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‘Somos calentura’ ofrece una mirada inusual de la cultura urbana en Colombia

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Su primera película de ficción, “La sangre y la lluvia” (2009), estaba centrada en una historia de amor entre un taxista y una mujer autodestructiva, y se desarrollaba en medio de la coyuntura en la que los grupos paramilitares se empezaron a reinsertar en la sociedad colombiana.

En ese momento, el director Jorge Navas trabajó ya con Julio ‘Ribook’ Valencia, un ‘no actor’ o ‘actor natural’ que, al igual que el resto del reparto, fue encontrado en un bar de Bogotá, y que además de tener habilidades interpretativas insospechadas, era un gran bailarín, como se enteró el cineasta tras el rodaje.

Ese lado del artista terminó convirtiéndose en un elemento esencial de “Somos calentura”, la nueva película de Navas que se estrena este viernes en el teatro Frida de Santa Ana y cuyo guion fue escrito por Diego Vivanco y Steven Grisales, pero que se modificó con los aportes de Valencia y un trabajo de investigación en el que participó el mismo Navas.

“Fue una aproximación casi antropológica, con mucha conciencia social; y contar con ‘Ribook’ nos ayudó mucho para poder filmar en los barrios en los que filmamos, donde es muy difícil entrar si no eres de allá”, nos dijo el realizador durante una reciente entrevista.

Para ser claros, “Somos calentura” se desarrolla en Buenaventura, una ciudad costeña con características muy particulares. “La mayoría de la economía del país pasa por ahí, pero pocos fuera del lugar saben quiénes viven ahí ni en qué condiciones se encuentran, cuando la realidad es que hay barrios marcados por la extrema pobreza en los que no existe trabajo, educación ni salud”, describió Novas. “De ese modo, lo que termina pasando es no solo la economía legal, sino también la ilegal, conformada por drogas, armas y contrabando”.

“El New York Times dijo que Buenaventura era ‘el infierno del mundo’, pero me parece que son ciclos; mientras estuvimos allí, todo estuvo muy tranquilo y encontramos mucho cariño, pese a que nos metimos en los lugares más difíciles”, recordó. “Hay por allí perdonas bellísimas, y lo que queremos mostrar es justamente el lado del arte en medio de los estigmas de violencia y muerte con los que les toca vivir”.

“Somos calentura” habla de pandillas, traficantes y sexo, pero se diferencia de otras propuestas semejantes debido a sus impresionantes escenas musicales, ya que sus protagonistas son bailarines que compiten por un premio mientras tratan de sobrevivir en medio de la miseria y de las amenazas tanto de la policía como del hampa local.

“En lugar de buscar a los mejores actores y enseñarles a bailar, buscamos a los mejores bailarines y les dimos clases de actuación para que pudieran pararse frente a una cámara y expresar sentimientos de manera dramatizada”, retomó Navas.

Las escenas que muestran las competencias son absolutamente vibrantes. “Este baile es espectacular; es como un deporte de alto rendimiento”, explicó el cineasta. “Lo filmamos con una sola cámara, muy a manera documental; los bailarines improvisaban y el camarógrafo improvisaba con ellos”.

“Es una mezcla entre el hip hop y la salsa -dos géneros que llegaron a esa zona a través de gente que se fue a Nueva York y Los Ángeles y que después regresó- a la que le agregaron instrumentos locales como la marimba; ellos lo llaman ‘salsa choke’”, prosiguió nuestro entrevistado. “La crean con computadoras muy baratas y con programas muy básicos, lo que la acerca al punk en términos de estrategia”.

Navas mencionó también la influencia del fallecido ídolo del pop Michael Jackson, quien es adorado en el Pacífico colombiano. “Sea como sea, el resultado es un estilo absolutamente original que surge de ese ‘ghetto’ y que es muy poderoso en el plano cultural, por lo que me alegra mucho haberle dado una vitrina a través de este trabajo”, comentó.

“Somos calentura” ha servido también para darle vida a la comunidad afrocolombiana, que es enorme, aunque no todos lo saben. “Cali es la segunda ciudad con mayor población ‘afro’ en Latinoamérica después de Salvador de Bahía, en Brasil”, dijo el director, que nació justamente en Cali, a dos horas de Buenaventura. “Pero eso es algo que ni siquiera se imaginan en otros países, incluyendo Estados Unidos y a Canadá, donde me dijeron que ignoraban completamente el hecho”.

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