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México, creador del discurso prohibicionista contra la marihuana

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En el principio, la marihuana fue una hierba maldita. “México es el creador del discurso prohibicionista moderno”, asegura el escritor Jorge García-Robles tras seguir el rastro literario de la cannabis hasta las primeras décadas del México independiente.

Para Juan Pablo García Vallejo, el gran momento de la marihuana en la literatura se produce con las novelas De perfil (1966) de José Agustín, y Pasto verde (1969) de Parménides García Saldaña, donde la hierba gana protagonismo y el personaje del marihuano adquiere ciudadanía.

“Son obras que dan a conocer a los jóvenes el uso de las drogas”, señala. Por ser una información que debía proporcionar el gobierno, agrega el autor de El marihuano en la narrativa mexicana del siglo XX, estas obras desafían los alcances de la prohibición al consumo y demuestran que es una ley absurda, lo que evidencia su fracaso.

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Aunque estas novelas significan una transgresión, coincide García-Robles, se mueven en una atmósfera turbia, de una persecución policiaca al consumo, a diferencia de la generación beat estadounidense, que fuma la hierba con alegría.

Los primeros literatos que mencionan la marihuana, todavía de manera desenfadada, precisa el sociólogo, son Guillermo Prieto en un relato de Viajes de orden suprema (1853-1855), y el poeta Manuel M. Flores en sus memorias Rosas caídas, escritas hacia 1864.

La hipótesis de García Vallejo es que fueron las hechiceras negras, que conocían el uso medicinal de la cannabis, quienes compartieron su saber con las herbolarias indígenas. Su consumo tenía entonces un carácter sagrado, pero en el siglo 17 se extiende a los sectores pobres: “Los léperos desacralizan el uso ritual de la marihuana”.

En 1850, el periódico Siglo XIX estrena la nota roja y surge la imagen del marihuano como un peligro para la sociedad, indica el también sociólogo. En 1869 se prohíbe en la Ciudad de México la venta de cannabis, y su consumo se asocia con los delincuentes y soldados. La presencia de la hierba en los cuarteles es abordada en novelas posteriores como Los de abajo (1915) de Mariano Azuela, y Tropa vieja (1938) de Francisco L. Urquizo.

Ya en el Porfiriato, el estigma contra la cannabis se recrudece, advierte García-Robles, quien en breve publicará Antología del vicio. Aventuras y desventuras de la mariguana en México en Laberinto Ediciones.

De abril a junio de 1895, Heriberto Frías escribe desde la Cárcel de Belem 15 crónicas para El demócrata, con historias que remiten a la marihuana como la “triste embriaguez” de los desesperados. La virulencia contra la hierba persiste en novelas de Federico Gamboa como Suprema ley (1896) y en artículos como “Las misas negras de la marihuana”, publicado por José Juan Tablada en 1908 en El imparcial.

“México fue quizá el primer país del mundo que estructuró este discurso condenatorio, demonizante, contra la marihuana, que ha bajado de tono, pero aún hoy no ha desaparecido”, plantea García-Robles. En una sociedad donde el alcohol era la única droga, considera, los efectos de la marihuana causaron espanto.

En los años 60, cuando el consumo de cannabis es un rasgo de autonomía juvenil en la literatura de autores como José Agustín y Jesús Luis Benítez, precisa el escritor, se produce también una resimbolización de la hierba que abre paso, lentamente, a una nueva valoración donde se subrayan aspectos como su potencial medicinal.

“Estamos en el umbral de que se legalice en todo el mundo, eso es inevitable”, afirma García-Robles. En gran medida, por la apertura de Estados Unidos, donde el cannabis es legal en cuatro estados. Sobre la propuesta pendiente de discusión en la Suprema Corte de Justicia para autorizar el autoconsumo, considera que en México no se tomará una decisión que disguste al país vecino. “Pero los gringos saben que el único antídoto contra el narcotráfico es legalizar, no sólo la marihuana, sino todas las drogas ilegales”.

García Vallejo, autor del Manifiesto Pacheco en 1985, lamenta que frente a la Corte se congregara apenas un centenar de cannábicos informados y públicos. “La mayoría está en el clóset. Son consumidores vergonzantes”.

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