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‘The Conjuring 2’ le agrega sensibilidad al terror

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Hace tres años, ”The Conjuring” convenció a la audiencia y a la crítica con un relato de invasión demoniaca basado en las experiencias de dos investigadores paranormales de la vida real, los esposos Ed y Lorraine Warren, que no requirió de un gran presupuesto ni de una serie interminable de efectos especiales para lograr el objetivo esencial de asustar y de entretener.

Ahora, los Warren y sus intérpretes originales, Patrick Stewart y Vera Farmiga, regresan en “The Conjuring 2”, una secuela que también repite al mismo director, James Wan, pero que duplica el presupuesto para obtener resultados mucho más vistosos y complejos, pero menos sorprendentes en lo que respecta al apartado de originalidad, sobre todo porque esta clase de relatos han sido usados y abusados con exceso en los últimos años.

De ese modo, la sensación de familiaridad que se siente al ver esto afecta sus posibilidades de trascendencia, pese a que, en este caso, las acciones se trasladan a un escenario diferente, luego de que los Warren -que son estadounidenses- aceptan un trabajo en Londres que los lleva hasta la casa de una madre soltera con cuatro hijos cuya vida cotidiana se ha visto particularmente perjudicada por la presencia de unas entidades maléficas.

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Sin embargo, Wan, quien venía de hacer la megaproducción “Furious 7” y es un cineasta particularmente competente, aprovecha la cantidad extra de dinero no solo para implementar trucos visuales mucho más vistosos, sino también para desarrollar una puesta en escena ciertamente cautivadora en la que las escenas en medio de la oscuridad siempre tienen algo interesante que ofrecer y, sobre todo, varios momentos de sustos realmente efectivos.

Y no todo depende del dinero; de hecho, uno de los aportes más creativos de “The Conjuring 2” es el que se produce en el área de las relaciones entre Ed y Lorraine, quienes atraviesan una situación un tanto complicada debido a que la segunda se encuentra tan asustada de las cosas que han visto que quiere abandonar el trabajo, mientras que el primero no imagina la vida sin estos casos. No perjudica lo dicho que estos personajes sean interpretados por actores de tanto vuelo como Stewart y Farmiga, excelentes como siempre.

Finalmente, la tensión en la pareja cede, mientras que el asunto se orienta hacia un inesperado romanticismo y una resolución conciliatoria que le quitan garra a un relato iniciado de manera muy intensa, revelando de paso la vocación ‘mainstream’ del trabajo; pero incluso entonces, este conjuro se las ingenia para dar cuenta de una sensibilidad inusual en las propuestas de terror, lo que lo convierte en una suma valiosa para el género que, además, se convertirá probablemente en otra sensación de taquilla.

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