Anuncio

Los artistas latinos destacan en la edición actual de LA Arts Show mientras hacen referencia a temas relevantes

Share

Aunque fue conocida durante varios años como una gran muestra que se dedicaba esencialmente a las galerías comerciales, las mismas que usaban el espacio disponible para promover y vender sus productos, la feria LA Art Show viene esforzándose en los últimos tiempos para cambiar de rostro y obtener de ese modo una posición de mayor prestigio.

En lo que respecta a nuestra comunidad, esa meta se vio reforzada en la edición del 2017, que concluye hoy a las 5 p.m. en el West Hall del Centro de Convenciones tras tres días de celebración, y que tuvo como foco central a artistas latinoamericanos de diferentes procedencias, quienes no se limitaron a mostrar los típicos cuadros inamovibles, sino que participaron frecuentemente en actos en vivo de particular intensidad, así como en diversos conversatorios, de la mano de la curadora de origen argentino Marisa Caichiolo.

Anuncio

De ese modo, nuestra asistencia al evento durante la tarde de ayer estuvo marcada por la memorable ‘performance’ de Raphael Montañez Ortiz, legendario fundador del Museo del Barrio de Nueva York y un creador de relieve que empezó a destacar en la década de los ‘60 y que ahora, a los 83 años de edad, fue todavía capaz todavía de blandir un hacha para ofrecer una de sus conocidas sesiones de destrucción de un piano, es decir, una actividad agresiva pero llena de catarsis que vino acompañada por unas proyecciones experimentales en video y una interesante manipulación de los sonidos, tanto de los que estaban ya grabados como los de que brotaban del viejo instrumento agonizante.

Más allá de ser un simple acto de furia, la representación tuvo un desenlace participativo y positivo al invitar a la audiencia (mayormente conformada por jóvenes) a ponerse en fila para lanzar huevos y plumas sobre el piano, con el fin de deshacerse de aspectos negativos de sus vidas, a semejanza de lo que el mismo Montañez Ortiz hizo en otra zona del auditorio, donde colocó máquinas trituradoras de papel para que los asistentes destruyeran las hojas de papel que se les brindaba, y en las que cada uno debía escribir las preocupaciones que lo afectaban.

Desafortunadamente, no pudimos apreciar la ‘performance’ del cubano Carlos Martel, que analizaba el drama del cruce de la frontera de manera supuestamente desgarradora, y que se llevó a cabo un día antes; pero sí vimos en cambio la impactante “Violent Times” de Melanie Mullen, que no es hispana, pero dejó una fuerte impresión con un acto en el que tres mujeres semidesnudas se revolcaban, se atraían y se rechazaban alternativamente en un escenario cubierto de niebla y bañado en sangre con el fin de hacer un comentario sobre la violencia actual en el mundo.

Tras darle la vuelta a una esquina, fuimos sorprendidos por “Cut Out”, una impresionante y extensa obra de Ramiro Gómez, hijo de mexicanos indocumentados del Sur de California que representaba aquí a varios trabajadores hispanos, como jardineros y empleados de limpieza, a través de figuras de cartón sobre fondos establecidos, dando con ello una llamativa impresión tridimensional.

También fue de interés el área dedicada a la galería de Gregorio Escalante, sobre todo por la participación de las obras de Jorge R. Gutiérrez, quien se conoce en el ‘mainstream’ debido a su trabajo de dirección en la cinta animada “The Book of Life”, pero que es un respetado pintor con fuertes influencias del mundo del cómic, como lo probó en este caso su excesivo pero divertido retrato de El Chapulín Colorado, uno de los personajes más queridos de la televisión hispana.

Anuncio