Anuncio

Entrevista a Julio Chavezmontes: ’Siempre arriesgamos todo en nuestras películas’

Share

“Existen solo dos tipos de cine, a nivel de producción y distribución: aquel que se produce de manera independiente, sin importar si es de corte comercial o cultural, y aquel que se fabrica en la maquinaria de los estudios de Hollywood. Este último invierte para la promoción de una sola película el presupuesto completo de los incentivos y fidecomisos mexicanos”, explica Julio Chavezmontes, joven productor y guionista del renovado cine mexicano, quien en 2011, fundara ‘Piano’ junto a Sebastián Hofmann, para producir y distribuir películas “desafiantes y originales”.

Su debut cinematográfico fue ‘Halley’, que se estrenó internacionalmente en el Festival de Cine de Sundance en 2013, y fue apoyada por ‘Hubert Bals Fund’ y ‘Foprocine’. Otras producciones bien conocidas de ‘Piano’ incluyen ‘Echo of the Mountain’ y la provocadora ‘We Are the Flesh’ de Emiliano Rocha Minter. Su trabajo como escritor-productor ha sido perfilado por ‘Variety’.

¿Qué es lo más difícil de producir una película como ‘Tenemos la carne’ (2016) de Emiliano Rocha Minter?

Anuncio

A nivel creativo, lo más difícil fue darle una contención efectiva a las ideas de Emiliano, sin afectar la frescura que le brinda trabajar desde un lugar de libertad absoluta. En el cine se puede prescindir de la narrativa, pero no del ritmo, que es lo que permite hacer cambios tonales tan bruscos como los que plantea “Tenemos la carne”, sin perder al espectador en el camino.

En términos prácticos, el mayor reto fue su lanzamiento.

Afortunadamente, nos encontramos con el respaldo de grandes directores como Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón, y Carlos Reygadas, que nos ayudaron a atraer el interés del público. Sin ellos, y por supuesto, sin Sebastián Hofmann, Yann González, Moisés Cosío, Matteo Lovadina y la complicidad del IMCINE y el Festival de Rotterdam, la vida comercial de la película habría sido muy difícil.

¿Cuáles son las complicaciones más grandes de producir cine en México?

En mi opinión, existen solo dos tipos de cine, a nivel de producción y distribución: aquel que se produce de manera independiente, sin importar si es de corte comercial o cultural, y aquel que se fabrica en la maquinaria de los estudios de Hollywood. Este último invierte para la promoción de una sola película el presupuesto completo de los incentivos y fidecomisos mexicanos. El público está al tanto de la existencia y fecha de estreno de estos productos antes de que se filme el primer fotograma.

A pesar de ello, el cine mexicano –que siempre es independiente– obtiene anualmente entre el 5% y el 12% de la taquilla comercial. Tenemos éxitos comerciales enormes, a pesar de no tener los mismos presupuestos de Hollywood. El cine de arte puede no tener gran penetración en las salas comerciales, pero existe un gran público en los festivales nacionales; los tours de cine (p.ej. Ambulante), y las salas independientes. Los resultados son positivos. Queda mucho trabajo por hacer, pero el cine mexicano está lejos de ser invisible. Y esto sin hablar del gran público que tenemos en el extranjero.

Yo siento que los retos a los que se enfrenta un productor mexicano independiente no son diferentes a los que se viven en otros países. Hay una gran incertidumbre en el panorama de distribución. El público se ha fragmentado, y los ingresos son menores para todos. Hay que trabajar hacia un esquema de futuro que sea sustentable y nos permita llegar a un público más amplio.

¿Cómo lograron la distribución de esa maravilla del séptimo arte que es ‘The Square’ (2017) de Ruben Östlund?

Fue gracias a la merecidísima reputación de la que gozan Andrea Castex, directora de distribución de Piano, y su equipo de trabajo. La impecable labor que han desarrollado desde 2014 ayudó a ganarnos la confianza de los vendedores de “The Square”. Para nosotros, que somos admiradores del cine de Ruben Östlund –y que fue una inspiración importante en ‘Tiempo Compartido’– fue una gran satisfacción traer la película a México.

¿Qué representó para ustedes el premio al mejor guión de la Competencia Internacional de Ficción del Festival de Cine de Sundance, por la película ‘Tiempo compartido’ (2018) de Sebastián Hofmann?

Fue una sensación de liberación indescriptible, la mejor manera de cerrar una etapa que inició en 2012, con los primeros esbozos de ‘Tiempo Compartido’. En cierta forma, la película inició su vida en Sundance, con el estreno de ‘Halley’ en 2013. El respaldo del festival entonces fue fundamental para obtener el financiamiento para hacer una película tan arriesgada. Siempre arriesgamos todo en nuestras películas, confiando en que encontrarán su público, pero eso no significa que funcionará. Siempre es un misterio como responderá la gente, y tuvimos la gran fortuna que ‘Tiempo Compartido’ fue bien recibida en Sundance.

Háblame de ‘Halley’ (2012), también de Sebastián Hofmann, de cómo fue producirla y co-escribirla, al lado de la ahora prestigiosa ‘Mantarraya Producciones’.

‘Halley’ es muy especial para mí porque fue mi primera película, la de Sebastián, y la de muchos queridos amigos. Fue también la semilla que dio origen a ‘Piano’. El respaldo de ‘Mantarraya’ fue uno de los elementos que ayudó a que la película fuera posible. Hubieron otros que también fueron fundamentales, de los que no se habla mucho, como ‘Simplemente’ y el ‘IMCINE’.

‘Halley’ se hizo como toda ópera prima, con un espíritu de locura colectiva. En nuestro delirio, hicimos el final de la cinta en Illulisat, Groelandia, uno de los lugares más remotos del mundo. Sólo viajamos cuatro personas: Sebastián, Alberto, Matías y yo. En las escenas que filmamos en el barco pesquero, me tocó hacer de costal de arena humano, para estabilizar el tripié – a treinta grados bajo cero.

Por otra parte, la película tuvo una planificación muy rigurosa desde el guión. Nunca perdimos de vista la escala en la que teníamos que plantear el proyecto para poder realizarlo. En retrospectiva, me sorprende la madurez de algunas de nuestras decisiones.

¿Con qué escritor te gustaría coescribir un guión?

Yo soy feliz colaborando con Sebastián, y con nuestro equipo en ‘Piano’, como Carlos Paz, director de desarrollo. Por mí, podría seguir trabajando así toda la vida.

¿Cuáles son tus referentes literarios?

Soy un ladrón descarado de mis libros, y cada guión que escribo es un compendio de atracos. En ‘Halley’, los agraviados fueron ‘El Satiricón’ de Petronio; ‘La Metamorfosis’ de Ovidio; el capítulo de poemas con el que concluye ‘El Doctor Zhivago’; los ensayos de Julia Kristeva; ‘Los Rituales del Caos’ de Carlos Monsiváis; ‘Sombra’ de Gilberto Owen, y el poderoso ensayo ‘Dense Moments’ de Gregg Bordowitz, quien fue mi maestro en Chicago.

En ‘Tiempo Compartido’ no hubo tantos libros perjudicados. Traté de alejarme de los referentes literarios lo más posible. Aun así, merodeaban en mi cabeza los ensayos sobre el postmodernismo de Fredric Jameson, ‘White Noise’ de Don Delillo, y ‘El Castillo’ de Kafka. Para curarme, leía cosas que no tuvieran nada que ver con el tono de la película.

Afortunadamente, Sebastián es mucho más original que yo, y maquilla bien los robos.

¿Va a haber DVD de ‘Tenemos la carne’?

No tenemos planes de editar un DVD de ‘Tenemos la carne’, pero ‘Arrow’, el distribuidor inglés de la película, produjo una magnífica edición en Blu-Ray.

Háblame de tu educación en la Universidad de Chicago y en el Instituto de Arte

Mi educación en la Universidad de Chicago y en el Instituto de Arte de Chicago fue un privilegio extraordinario. La universidad pone a tu disposición recursos inauditos. A los dieciocho años, tienes la libertad de estudiar cualquier libro, cualquier película, y hacerlo bajo la tutela de algunos de los grandes pensadores contemporáneos. Nunca olvidaré que en mi primer año, el novelista J.M. Coetzee me recibió en su oficina, durante una hora; o que tomé clases de historia de México con Friedrich Katz. La Universidad de Chicago es de los pocos lugares que quedan en el mundo que están comprometidos con una visión humanista de la educación. Lo que importa son las ideas, y el rigor con el que se desarrollan. Fue una experiencia fundamental para mi formación humana.

El Instituto de Arte de Chicago fue una experiencia muy diferente, pero igual de valiosa. Es una comunidad de artistas extraordinarios, generosos con su talento, que te aportan todo lo que estés dispuesto a buscar. Si la Universidad de Chicago me dio una formación intelectual, el Instituto de Arte me permitió desarrollar una manera propia de expresarme, con el rigor necesario que permite que la vivencia personal se transforme en algo universal.

Háblame de la película ‘Knife + Heart’ (2018) de Yann González y de la participación en ella del actor mexicano Noé Hernández.

Para mi, ‘Knife + Heart’ es una brillante y audaz subversión del thriller, donde un personaje femenino, complejo y feroz, controla la vida, y posiblemente la muerte, de sus actores. Entre muchas otras cosas, la película es una aguda crítica a la forma en que ha sido representada la mujer y la comunidad LGBT+ en el cine de género. En las instancias que los homosexuales han llegado a aparecer en cintas de terror o suspenso, suelen ser sometidos a una condena de su sexualidad, denigrada como una oscura perversión. En este caso, los personajes homosexuales son criaturas que viven en la inocencia del paraíso, productos de una libertad y hedonismo próximo a su fin. Bien podría argumentarse que la repentina aparición del asesino enmascarado simboliza la irrupción de la crisis del Sida. Sin dar muchas pistas sobre la trama, creo que es importante decir que este asesino no es el ejecutor de una moralidad retorcida. Su motivación e identidad será una gran sorpresa para el público.

La colaboración con Yann viene de lejos. Empezó con ‘Tenemos la carne’, película de la cual fue coproductor. Además de ser un gran artista, Yann es una persona excepcionalmente generosa. Tras el éxito de su primera película, ‘You and the Night’, se decidió a apoyar a Emiliano, un joven cineasta mexicano, para que pudiera hacer su ópera prima –sin esperar nada a cambio–. La experiencia fue tan positiva, que Yann nos invito a colaborar con él, y con Charles Gillibert de ‘CG Cinema’, en la producción de su siguiente proyecto, que acabo siendo ‘Knife + Heart’.

He realizado ya cuatro películas con Noé Hernández, y en cada una ha sido una revelación. Aún sabiendo que es de los grandes actores que ha dado México, nunca pierde la capacidad de sorprender. Lamentablemente, no pudo acompañarlos en el estreno en Cannes de ‘Knife + Heart’, pero para mí fue una gran satisfacción ver que en numerosas reseñas lo destacaban entre lo mejor de la película –una ocurrencia común en cualquiera de sus proyectos, pero que no deja de ser grato–.

¿Qué viene para ‘Piano’?

Más cine, para bien y para mal.

Anuncio