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‘Días de gracia’: encerrados por la violencia

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Para Everardo Gout, el hecho de que su más reciente cinta “Días de gracia” se esté estrenado en Los Ángeles este viernes, luego de haber sido lanzada en Blu-ray y DVD el 5 de mayo y de haberse exhibido ya a través de HBO Latino, no es un motivo de sorpresa.

“La verdad es que la misma película nos ha venido dando satisfacciones desde su debut el Festival de Cannes, cuando recibió un aplauso de pie por 15 minutos; y sí, sigue causándome impresión debido a su larga vida”, le dijo a ¡BRAVO! el cineasta capitalino, quien presentó por primera vez la obra en México durante el 2012. “Pero los métodos de distribución de las películas ya no son los mismos de antes, y eso explica lo que está sucediendo en Estados Unidos”.

“Días de gracia”, que se hizo acreedora en su momento a ocho premios Ariel, es una película compleja con varios saltos en el tiempo que, además de tocar de cerca el tema del secuestro, tiene como protagonista a Lupe (Tenoch Huerta), un policía honesto que va transformándose de modo irremediable ante el impresionante nivel de corrupción que lo rodea, hasta convertirse en lo que nunca quiso ser.

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“Dividimos la historia en tres tiempos -el 2002, el 2006 y 2010-, aprovechando los mundiales de futbol, que son eventos que desatan todo tipo de pasiones y se relacionan por ello de algún modo a la violencia”, dijo Gout, cuya laberíntica narrativa, lleva de referencias locales, ha sido simplificada de algún modo para la versión de la cinta que se puede ver en los dominios del Tío Sam.

En medio de los terribles sucesos que desarrolla, el filme ostenta una puesta en escena que habla muy bien del talento como creador visual de Gout, quien antes de esto había hecho únicamente cortometrajes y documentales; y su impactante realismo se ve acentuado por el hecho de haber sido rodado mayormente en “barrios bravos”, lo que obligó al equipo de producción a negociar con las pandillas locales.

Por otro lado, para escribir el guión, el director atravesó un proceso de cuatro años que lo llevó a reunirse con negociadores de secuestros que le proporcionaron grabaciones de distintos casos, y habló también directamente con víctimas de estos delitos.

Y aunque es consciente de que un sector de la audiencia está cansado de ver historias relacionadas a la violencia que atraviesa su país, afirma que existen realizadores como él que no están tratando de explotar el fenómeno, sino que se sienten preocupados por él y anhelan aportar de algún modo al cambio.

“Hay amigos míos que han sido secuestrados, y tengo una hija pequeña cuyo futuro me preocupa mucho”, afirmó. “No sé si es una fantasía mía, pero uno de mis anhelos era que la película pudiera influir en la mentalidad de alguien una vez que la viera”.

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