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‘The Infiltrators’ abre mañana el LALIFF con una historia real de inmigrantes heroicos

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Esta pareja tiene varias cosas en común, ya que además de estar unida por lazos sentimentales, acaba de llevar su unión a otro plano al dirigir de manera conjunta “The Infiltrators”, el importante largometraje que abre este miércoles la nueva edición del LALIFF (Los Angeles International Film Festival) en el Teatro Chino de Hollywood.

Este paso reafirma no solo el amor y el interés artístico compartido entre Alex Rivera y Cristina Ibarra, sino que es una muestra clara de los profundos intereses sociales que ambos tienen, ya que el primero es conocido por su celebrada cinta de ciencia-ficción con temática inmigrante “Sleep Dealer” (2008), y la segunda ha recibido diversos elogios por su documental “Las Marthas” (2014), que retrata las experiencias de unas jóvenes mexicoamericanas en la frontera de Estados Unidos con México.

Lo interesante de “The Infiltrators”, que tuvo su debut en el más reciente Festival de Sundance, es que se trata de una ingeniosa combinación de trabajo de ficción (con guion) y documental, lo que le permite convertir en un apasionante ‘thriller’ político la historia de unos activistas indocumentados que se hicieron arrestar voluntariamente por el ICE para poder orquestar la liberación de personas encerradas por el simple hecho de no tener ‘papeles’ en un centro de detención perteneciente a esta temida institución, pero regentado en realidad por la poderosa compañía GEO.

“En el 2010, vi en las noticias algo que nunca había visto antes: inmigrantes indocumentados que se entregaban a las autoridades para enfrentar procesos de deportación como un acto de protesta”, nos dijo recientemente Rivera, que nació en Nueva York como hijo de un peruano y una anglosajona. “Eran los ‘dreamers’ radicales, que tomaron esas medidas extremas para exigir un cambio en la Administración de [Barack] Obama”.

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La historia era de por sí muy dramática, por lo que decidió hacer un documental sobre este grupo de muchachos pertenecientes a la National Immigrant Youth Alliance (Alianza Nacional de Inmigrantes Jóvenes), siguiéndolos a lo largo de dos años.

“Entre los proyectos que tenían estaba la infiltración en el centro de detención Broward de Florida, con el fin de ayudar a los internos y dar a conocer a los medios de comunicación los abusos que se cometían ahí”, retomó Rivera. “Finalmente, decidimos enfocarnos en esa parte de esta larga batalla, pero filmar además muchas recreaciones con actores profesionales porque obviamente no podíamos meternos en ese lugar con cámaras”.

“Nos pareció que podíamos darle a una vuelta a las películas de asaltos de bancos que hacen que el público se identifique con los protagonistas aunque estos son unos delincuentes, haciendo una película en la que el público se identificara con personajes reales que quieren ayudar a sus semejantes”, agregó.

Los activistas reales aparecen también en muchas escenas, pero Rivera e Ibarra decidieron que iban a recurrir a actores en las dramatizaciones porque el proyecto se hubiera complicado mucho si los mismos activistas fungían también de intérpretes de lo que les sucedió en el pasado y en circunstancias especialmente difíciles.

“Los rodajes requieren de días muy largos que son demasiado pesados para alguien que no practique este oficio, y hubieran demandado además que estas personas faltaran a sus trabajos”, nos dijo Ibarra, una mexicoamericana que nació en El Paso, Texas. “Además, hubiéramos necesitado de mucho más tiempo para lograr resultados realmente profesionales; pero construimos todas esas escenas sobre la base de horas y horas de entrevistas con los activistas y hasta con la ayuda de documentos del gobierno que pudimos obtener”.

“The Infiltrators” se rodó en un hospital mental cerrado de Pomona, California, pese a que se desarrolla en el estado de Florida, ya que si bien nuestros entrevistados viven en L.A., la historia real se produjo por allá, lo que daba además la oportunidad de mostrar un centro de detención en el que los detenidos provienen de lugares muy diferentes del mundo, como es el caso de uno de los internos, Carlos Rojas, que es oriundo de Argentina.

Es interesante notar que la cinta toma lugar en la era de Obama, lo que tiene sentido para Rivera en vista de que él mismo considera que el trato que se le da a estos migrantes va más allá del partido que se encuentre en el poder debido a que es básicamente un negocio.

“El discurso sobre la inmigración que existe en este país es patético; el problema es mucho más complejo, mucho más siniestro que ser ‘ilegal’ o ‘legal’”, retomó Rivera. “Los centros de detención están hechos para lucrar, porque quienes se encuentran al mando reciben $160 por día por cada persona que se encuentra encerrada”.

“Es un problema estructural que lleva décadas, y lo que pasó con los demócratas es un anticipo de lo que estamos viendo ahora; si ellos lo hicieron, ¿qué podemos esperar de los derechistas?”, preguntó. “Necesitamos un movimiento militante y pro inmigrante que defienda la dignidad de todos los seres humanos”.

“The Infiltrators” abre una luz de esperanza con la liberación de Rojas, pero la realidad se ha encargado de cambiar ese final feliz, porque luego de que la película empezara a ser exhibida, él mismo fue nuevamente arrestado y deportado a su país de origen, lo que para Rivera e Ibarra fue un claro acto de represalia debido a que él mismo terminó convirtiéndose en activista.

“Es un claro ejemplo del modo en que están actuando con las personas que revelan sus malos manejos, porque Carlos nunca ha cometido un crimen en su vida”, precisó Ibarra. “Ahora mismo, estamos abocados a traerlo de regreso, y tenemos una página llamada ‘Bring Claudio Home’ [en GoFundMe] dedicada a reunirlo con su familia”.

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