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‘Mi Mañana Comes’ es una obra teatral sobre trabajadores de un restaurante que toca un tema muy actual

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Armando Molina nació en Nueva York e inició ahí su carrera como actor, pero vive en Los Ángeles desde hace treinta años, y es aquí donde ha desarrollado una fructífera trayectoria como director que se inició con el grupo Latins Anonymous y que lo tiene actualmente a la cabeza de su propia institución, Company of Angels.

Pero lo que lo puso al frente de nuestra grabadora fue el inminente estreno de “My Mañana Comes”, el montaje que estará presentando entre el 16 de abril y el 26 de junio en el Fountain Theatre (5060 Fountain Ave., Los Ángeles, CA 90029), y que se relaciona en más de un modo con su vocación por contar historias que se relacionen a las vivencias de la comunidad latina en los Estados Unidos.

Lo curioso es que Molina es descendiente de colombianos oriundos de Barranquilla. “Siempre fui como un pez fuera del agua; en Nueva York trataba de ser más puertorriqueño, y en LA trato de ser más mexicano”, comentó. “Han sido dos asimilaciones distintas, a las que se suma la rivalidad tradicional que existe entre las dos costas. Pero como actor, es importante darse cuenta de todas esas diferencias; es parte del oficio. Y yo sigo actuando de vez en cuando, porque hay que comer”.

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Es que, como él mismo reconoce, no hay precisamente mucho dinero en la escena teatral angelina, pese a que considera falso el mito de que los latinos no acuden a obras de esta clase. “La verdad es que se encuentran hambrientos de ver historias con las que puedan conectarse, porque resultan muy escasas”, aseguró.

En todo caso, Molina está de acuerdo en que estas mismas obras suelen ser en inglés, lo que puede restringir el acceso del público estrictamente hispanohablante, pese a que él mismo ha colaborado con la Fundación Bilingüe de las Artes (que presenta sus trabajos en las dos lenguas) y la misma “My Mañana Comes” posee algunos diálogos en español, debido a que dos de sus protagonistas son inmigrantes mexicanos recientes e indocumentados, uno de Puebla y el otro de Ciudad Juárez.

“La autora del libreto, Elizabeth Irwin, es completamente anglosajona, pero vivió en Ciudad de México y trabajó en un restaurante de Nueva York como el que sale en esta obra, que trata sobre los ‘busboys’ [empleados de diversos servicios] de un local así”, retomó el experimentado director.

“Pero lo importante es que es un montaje que le da voz a los que no la tienen, es decir, los trabajadores de esta industria que no han sido debidamente representados en el mundo del arte”, prosiguió. “Y es un orgullo poder presentarlo en el Fountain, perteneciente a una compañía básicamente blanca pero interesada en promover relatos de los que se no sabe mucho”.

Debido al status de dos de los personajes citados, el asunto migratorio no se deja de lado. “Uno de los personajes quiere juntar dinero para regresarse a México y construir una casa para su familia, mientras que otro planea traer a su hermano a este país con el dinero que gane”, describió Molina. “Pero hay también un mexicoamericano que se cree más puertorriqueño que otra cosa, y es ahí donde se presenta el choque de culturas y donde salen a relucir los obstáculos del día a día”.

Pese a que llegó a este mundo siendo ciudadano de la Unión Americana, nuestro entrevistado siente que el trato que se le viene dando a la gente ‘sin papeles’ es completamente injusto. “Son personas reales con sueños y esperanzas reales, y lo que está pasando ahora con ellas es muy sucio, desde el momento mismo en que se emplea el inadmisible término de ‘ilegales’”, enfatizó.

“Hay un aspecto de la inmigración que provoca un giro decisivo en la historia que prefiero no adelantar, pero el tema es sumamente relevante en el argumento de esta obra, que pretende mostrar a los inmigrantes de forma humana y no simplemente como números o clichés”, dijo para terminar.

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