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Felipe Guerrero presenta una versión distinta de la violencia en Colombia a través de su ‘Oscuro animal’

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Vive en Buenos Aires desde hace más de una década, pero es evidente que todavía se encuentra sumamente interesado en la realidad de su país, porque luego de hacer varios trabajos documentales, acaba de debutar en el largometraje de ficción con “Oscuro animal”, un contundente drama que se presenta en el AFI Fest el 12 de noviembre a la 1.15 p.m. y el 15 de noviembre a las 7 p.m. dentro de las salas Chinese de Hollywood.

“Ya tenía la idea para hacer esta película desde hace mucho tiempo, cuando lo que estaba pasando en mi país era especialmente doloroso; pero como estudié montaje de cine en Roma, Italia, empecé a dedicarme a eso y fui posponiendo el proyecto”, le dijo a HOY el personaje del que hablamos, Felipe Guerrero, cuya cinta ha sido aclamada en diversos festivales y que estuvo incluso en la recta final para convertirse en la apuesta de Colombia con miras a la categoría de Mejor Película Extranjera del Oscar.

Finalmente, la elección recayó en “Alias María”, un trabajo que, curiosamente, trata el mismo tema: la violencia que se vivió en esa parte del mundo debido al enfrentamiento entre la guerrilla y los sucesivos gobiernos. “Para mí, fue muy positivo llegar hasta ese punto, debido a que mi película no es tradicional, en el sentido de que apela a nuevas formas de contar las cosas”, retomó el realizador, aludiendo con ello al ritmo de su filme, en el que la notable fotografía sirve para acompañar una puesta en escena contemplativa con la que se describen los sufrimientos de tres mujeres enfrentadas de manera directa a diferentes facetas del conflicto.

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“Oscuro animal” se estrenó en Colombia durante la etapa del plebiscito destinado a decidir si se firmaban los acuerdos de paz entre el gobierno y las FARC, y Guerrero considera que el resultado (ganó el “No”) fue “un baldazo de agua fría para todo el mundo”. “De todos modos, se sigue trabajando para que se llegue a un buen puerto, y yo estaba definitivamente del lado del ‘Sí’, porque los acuerdos fueron elaborados por gente muy docta, muy especializada en conflictos de todos lados”, dijo el cineasta. “Es la única solución para un problema que ya tiene más de 50 años”.

Nuestro entrevistado sabe que su cinta no es del todo accesible, pero se encuentra satisfecho con lo que ha ido obteniendo hasta ahora, así como con la buena recepción de las críticas especializadas. “La manera en que hice ‘Oscuro animal’ tiene que ver con mi carrera como documentalista y montajista, pero también con una decisión personal, de cinéfilo e intelectual”, afirmó. “La violencia en Colombia ha sido retratada de distintos modos, y a mí me interesaba intentar un acercamiento diferente”.

En ese sentido, Guerrero siente que tiene más referentes poéticos que cinematográficos, aunque cita a Pier Paolo Pasolini, quien se convirtió en cineasta de mayor, luego de estar dedicado a la literatura. “Hay obviamente muchos directores que se interesan en propuestas semejantes, pero no viene al caso darte una lista”, nos aseguró.

“Oscuro animal” se rodó en Magdalena Medio, una zona selvática cercana a la capital e históricamente azotada por la violencia que en esos momentos no se encontraba tan ‘caliente’, pero que de todos modos presentó el peligro latente que se necesitaba para que el proceso de filmación resultara creíble. Y aunque la estética es de lo más artística, hay momentos realmente curiosos que rompen con la seriedad, sobre todo en lo que respecta a la banda sonora, en la que aparece de pronto un reggaetón o una canción del grupo de hardcore La Pestilencia.

“Al darle prioridad a lo sensorial, se afecta el desarrollo de una estructura narrativa convencional en la que la información se presenta de manera más directa; y si bien esos son riesgos que me interesa tomar, siempre he tenido una visión medio ‘punketa’ del arte, por lo que me interesaba también llegar al público general en medio de la rudeza”, concluyó Guerrero, quien decidió darle los papeles principales a mujeres para mostrar que ellas mismas pueden pasar de ser víctimas aparentemente indefensas a supervivientes cargadas de valor.

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