lanzar esta semana un título que, debido a su alto nivel y a su incuestionable espectacularidad, tiene sabor a verano: nos referimos a “Ready Player One”, el regreso del afamado cineasta a los terrenos de la ciencia-ficción y, más precisamente, a los de la ciencia-ficción de tinte familiar.

Su nuevo filme, basado en una popular novela del estadounidense Ernest Cline (quien funge aquí de coguionista), es una superproducción que remite de inmediato a grandes trabajos de los ’80 realizados por el mismo Spielberg, como “Raiders of the Lost Ark” y “E.T. the Extraterrestrial”, pero que en medio de sus numerosas referencias a elementos de la cultura popular que serán entendidos principalmente por el público adulto, maneja una estética absolutamente contemporánea, dirigida por su lado a los espectadores más jóvenes.

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La historia se desarrolla en el año 2045, en medio de un planeta Tierra cuya población mayoritaria vive en condiciones precarias que la llevan a encontrar refugio en OASIS, un avanzado sistema de realidad virtual en el que se puede ser quien quieras y lo que quieras mientras participas en aventuras extraordinarias, lo que le brinda a Spielberg la excusa perfecta para desarrollar unas escenas de acción que recurren a efectos digitales de vanguardia y a unas proezas visuales que pueden llegar a ser abrumadoras, pero que no dejan nunca de sorprender.

El protagonista del relato es Wade Watts (Tye Sheridan), un adolescente de Columbus, Ohio, que no tiene una vida precisamente feliz en el mundo real, pero que es una auténtica estrella en OASIS. Allí, bajo el nombre de Parzival, luce una apariencia más halagadora que la auténtica y anda rodeado de un grupo de amigos con los que no tiene tampoco contacto fuera del juego.

Sin embargo, al igual que todos lo que compiten con él, Wade/Parzival no es capaz de llegar a la meta final, que permitiría un premio insuperable: el control completo de OASIS, como lo determinó antes de morir el mítico creador del sistema, James Halliday (Mark Rylance). Y si bien nuestro héroe termina sintiéndose peligrosamente atraído por una combativa competidora que responde al nombre de Art3mis (Olivia Cooke), el peor enemigo al que se enfrenta es Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn), el ambicioso presidente de una corporación que pretende apoderarse de OASIS con fines estrictamente mercantilistas.

Sin embargo, al igual que todos lo que compiten con él, Wade/Parzival no es capaz de llegar a la meta final, que permitiría un premio insuperable: el control completo de OASIS, como lo determinó antes de morir el mítico creador del sistema, James Halliday (Mark Rylance). Y si bien nuestro héroe termina sintiéndose peligrosamente atraído por una combativa competidora que responde al nombre de Art3mis (Olivia Cooke), el peor enemigo al que se enfrenta es Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn), el ambicioso presidente de una corporación que pretende apoderarse de OASIS con fines estrictamente mercantilistas.

Mientras intenta hacer comentarios sociales sobre la necesidad de luchar por lo justo y rechazar a los ‘capitalistas salvajes’ (todos positivos, aunque se presenten a veces de manera extremadamente sencilla), Spielberg inserta menciones visuales que serán la delicia de cualquier ‘nerd’, y que además de incorporar a personajes como King Kong, Batman, Iron Giant, Clark Kent y Chucky, le rinden un largo e hilarante homenaje al clásico del terror “The Shining”.

Tratar de seducir a audiencias de distintas edades es siempre un reto, por lo que el balance no resulta siempre perfecto; de hecho, estamos seguros de que muchos de los espectadores veteranos saldrán mareados de la sala debido al exceso de estímulos visuales y sentirán finalmente que la historia es mucho menos trascendente de lo que se pretende. Pero lo cierto es que, a los 71 años de edad, Spielberg sigue siendo capaz de emocionarnos y de obligarnos a ver sus obras en la pantalla más grande que se encuentre disponible.

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