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Ten mucho cuidado con ‘The Eyes of My Mother’

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Se espera normalmente que la época navideña llegue a las salas de cine con cintas edificantes y familiares que resalten los valores humanos, la solidaridad, la belleza que todavía existe en el mundo y un largo bla bla bla. Pero lo cierto es que la fecha misma es susceptible de generar toda clase de sensaciones según las creencias, los estados de ánimo y las ideologías de las personas que se encuentran invariablemente sometidas a ella, por lo que encontrar de pronto en la cartelera películas de terror no debe provocar una gran impresión.

Lo que sí causa sorpresa es que, a estas alturas del año, los fans del género no tengan que enfrentarse únicamente a una producción tan descartable como “Incarnate”, que se estrenó también hoy, sino que tengan la oportunidad de apreciar una propuesta tan buena e implacable como la de “The Eyes of My Mother”, un filme independiente que llega finalmente a nuestras costas tras un largo y polémico peregrinaje por los festivales de rigor.

Debido a su intensidad y a sus imágenes explícitas, esta película tiene todos los atributos necesarios para convertirse en un objeto de culto para quienes se encuentran ya convencidos de las bondades del espanto narrativo, así como para provocar el rechazo inmediato de quienes no toleran esta clase de emociones; pero lo cierto es que no se trata simplemente de un trabajo hecho para provocar ‘shock’, sino de una pieza artística minuciosamente elaborada que combina de manera creativa la brutalidad del horror contemporáneo con la elegancia de las entregas de alguien como Alfred Hitchock, empezando por su inspirado uso del blanco y negro y siguiendo con su habilidad para generar suspenso sin mostrar necesariamente las acciones directas de la violencia (aunque sí sus consecuencias).

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“The Eyes of My Mother” ostenta también una originalidad inesperada al presentar a una protagonista que, además de no ser precisamente una heroína (algo que se ha convertido prácticamente en un requerimiento esencial de trabajos recientes), es de ascendencia portuguesa y es interpretada además en su etapa adulta por una actriz nacida en esa nación europea, Kika Magalhaes, cuya exótica belleza se pone a disposición de un personaje cuyo pasado tormentoso lo lleva a convertirse en una cita peligrosa para cualquiera, por decir lo menos.

Pese a que este es su primer largometraje, el director Nicolas Pesce, quien se encargó también del guión, muestra un talento para la puesta en escena que no ha pasado ni siquiera desapercibido para los críticos a los que no les ha gustado la cinta debido a su nivel de crueldad, y que se plasma en una ambientación profundamente marcada por los contrastes en la que tuvo mucho que ver la labor del director de fotografía Zach Kuperstein. Si te gustan esta clase de historias, tienes el estómago fuerte y no te inclinas únicamente por los relatos comerciales, estos ojos son para ti; en caso contrario, puedes ir a ver “Moana”.

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