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Los juegos propios del ‘Chascas’ llegan a LéaLA

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Si se es chileno, verlo entrar por la puerta explica por completo el seudónimo que lo distingue. Pero lo cierto es que las personas de otros lugares necesitan un poco más de explicación para saber que, en dicho país, cuna del autor que visitaba nuestra redacción, “Chascas” quiere decir “greñudo” o “melenudo”, si lo prefieren.

Y es que, a sus 43 años de edad, el escritor que se llama realmente José Ignacio Valenzuela sigue luciendo una cabellera frondosa y desordenada, lo que le brinda ahora un aspecto bastante juvenil y que, hace más de 20 años, le otorgó el apelativo descrito. “Salió de un director de televisión, justamente cuando empecé a trabajar para ese medio escribiendo telenovelas; como no sabía mi nombre, me llamaba simplemente gritando ‘¡Chascas!’, y eso quedó para siempre”, recordó el sudamericano residente en Miami.

Lo cierto es que, pese al paso del tiempo, Valenzuela no sólo sigue haciendo libretos para telenovelas, sino que ahora, bajo un contrato exclusivo con Telemundo, ha sido el autor de los textos que acompañaron a propuestas tan exitosas como “Santa Diabla” y “La casa de al lado”. Pero lo que lo trae este domingo a LéaLA (donde hará una presentación especial a las 2 de la tarde) es una labor distinta: la de creador de libros, manifestada en este caso en la “Trilogía del Malamor”, que concluyó hace poco y que, además de haberse convertido en toda una sensación de ventas, es la primera saga latina para “jóvenes adultos” (YA) que se ha vuelto realmente conocida.

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“La historia original empieza en Chile, y luego, a través de unos ‘flashbacks’ que nos llevan a diferentes épocas, nos trasladamos a países distintos”, describió. “Lo que me motivó a hacer esto es que en cierto momento el mercado en español se llenó de series para jóvenes, pero todas eran traducciones de ‘The Hunger Games’, ‘Twilight’ y, un poco más atrás, ‘Harry Potter’; faltaba algo que tuviera una fuerte presencia latinoamericana, en lo que los mitos y las leyendas que se contaran fueran nuestras”.

Valenzuela vivió durante 10 años en México, más precisamente, en Coyoacán, pero viajó intensamente por toda la república azteca, lo que le permitió conocer realidades distintas y lo inspiró a crear algo que reflejara de algún modo lo que se contaba en los pueblos, pese a que la leyenda de su propia historia -sobre un lugar en el que está prohibido amar debido a una maldición- es de su completa invención.

“Pese a ello, decidí ubicarla en La Patagonia, porque necesitaba que quedara literalmente en el fin del mundo, algo que no me hubiera permitido una locación mexicana”, explicó. “Y dio la casualidad de que, siendo adolescente, viajé por allí y me quedé con un recuerdo mágico. Para escribir esto, no tuve que regresar, pero sí hice mucha investigación, porque hay mucho de botánica, de herbolaria y de alquimia en el primer tomo”.

La trilogía, que se empezó a publicar en el 2011, cuenta ya con una decena de clubes de fans, y su autor se ha dado cuenta de eso a través de sus giras y de sus firmas de libros. “Las filas son gigantescas, y hay personas que se hacen tatuajes [relacionados a los libros], lo que nunca de ser impresionante”, se maravilló. “La verdad es que yo empecé como escritor de libros, pero lo que pasa es que la televisión tiene una audiencia inmensa que no se puede comparar con esto”.

Pese a las críticas constantes que recibe el mundo de las telenovelas, Valenzuela aseguró que el hecho de ser también un literato y un guionista de cine le ha permitido darle un aire distinto a la obra que desarrolla para la pantalla chica. “Hay muchas telenovelas malas, pero otras que son pequeñas joyas, porque han sabido contar una buena historia o reflejar la sociedad que las estaba produciendo”, relató. “‘La casa de al lado’ basó su metodología en una novela de Agatha Christie y tuvo a la ‘Rebecca’ de [Alfred] Hitchcock como referente visual, lo que hizo que muchos me preguntaran si después de eso iba a sacar ‘el libro’, lo que me pareció muy curioso”.

“En contraparte, en esta trilogía usé técnicas de telenovela, lo que ha hecho que la gente me diga que cuando empieza a leerla no puede parar”, agregó el chileno, que es sobrino de Ana María Güiraldes, una famosa escritora de textos infantiles que, en sus propias palabras, lo motivó desde pequeño, cuando acudía a sus talleres de literatura. “Era una maestra implacable, y fue prácticamente mi ‘coach’ en el primer libro [de la saga], porque no tenía problema en decirme lo que le parecía mal”.

Valenzuela se encuentra trabajando actualmente en una nueva telenovela de la que no puede revelar todavía nada, pero asegura que ésta será distinta a las anteriores, porque no le gusta repetir los temas. Por el lado del cine, acaba de terminar un guión para una cinta chilena que se rodará en el desierto de allá; se encuentra a la expectativa de la adaptación fílmica de su libro “La mujer infinita”, que estará en manos de la reconocida directora argentina Lucía Puenzo; y adelanta que una casa productora de Los Angeles ya adquirió los derechos de la “Trilogía del Malamor”, aunque no se ha determinado todavía quién se encargará de ella.

En términos personales, Valenzuela es gay y se casó hace un año y medio, tras un noviazgo de más de una década, lo que resulta interesante cuando se toma en cuenta la coyuntura actual en los Estados Unidos, cuando la Corte Suprema se encuentra decidiendo la posibilidad de una aprobación nacional para esta clase de uniones.

“Ahora mismo gozo de unos derechos de los que no había gozado antes; de hecho, éste ha sido el primer año en que he podido presentar mis impuestos como casado, y me salieron mucho más baratos que cuando lo hacía como soltero”, describió. “Odio la palabra ‘tolerancia’, pero hay una apertura evidente, sobre todo a nivel de la industria de la televisión y del cine, donde se está empezando a valorar la diferencia como un componente del éxito, porque cada uno aporta desde su punto de vista”.

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