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Serj Tankian le dio nueva vida a sus composiciones con arreglos sinfónicos

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En vista de que Serj Tankian es un artista con marcados intereses sociales y a que el resultado de las elecciones presidenciales anunciado dos noches antes había generado un profundo desconcierto entre los que comparten con él semejanzas ideológicas, era de esperar que el cantante ofreciera al menos un comentario político durante su presentación del fin de semana pasado en el Valley Arts Performing Center de Cal State Northridge.

Sin embargo, y a no ser que nos hayamos perdido algo importante las dos veces que visitamos el baño (se trató de un concierto particularmente largo, con todo e intermedio, en el que había que esperar el inicio de una nueva canción cuando querías regresar a tu asiento), el angelino de ascendencia armenia que declaró hace relativamente poco su apoyo a Bernie Sanders dejó de lado el tema coyuntural para abocarse en cambio a animar a su audiencia y mostrarse especialmente simpático entre número y número.

Tenía sentido que así fuera, porque esta era una presentación especial con la Sinfónica de la CSUN, es decir, un formato muy distinto al que suele emplear como solista y, sobre todo, como vocalista de la celebrada banda de metal System of a Down. Pero el optimismo mostrado no impidió que el repertorio, conformado por piezas que Tankian ha incluido en sus cinco álbumes individuales, resultara altamente emotivo y frecuentemente crítico, porque lo que él hace no es nunca comercial ni concesivo.

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En esta ocasión, el ímpetu de las guitarras eléctricas y de la batería, que juegan un rol esencial en sus grabaciones, fue reemplazado por un poderío distinto, el de la orquesta, cuyos vientos y cuerdas habituales se vieron sumados por un piano, una guitarra acústica y hasta un duduk (instrumento folklórico original de Armenia), lo que le dio al conjunto entero un sonido muy particular y ciertamente imponente, respaldado por las bondades técnicas del auditorio empleado, perteneciente a una institución académica en la que el mismo Tankian estudió.

Lo que se escuchó en este local tomó en cuenta varias de las composiciones instrumentales que el vocalista ha creado a lo largo del tiempo y que sonaron estupendamente en manos de la sinfónica, pese a que su autor no sabe leer ni escribir música; y es que, a estas alturas, parece bastante claro que el tipo que estaba supuestamente destinado a ser un abogado pero decidió finalmente darlo todo por la música tomó el camino correcto, debido a las aptitudes que ha demostrado en la disciplina.

Y tampoco se debe creer que lo que interpretó en Northridge se encontraba libre de cuestionamientos sociales, como lo probaron títulos del nivel de “Feed Us”, ”Lie Lie Lie”, ”Money” y, claro está, “Elect the Dead”, con influencias del Medio Oriente, letras ciertamente ambiguas pero cargadas todavía de significado urgente y, por supuesto, interpretaciones magníficas por parte de Tankian, quien no gritó tanto como lo hace cuando lo secunda la electricidad rockera, pero que demostró de todos modos con creces la potencia y la amplitud de rango de su voz privilegiada.

El hecho de que el protagonista de esta inusual e inolvidable velada no haya arremetido directamente contra el nuevo presidente no quiere decir que no lo vaya hacer en el futuro inmediato; de hecho, antes de este concierto, se anunció que System of a Down -que no ha grabado un disco desde el 2005- regresará al estudio en los próximos meses. Habrá que ver el estado en que se encuentran las cosas para entonces.

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