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‘Deadpool’ tiene mucha violencia, comicidad, malas palabras... y hasta romance

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En una escena de “Deadpool”, el protagonista, que se dirige frecuentemente a la audiencia durante la película, se burla de las espectadoras que se encuentran en esos momentos dentro de la sala y que fueron convencidas de asistir (supuestamente durante el fin de semana de San Valentín) ante las promesas de sus novios de que esta iba a ser “una película romántica”, como se ha hecho de un modo u otro en la campaña promocional.

Eso sucede justamente luego de una brutal escena de acción en la que corre generosamente la sangre, porque no, “Deadpool” no es una película romántica, al menos en el sentido tradicional del término; y no es ni siquiera una película de superhéroes convencional, en el sentido de que es tan agresiva y cargada de sexualidad que la clasificación R que ha recibido estaba ya clara en la mente de sus productores cuando decidieron hacerla.

Sin embargo, como lo indica el primer párrafo de esta nota, esos mismos productores sabían ya que la película se iba a lanzar en la presente fecha y decidieron incorporar en el guión la broma descrita, lo que no resulta realmente gratuito cuando se sabe que, a fin de cuentas, “Deadpool” tiene un trasfondo de un romanticismo evidente aunque inusual, porque el (anti)héroe principal -un tipo que lleva el traje de rigor, pero que está completamente desfigurado- hace todo lo que hace para recuperar a su amada -una chica encantadora y más o menos indefensa, pero que se gana la vida como prostituta-.

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De hecho, hay un momento intencionalmente cursi en el que aparecen incluso dibujitos ridículos en medio de la pareja mientras se escucha la balada “You’re the Inspiration” de Chicago, y que pese a lo dicho no tiene una intención cínica, a diferencia de mucho de lo que se ve a lo largo de un largometraje que busca intencionalmente (algunos dirían que demasiado) diferenciarse de las propuestas familiares a la que nos han tenido acostumbrados Marvel, su casa productora, y, por supuesto, Disney, que la controla desde hace algunos años.

“Deadpool” es tan distinta a todo lo que se ha visto de estas dos compañías que sus primeros minutos causan una verdadera sorpresa y provocan que uno piense que se trata de algo con tintes revolucionarios, hasta que se recuerda la existencia de “Kick-Ass”, otra historia de superhéroes particularmente violenta que se ha convertido también en una saga cinematográfica y que, curiosamente, tiene que ver también con Marvel, aunque sus dos entregas respectivas fueron hechas por otras empresas.

En ese aspecto, el sentido de novedad absoluta se desvanece pronto; pero eso no le quita méritos a un filme que, en vista de la reputación de su estudio y del generoso presupuesto disponible, resulta no solo tremendamente entretenido y plenamente efectivo en sus numerosos momentos de comedia, sino también absolutamente espectacular, bajo la guía de un director debutante (Tim Miller) que entendió la necesidad de otorgarle una estética ruda e impactante y de una estrella (Ryan Reynolds) que deja muy atrás el mal recuerdo de su Green Lantern para darle vida a un personaje memorable.

Por ese lado, “Deadpool” debería ser del gusto de las parejas que gustan del universo de los cómics para adultos y que no tienen problemas con los relatos agresivos; sabemos que existen muchas así, y que pasarán un rato inolvidable viendo esto. Pero si al menos una de las dos partes es especialmente sensible al despliegue de violencia gráfica y a las bromas soeces, la cita se convertirá probablemente en un desastre. Están advertidos.

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